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Akane's perspective

Finalmente llegó el día de la cita. Eran las 8:00 am del sábado. Me había metido a bañar para intentar relajarme un poco. Tenía todo calculado, pero estaba muy nerviosa, por lo que decidí que mis mejores amigos estuvieran conmigo en ese momento.

Mientras me bañaba, Mina estaba sentada en mi lavamanos, intentando arreglarse el cabello con mis productos para los rizos.

—Supongo que en tu internado muchos chicos te invitaron a salir, así que no debes estar nerviosa, ¿verdad?— dijo Ashido mientras escuchaba cómo golpeaba los cajones de la parte baja de mi lavadero con sus pies.

—No, nunca salí con nadie allí, estaba muy chica para eso— contesté rápidamente, atorándome con mi saliva mientras intentaba ignorar lo que mi mejor amiga me había dicho para no pensar en eso.

—Bueno, bueno, entonces debes apurarte para que no hagas esperar a tu amado— dijo la pelirrosa mientras movía la cortina y asomaba su cabeza para verme.

—Ya, ya, sal de aquí, chistosita, ahorita salgo— le dije mientras le salpicaba agua en la cara y me terminaba de enjuagar para salir a alistarme.

Salí de la ducha y comencé a alistarme en el baño para salir casi lista, solo faltaba cambiarme y maquillarme. Me había definido los rizos como nunca antes me habían visto; por las emociones que tenía en ese momento, más de la mitad de mi cabello se había tornado rosa intenso.

—Estás muy emocionada, ¿no es cierto?— dijo mamá, quien estaba sentada en la orilla de mi cama junto an mis mejores amigos. La verdad, no sabía en qué momento había llegado, pero me encantaba que estuviera junto a mí.

—Ay, mamá, cómo friegas, no te das cuenta de que me estoy muriendo— le contesté mientras comenzaba a buscar qué me iba a poner.

—Tienes que ponerte algo que te resalte, pero no tanto como a mí— dijo Aoyama mientras se probaba mi ropa por encima de la suya.

Entre risas y risas, encontré el outfit perfecto: llevaba puesto un top rojo sin mangas y, de pantalones, unos jeans sueltos a la cadera.

—¿Qué opinan?— les dije mientras me veía en el espejo, para ver si se veía bien el cuerpo que había construido en el gimnasio.

—Definitivamente, ese es el indicado— contestaron los tres al mismo tiempo, mientras miraban cómo posaba para ver si se apreciaba el cuerpo que había construido en el gimnasio.

—Pero si no te apuras, te verá en medio de arreglarte y supongo que no quieres eso— me dijo mamá mientras se retocaba el maquillaje.

Me senté en mi cómoda para comenzar a darle los toques finales a mi imagen, que ya estaba casi lista: un poco de corrector, rímel, labial, gloss, blush y perfume para finalizar. Justo en ese momento, escuché cómo alguien tocaba la puerta y podía deducir quién era por el olor: Kiki había llegado por mí al fin.

Volteé a ver a las personas que me estaban acompañando; ellos me hacían señas para que le abriera la puerta a aquel chico que vino a buscarme, mientras se escondían donde Kaminari no pudiera verlos.

—Buenos días— le dije mientras lo veía con esa sonrisa que lo caracterizaba.

—¿Lista para empezar las mejores citas que tendrás en tu vida?— me preguntó mientras me acercaba un ramo de plumerias, que eran rosadas y amarillas, haciendo referencia a nosotros.

—Yo creo que sí. No me defraudarás, ¿no? —le pregunté mientras me daba cuenta de que estaba un poco cansado.

—Claro que no, Nane, de verdad espero que puedas disfrutar todo lo que he preparado para ti —dijo mientras comenzaba a caminar, extendiendo su mano para que lo siguiera.

Solamente tú | Denki KaminariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora