la caída de lo inevitable

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Me levanto con la molestia en los hombros y a lo lejos se escucha un reloj que avanza en toques bajos avisándome que cada vez es más tarde para salir de lo que logré desde que la ausencia inundo mis días con miedo. Sacudo la esquina de lo que queda de mi conciencia y disipo el sentimiento con éxito una vez más, que curioso es el comenzar nuevas rutinas, porque lo cierto es que no eres alguien nuevo; sigues habitando el mismo cuerpo, usando la misma voz y midiendo los centímetros de siempre, pero ahora ya no haces lo de antes y de alguna forma, sea voluntaria o no, te obligas a cambiar de aires. Hoy en día sólo puedo escribir por pausas lo que era previo al desastre, sobre cómo gasté cuatro meses tratando de olvidar lo que antes solía leer en voz alta, sólo que a fechas actuales ya no puedo hacer mucho, mi mano derecha lleva días tratando de escribir estos párrafos, siquiera un par de prosas que den paz y doten de un nombre y sentido a lo que estoy sintiendo constantemente, porque hasta este momento no encuentro una dirección que me oriente hacia el futuro que quiero construir, paso a paso me estoy alejando de lo que creía, sé que he crecido hacia una nueva proporción de lo que es mi existencia, la verdadera cuestión es que he adquirido mayor susceptibilidad al cambio; me adapto tan rápido como puedo, pero lo que antes era algo diferente que constantemente me sacaba del hoyo ha sido remplazado por un vacío que no logro descifrar, es como una constante incomodidad que no tiene nombre ni tampoco puede ser descrita en buena forma, es la ausencia de la costumbre y una motivación entretenida con títeres de miedo, porque en un mundo que busca que todo sea revolucionario; radical, histórico. Donde se sacrifica el alma para que el coraje se adentre en espacios rotos y se convierta en una fuerza de voluntad que saque adelante de cualquier imprevisto, ¿qué se puede hacer si ya no existe una línea que suscite al cambio? si lo que mueve el espacio es una situación adyacente, algo así como la reflexión del suceso, es decir, la copia de la copia. Lo que me sucedió después de lo bueno, lo contrario a un parteaguas esa parte de la historia que todos saltan porque es aburrida y no cuenta nada elemental. Una razón simple y banal, algo más para alguien más que haga perder el sentido central del todo. La explicación que sobra después de que se dañó la confianza. Aquel momento que define algo, pero no por ser la gota que derramó el vaso sino como un sinónimo de reflexión al final, lo que sea que se haga al querer aceptar el dolor como a una cicatriz después de la caída

La semántica de lo absurdo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora