La Sombra que se Acerca

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Lia se despertó con un sobresalto, su corazón latía con fuerza y el sudor frío perlaba su frente. Miró fijamente el techo de su habitación, intentando recuperar el aliento mientras el recuerdo del sueño la envolvía como una neblina perturbadora.

Después de unos minutos, se obligó a salir de la cama. Se vistió rápidamente con sus jeans negros desgastados y unas Converse también negras, combinándolos con una cómoda camiseta oversize azul marino. Se sentía reconfortada por la familiaridad de la ropa, una pequeña ancla de normalidad en medio de sus noches turbulentas.

Se dirigió hacia la consulta del Dr. Núñez, su psicólogo. El camino hacia allí era un ejercicio de control sobre sus propios pensamientos, un intento de mantener la cordura en un mundo donde los límites entre la vigilia y el sueño parecían difuminarse cada noche más.

El Dr. Núñez la recibió con una sonrisa cálida pero preocupada. Lia se sentó frente a él, sintiéndose vulnerable y expuesta. No era fácil para ella hablar de sus sueños, esos fragmentos de realidad distorsionada que la perseguían sin descanso.

"Cuéntame cómo fue esta vez", instó el Dr. Núñez gentilmente.

Lia cerró los ojos por un momento, tratando de recordar los detalles antes de que se desvanecieran como humo entre sus dedos. "La sombra", comenzó con voz temblorosa, "cada vez está más cerca. Sé que suena ridículo, pero siento que me está acechando, esperando atraparme en el próximo sueño."

El psicólogo asintió comprensivamente. "No es ridículo, Lia. Tus sueños son una parte importante de ti, una ventana a tu mente subconsciente. ¿Qué más recuerdas?"

Lia respiró hondo, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escaparse. "En el sueño, estoy en un lugar que conozco, pero todo está distorsionado. Es como si fuera una versión retorcida de mi propia vida. La sombra no tiene forma definida, pero siento su presencia, su malevolencia..."

El Dr. Núñez tomó notas diligentemente mientras Lia describía su experiencia. Hizo preguntas ocasionalmente para profundizar en los detalles, tratando de desentrañar los misterios que afligían a su joven paciente.

"¿Has tomado tus medicinas, Lia?", preguntó el Dr. Núñez mientras consultaba su expediente.

Lia se sintió instantáneamente a la defensiva. "Sí, las he tomado", respondió con un tono más cortante de lo que pretendía.

El Dr. Núñez asintió, pero no pareció convencido. "Lia, entiendo que esta situación es difícil para ti, pero las medicinas pueden ayudarte a estabilizar tus sueños y tus emociones."

Lia se puso de pie bruscamente, la tensión acumulada estallando dentro de ella. "¡Cada noche es lo mismo! ¿Esperas que me conforme con pastillas para sentirme segura en mis propios sueños? Estoy cansada de esto", exclamó, su voz temblando con la frustración contenida.

El Dr. Núñez se mantuvo tranquilo, sabiendo que estas eran las emociones que Lia necesitaba expresar. "Lia, sé que es difícil. Pero estamos aquí para ayudarte a encontrar formas de enfrentar tus temores y recuperar el control."

Lia se dejó caer de nuevo en la silla, exhausta. Se pasó una mano por el cabello, tratando de calmarse. "Lo siento", murmuró finalmente. "Sé que necesito ayuda, pero a veces siento que estoy atrapada en un abismo y las pastillas solo me mantienen flotando en la superficie."

El Velador de mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora