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Akane's perspective:

Realmente no recuerdo la cara de mis padres, ya que para ellos era más importante el trabajo antes que venir a verme o pasar tiempo conmigo, lo que sí recuerdo es la voz de mi madre con ese tono peculiar con el que le indicaba a mis niñeras que era lo que yo tenía que hacer el resto del día.

Mamá era alta, delgada y tenía el cabello rosado aunque se lo pintaba de castaño ya que para ella, ese no era un color serio, su mirada eraimponente y fría. Era de esas señoras que pasaban todo el día en el club con sus amigas, también  paraba viajando no solo para la prosperidad del negocio, si no también porque decía que necesitaba un respiro de su tan agitada vida. Siempre se mantenía en forma, comía solamente verduras y proteínas. Se levantaba todos los días a las 6:00 am, y a las 8:00 am comenzaba a darles el itinerario a las criadas, sobre que cosas debía hacer, que podía y no podía comer, y muchas cosas las cuales no recuerdo con claridad.

Papá, era alto, robusto, con cabello negro siempre peinado hacia un lado, su mirada era imponente y penetrante, cada vez que alguna de nuestras sirvientas lo miraba a los ojos se sentía intimidada. Siempre que escuchaba su voz era porque estaba en alguna reunión importante o estaba dando indicaciones a sus empleados. El tiempo que no estaba conmigo lo compensaba comprandome cada cosa que yo quisiera y haciendo todo lo que yo le pedía, con tal de que no lo interrumpiera de sus cosas importantes, en las que claramente no estaba yo.

Mis días se basaban en clases particulares de varias actividades, como violín, baile, idiomas, cultura, y etiqueta. Y así eran mis días, hasta que en un viaje que tuve con mis padres en Cuzco nos invitaron la hoja de coca, la cual se masca para que no nos afecte la altura en ese lugar. En el momento que terminé de mascar aquella hoja, mi cabello se comenzó a tornar completamente rosa,  los rayos solares que apuntaban hacia a mi comenzaban a hacer que mi piel se torne completamente dorada mientras generaba rayos de sol que quemaban a donde apuntara con cualquier parte de mi cuerpo.

— Akane, ¿qué te pasa?! Contrólate porfavor — decía mi madre con una expresión molesta y disgustada al verme en ese estado.

— Creo que su don se está manifestando, pero en mi opinión sería necesario llevarla con chamanes para ver como es que este se manifiesta. — indicaba el guía que teníamos.

—Si esto es necesario para que deje de hacer tales esenarios que nos llenan de vergüenza, está bien— dijo mi padre con un tono frío y desperocupado.

Yo no entendía nada, y estaba muy asustada sin poder contarle a nadie como me sentía, ya que debía aprender a mantenerme serena ante cualquier adversidad. Aunque una de las niñeras que tenía solamente me abrazó sin decir ni una palabra, creo yo que ese fue el abrazo más cálido y sincero que pude haber recibido en ese momento.

Veía la divinidad de mis ancestros no solo en mi cabeza cada que cerraba los ojos, si no que también cuando veía el hermoso paisaje de Machu Picchu mientras una camioneta negra me llevaba a un lugar muy lejano en lo más profundo de esta Huasao, el pueblo de los brujos en Cuzco.

— ¡Ali tutamanda! Curanderos, les traje a la niña que les comenté hace poco. — dijo el guía, quien al inicio habló en quechua.

— Así que ella es la niña que fue bendecida por los dioses. ¿Cómo te llamas pequeña? — Me dijo el curandero con aspecto tradicional y sereno.

— Me llamo Akane Kato, señor. — Le dije temerosa e insegura.

— Bien Akane, cuéntame ¿qué fue lo que sentiste hace un rato? — Me preguntó el mismo hombre.

— No lo sé, solamente mastique la hoja de coca y comencé a ver una figura que estaba cerca. Y comencé a sentir que algo salía de mi, mientras veía como mi piel se volvía dorada. — Le expliqué mientras miraba mis manos.

Solamente tú | Denki KaminariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora