La multitud se había congregado alrededor del Parque del Renacimiento. Una plaza simbólica que se construyó en cada ciudad una vez que Natory logró unificarlas. Tenía un área pequeña de juegos para los niños y una estatua derruida que representaba la unidad de las ciudades nuevas y su paso para concretar una nación.
Los gritos podían escucharse desde la otra cuadra. Kass aceleró el paso sin importarle que la capucha de la sudadera terminara por salir volando de su cabeza, revelando su rostro. La chica se aproximó a toda velocidad hasta la plaza, empujando con sus codos a las personas que se encontraban delante de ella y que se negaron a moverse incluso cuando se los pidió. No tenía tiempo para eso.
Kass comenzaba a sentir la culpa trepando por su garganta, la sensación de incomodidad y ahogamiento que generaban las lágrimas al acumularse y no hallar la salida. No podía evitarlo a pesar de saber que las cosas no habrían sido diferentes. Si ellos hubiesen llegado a la hora pactada era probable que, para ese momento, estuvieran en el centro de esa multitud curiosa que, atraída por el morbo de la situación, se aglomeraba en torno a los juegos, tratando de obtener una buena mirada de lo que estuviera pasando. Mientras Kass se abría un espacio para evaluar la situación, alguien le tomó la muñeca. Fue instintivo. Se giró con el puño en alto, preparado para conectar contra cualquier zona blanda quien la sujetara. Había practicado con sus poderes durante el viaje, pero no se sentía con la confianza para usarlos en medio de una multitud, no sin que alguien saliera lastimado. Se detuvo a mitad del golpe cuando el rostro de Andrew quedó a la vista, aunque eso no logró que la chica se relajara.
—Tenemos que irnos —Andrew hablaba en voz baja, volvió a colocarle la capucha sobre la cabeza a Kass, viendo alrededor para asegurarse de que nadie estuviese mirando.
—¿Qué? ¡No! —Kass estaba intentando hacerse escuchar sobre el alboroto sin gritar—. Estamos aquí para llevarnos a alguien. No podemos...
—Sí, sí podemos —Andrew miró a la chica a los ojos. Estaba un poco desesperado por hacerle entender que las cosas se les habían escapado de las manos—. La plaza debería estar vacía justo ahora, los merodeadores ni siquiera deberían estar cerca. Alguien nos entregó, Kass, a nosotros o las personas que veníamos a ayudar. Debemos irnos.
—Hay alguien aquí que necesita nuestra ayuda —insistió ella.
—No con tanta gente alrededor.
—Eso no evitó que me ayudaras a mí.
—Eso fue diferente...
—No, no lo fue. Enfrentaron a una docena de merodeadores y encararon a la directora del CBI. ¿Cómo podría ser esto más difícil? —Kass no iba a permitir que dejaran las cosas así.
—¡Porque tu rescate no se convirtió en un espectáculo! ¿Qué crees que va a pasar si saltamos ahí y lastimamos a las personas que se supone que intentan proteger a esta gente? No solo van a ficharnos, vamos a darles motivos para creer todas las mentiras que cuentan.
—¿A quién le importa?
La expresión en el rostro de Andrew se deformó un poco cuando la escuchó, miró a Kass con el ceño fruncido, como si creyera que todo estaba quedando más que claro. Kass se soltó de su agarre de un manotazo.
—Han pensado que somos monstruos por años, yo lo pensaba —Ella no estaba orgullosa de eso, pero era el mejor ejemplo que tenía para dar—. No vamos a cambiar su opinión por escondernos y esperar que las cosas pasen. Si eso es lo que te está deteniendo...
Kass no terminó la frase, estaba convencida de que la decepción palpable en su rostro servía para dejar en claro su punto. Negó con la cabeza y, antes de que él pudiese detenerla, comenzó a moverse una vez más. La multitud soltaba quejas mientras se abría paso a empujones. Se sentía un poco agradecida por encontrarse en un lugar conocido, le permitía moverse con más rapidez a pesar del gentío. Un grupo de merodeadores montaba una barricada, le daban la espalda a lo que fuera que pasara en la plaza. Kass maldijo mientras continuaba moviéndose, buscando un lugar por el cual acercarse sin que la atraparan.
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Demons - Editada
Science Fiction"Imagine esto. El mundo acaba de hacer explosión, todo lo que conoce ha desaparecido. Logra sobrevivir, contra todo pronóstico. Y un par de años después, de las zonas cero, aquellas tan radioactivas para poder estar de pie en ellas, comienzan a sali...