Lia se encontraba en un prado vasto y lleno de flores. El sol brillaba con una calidez reconfortante, y el cielo azul parecía extenderse infinitamente. Era el tipo de sueño del que no quería despertar, uno donde la paz y la tranquilidad la envolvían por completo. Caminaba descalza sobre la hierba suave, disfrutando del viento suave que acariciaba su rostro. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que podía soñar en paz.
A lo lejos, un lago cristalino reflejaba el cielo, y los pájaros cantaban melodías alegres. Lia se acercó al lago, arrodillándose para tocar el agua fresca con la punta de sus dedos. Sonrió al ver pequeños peces nadando cerca de la orilla, disfrutando de la serenidad del momento.
Sin embargo, esta calma fue efímera. De repente, el cielo comenzó a oscurecerse, las nubes se tornaron negras y pesadas, cubriendo el sol. La temperatura descendió abruptamente, y el aire se llenó de una sensación de inquietud. Lia se levantó, mirando alrededor con preocupación mientras el hermoso paisaje empezaba a distorsionarse.
La tierra bajo sus pies comenzó a temblar, y las flores se marchitaron en un instante. Los árboles se torcieron y ennegrecieron, como si una fuerza maligna los estuviera corrompiendo. Antes de que pudiera reaccionar, el suelo se abrió bajo ella, y Lia cayó en un abismo oscuro, gritando mientras descendía.
Cayó y cayó, el viento rugiendo en sus oídos, hasta que finalmente aterrizó con un golpe sordo en el suelo de una biblioteca oscura y vacía. Las estanterías se alzaban como gigantes amenazantes, y el aire estaba cargado de una sensación opresiva. Las sombras se arrastraban por el suelo y las paredes, susurrando su nombre con voces guturales.
Lia se levantó con dificultad, su corazón latiendo con fuerza. "¿Hola?" llamó, pero su voz resonó en el vacío sin respuesta. Intentó moverse, pero parecía que cada paso que daba la llevaba de vuelta al mismo lugar. La oscuridad la rodeaba, haciéndola sentir atrapada y sola.
Desesperada, buscó una salida, pero no había puertas ni ventanas visibles. La biblioteca parecía interminable, un laberinto sin fin de pasillos oscuros y estanterías llenas de libros polvorientos. Lia comenzó a correr, tratando de encontrar alguna señal de escape, pero cuanto más corría, más profunda parecía caer en el abismo de su propia mente.
Alec observaba desde lejos, oculto en las sombras del sueño. Sabía que no podía intervenir directamente sin revelar su presencia, pero necesitaba recolectar información sobre la sombra que acechaba a Lia. Estaba decidido a comprender la naturaleza de esta fuerza maligna y encontrar una manera de protegerla.
Mientras seguía a Lia por los pasillos oscuros, Alec podía sentir la presencia de la sombra, una entidad que parecía alimentarse del miedo y la desesperación de Lia. La sombra no tenía forma definida, cambiando constantemente como una masa amorfa de oscuridad y malevolencia.
Alec notó cómo la sombra se acercaba lentamente a Lia, como si disfrutara de su desesperación. Sabía que tenía que actuar con cautela. Usó su poder para proyectar un ligero resplandor en la distancia, una pequeña chispa de luz que podría guiar a Lia fuera del laberinto.
"Lia," susurró en su mente, esperando que ella pudiera sentir su presencia sin asustarse. "Sigue la luz."
Lia se detuvo, respirando con dificultad mientras miraba a su alrededor. Vio la pequeña chispa de luz y, aunque dudó por un momento, comenzó a caminar hacia ella, su instinto de supervivencia superando su miedo.
La luz la llevó a una puerta oculta entre las estanterías. Lia la abrió con manos temblorosas y, al cruzarla, se encontró de nuevo en el prado, pero esta vez estaba nublado y la sensación de peligro persistía. Sabía que la sombra aún la acechaba, pero por ahora, estaba a salvo.
Al despertar, Lia se sentó en su cama, temblando. El sueño había sido más vívido y aterrador que nunca, pero también había una sensación de esperanza. Recordó la voz suave que la había guiado y se preguntó quién podía ser. Decidida a encontrar respuestas, se levantó, lista para enfrentar otro día en la biblioteca.
Mientras tanto, Alec se preparaba para su próxima visita a la biblioteca. Sabía que la sombra que acechaba a Lia era más poderosa de lo que había imaginado, y necesitaba encontrar una manera de neutralizarla. Pero también sabía que no podía hacerlo solo. Necesitaba que Lia confiara en él, y para eso, tendría que revelarle gradualmente quién era y por qué estaba allí.
La conexión entre ellos se estaba fortaleciendo, y aunque sabía que debía mantener sus sentimientos bajo control, Alec no podía evitar sentir una profunda necesidad de proteger a Lia, no solo como un Velador, sino como alguien que se preocupaba profundamente por ella.
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El Velador de mis Sueños
Novela JuvenilEn un mundo donde las realidades alternativas se entrelazan y los sueños se convierten en pesadillas recurrentes para Lia, una joven marcada por el miedo y la incertidumbre, una figura misteriosa emerge como su salvación. Lia, incapaz de discernir e...