Encuentro Inesperado

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Lia despertó con una sensación de alivio que no había experimentado en semanas. La noche anterior había sido sorprendentemente tranquila, sin las usuales pesadillas que la dejaban exhausta. Decidió aprovechar el raro descanso para poner su casa en orden y hacer algunas compras.

Después de desayunar y preparar una lista de lo que necesitaba, se dirigió al supermercado local. Mientras paseaba por los pasillos, sentía una leve incomodidad, como si algo o alguien la observara. Sacudió la cabeza, tratando de ahuyentar la sensación. "Solo es mi imaginación", se dijo a sí misma.

El supermercado estaba tranquilo esa mañana, con solo unas pocas personas haciendo sus compras. Lia recorrió los pasillos, recogiendo productos de limpieza, alimentos frescos y algunas cosas para la casa. Se detuvo en la sección de frutas y verduras, examinando las manzanas y peras, tratando de elegir las mejores.

Mientras seleccionaba algunas frutas frescas, una voz familiar resonó a su lado.

—¿Nos volvemos a encontrar?

Lia levantó la vista y se encontró con los ojos de Alec. Su primer instinto fue sonreír, pero no pudo evitar soltar una risa nerviosa.

—¿Qué haces aquí? ¿Me estás acosando o algo así? —bromeó, aunque una parte de ella se preguntaba si realmente era solo una coincidencia.

Alec sonrió, aparentemente divertido.

—Puede que sea el destino —respondió con un guiño. Luego, su tono se volvió más serio—. En realidad, solo vine a hacer algunas compras. Pero, ya que estamos aquí, ¿te gustaría almorzar conmigo?

Lia se quedó un momento en silencio, sorprendida por la invitación. Finalmente, asintió.

—Claro, ¿por qué no? Necesito un descanso de todos modos.

Mientras pagaban sus compras y salían del supermercado, Lia no podía dejar de pensar en lo extraño que era encontrarse con Alec tan seguido. Sin embargo, algo en él la tranquilizaba, como si esa voz que la guiaba y la presencia de Alec estuvieran de alguna manera conectadas. Lo que Lia no sabía era que la oscuridad que la acechaba y la hacía sentir mal era absorbida por Alec, y esa era la razón por la que se sentía reconfortada y tranquila a su lado.

Salieron del supermercado y caminaron hacia un pequeño café cercano. Era un lugar acogedor, con mesas de madera y una decoración rústica que invitaba a relajarse. Se sentaron junto a una ventana, y Lia observó cómo el sol iluminaba suavemente la calle.

Durante el almuerzo, conversaron sobre cosas triviales. Alec le contó a Lia sobre algunos de los lugares que había visitado y sus experiencias en diferentes ciudades. Lia se encontró riendo y disfrutando de la conversación más de lo que esperaba. Era un respiro bienvenido de las constantes preocupaciones y la sensación de opresión que solía sentir.

Alec, aunque tenía un objetivo claro, disfrutaba de la compañía de Lia, sabiendo que acercarse a ella de esta manera le permitiría protegerla mejor en el mundo de los sueños. Sentía una atracción poderosa hacia ella, como la fuerza de dos imanes, una conexión que no podía ignorar pero que aún no se traducía en amor.

—Gracias por aceptar mi invitación —dijo Alec cuando terminaron de comer—. Me alegra haberte encontrado.

Lia sonrió, sintiéndose un poco más ligera de lo que había estado en mucho tiempo.

—Yo también me alegro —admitió—. Ha sido una agradable sorpresa.

Mientras se despedían, Alec sabía que su misión estaba avanzando como planeado. Lia, por su parte, se preguntaba qué más podría depararle el destino con su nuevo conocido.

Alec, sin embargo, tenía otra preocupación en mente. Después de despedirse de Lia, recibió un llamado urgente de Esmas, el más sabio de los Veladores. Sabía que no podía ignorarlo, así que se dirigió rápidamente al lugar de reunión de los Veladores.

El lugar de reunión de los Veladores era un espacio etéreo, inaccesible para los humanos comunes. Parecía un vasto salón hecho de luz y sombras, donde las voces de los Veladores resonaban como ecos en un vasto abismo. Alec se acercó a Esmas, quien lo esperaba con una expresión grave.

—Alec, me alegra que hayas venido —dijo Esmas con voz solemne—. La cantidad de energía oscura que contiene Lia es peligrosa. No solo para ella, sino también para ti.

Alec frunció el ceño, preocupado.

—¿Qué significa eso?

—Significa que, eventualmente, esa energía oscura comenzará a afectarte. Te hará daño. Cuando comiences a sentir los malestares, será el momento de que Lia cambie de Velador. No podemos permitir que te lastime más.

Alec asintió lentamente, aunque internamente no quería aceptar esa posibilidad.

—Lo entiendo, Esmas. Prometo informarte apenas lleguen los malestares.

Esmas lo miró con ojos sabios, pero llenos de preocupación.

—Confío en ti, Alec. Pero recuerda, nuestra misión es proteger, no involucrarnos emocionalmente. No olvides eso.

Alec sabía que tenía que cumplir con su deber, pero en lo más profundo de su corazón, deseaba poder permanecer al lado de Lia, sin importar las consecuencias. Aunque no sentía amor por ella en ese momento, la atracción que sentía era innegable y poderosa, como la fuerza que une a dos imanes.

El Velador de mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora