volver a donde nada es lo mismo

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Aprender a volver donde nada es lo mismo, con otras reglas y patrones de comunicación, con las mismas personas, pero en sitios distintos; la misma mala suerte entre los dientes y la mala experiencia del pasado pisando los talones de todos aquellos que siguen, a veces adelante; otras en círculos, pero siempre moviéndose con la esperanza de que el mañana sea significativo; tenga otras historias, otros números que resolver y tal vez por fin se pueda descansar, volver a sentir que el viento toca nuestro sistema queriendo poder mirar alrededor del problema en un nuevo dote. Ver que las cosas tal vez estén mejor ahora, sin embargo, no se sienten bien después de todo y es que en esta nueva realidad el hablar de poner todo en pausa es, según el criterio general externo, una burla de des-obligación que se alimenta de la falta de fuerza de voluntad y las pocas ganas de encontrar una orientación real, sin saber que si el mundo no se pausa en ocasiones, con todo esto encima, el pasado no sería procesado, porque a diferencia de las tantas tristes ocasiones pasadas, ahora sí que el futuro es posible y muy obvio el que se pueda llevar a cabo, pero no de la forma en que los demás quieren que esto suceda, no en el camino que los demás toman para terminar con todo rápido y sin problemas de orientación, dirigiéndose por la senda del color que pintan los demás, siendo simple y preciso, no obstante, no lo que uno quiere, más bien, siendo todo este nuevo universo parte de lo que uno debe, olvidando a lo que se llegó, dejando el dolor adueñarse de la realidad, olvidar lo que ahora somos por tratar de salvar lo que alguna vez fuimos.

La semántica de lo absurdo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora