Los Veladores

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En un lugar oculto a los ojos de los mortales, existía una sociedad secreta conocida como los Veladores. Eran guardianes de los sueños, seres con la habilidad de entrar en los sueños de otros, navegar por sus laberintos oníricos y proteger a las almas perdidas de las pesadillas que acechaban en la oscuridad.

Alec caminaba por los pasillos de la antigua sede de los Veladores, un lugar envuelto en misterio y tradición. Las paredes estaban cubiertas de tapices que representaban historias de antiguos guardianes, y el aire estaba impregnado de un aura de sabiduría y poder. Se dirigía a una reunión con el Consejo de los Veladores, un grupo de los más sabios y antiguos de su orden.

El Consejo se reunió en una gran sala circular, iluminada por la luz suave de candelabros flotantes. Los miembros del Consejo se sentaron en un círculo, cada uno con una expresión grave en su rostro. Alec se situó en el centro, esperando a que comenzaran.

"Bienvenido, Alec," dijo el más anciano de los Veladores, una figura imponente con ojos penetrantes y cabello plateado. "Hemos oído de tu interés por Lia. Explícanos tu intención."

Alec asintió respetuosamente. "Lia es diferente. Sus sueños son un laberinto de realidades alternativas, y su poder es inmenso. He sentido una conexión con ella y creo que está en grave peligro. Necesito protegerla."

Uno de los miembros más jóvenes del Consejo frunció el ceño. "Sabes bien que nuestras reglas son estrictas, Alec. No podemos intervenir en los sueños de otros sin una razón justificada."

"Lo sé," respondió Alec, con firmeza. "Pero Lia es una anomalía. Su capacidad para viajar entre realidades la hace vulnerable a fuerzas oscuras que desean explotarla. No puedo ignorar esto."

El anciano Velador asintió lentamente. "Entendemos tu preocupación, Alec. Pero también debes recordar nuestras reglas, especialmente la más importante: No debemos enamorarnos de aquellos cuyos sueños protegemos."

Alec sintió un nudo en el estómago. Sabía que esa regla existía por una razón. El amor podía nublar el juicio de un Velador, haciéndolo vulnerable y poniendo en peligro tanto al guardián como al protegido. Pero la conexión que sentía con Lia era innegable, y sabía que sería un desafío mantener sus emociones bajo control.

"Lo entiendo," dijo Alec con voz firme. "Pero mi prioridad es asegurarme de que Lia esté a salvo. Haré lo que sea necesario para protegerla, sin comprometer las reglas de nuestra orden."

El Consejo se miró entre sí, evaluando la sinceridad y determinación en los ojos de Alec. Finalmente, el anciano Velador habló. "Te permitimos continuar con tu misión, Alec. Pero recuerda bien nuestras reglas. No debes enamorarte de ella. Si descubres que tus sentimientos te ponen en peligro a ti o a ella, deberás apartarte."

Alec asintió solemnemente. "Lo haré. Gracias por su confianza."

Con la reunión concluida, Alec salió de la sala sintiéndose a la vez aliviado y preocupado. Sabía que sus sentimientos por Lia ya eran profundos, pero también sabía que su misión era crucial. Tendría que encontrar una manera de equilibrar sus emociones y su deber como Velador.

Esa noche, Alec se preparó para entrar en los sueños de Lia una vez más. Sabía que debía ser cuidadoso, no solo por las reglas del Consejo, sino también porque las fuerzas que acechaban a Lia eran poderosas y despiadadas.

Al entrar en su sueño, encontró a Lia en un paisaje surrealista, una mezcla de recuerdos y fantasías distorsionadas. Las sombras acechaban en los bordes, pero Alec se mantuvo cerca, guiándola y protegiéndola sin revelarse completamente.

"¿Quién eres?" preguntó Lia, una vez más consciente de su presencia.

"Soy un amigo," respondió Alec suavemente. "Estoy aquí para ayudarte."

Lia asintió, confiando instintivamente en la voz que la había salvado antes. Juntos, navegaron por el laberinto de su mente, evitando las trampas y enfrentándose a las sombras que intentaban atraparla.

Mientras tanto, en la sede de los Veladores, el Consejo discutía en privado. Sabían que la situación de Lia era única y que Alec estaba profundamente involucrado. El anciano Velador, que había visto muchas generaciones de guardianes, sabía que esta misión pondría a prueba no solo las habilidades de Alec, sino también su corazón.

"Esperemos que Alec pueda cumplir con su deber sin romper nuestras reglas," dijo uno de los miembros del Consejo. "Porque si falla, las consecuencias serán devastadoras para ambos."

El Velador de mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora