10

2.4K 201 115
                                        

Cómo esperaba, mi vídeo llorando se hizo viral. No había persona que no supiera sobre ese inconveniente.

Me encontraba en mi cama, tapada hasta la cabeza llorando debajo de las sábanas. La cabeza me explotaba y me estaba dando sueño de tener los ojos hinchados tanto tiempo, solo quería dormir, pero tampoco lo lograba. Encontrandole un problema al principal problema, mi mente saboteando mi consciencia.

Escuché como llamaban a la puerta, me levanté de mala gana y fui hacia al baño, mire el espejo, mi apariencia corrupta haría que me arresten por asquerosidad. Caminé hasta la puerta.

—¿Quién es?—Dije, en un tono alto para que se escuchara del otro lado.

—Yo.—¿Quien se supone que es "yo? ¿Me ven con cara de adivina?

Tampoco era tan difícil, esa voz era inconfundible. Abrí la puerta, viendo al pelirrojo.—¿Que pasa, Sae?—

—Vine a buscarte, o ¿quieres que me quede aquí? No tengo problema.—

—Sae, ¿Estás viendo mi cara? No puedo salir así.—

—Bueno, entonces no salgamos.—Exclamó antes de entrar a mi apartamento, cerrando la puerta detrás de el. Lo seguí hasta la cocina, donde dejó su mochila en una silla, de ella sacó unos ingredientes.—Esto es para ti, cocina tu comida.—

Eran los ingredientes para unas galletas. Cómo era de esperar, el no sabía cocinar para nada, era muy malo en eso. Rodé los ojos antes de ponerme manos a la obra.

—¿No quieres que te enseñe a cocinar, Sae? ¿Cómo es que sobrevives solo?—Pregunté, sabiendo la respuesta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿No quieres que te enseñe a cocinar, Sae? ¿Cómo es que sobrevives solo?—Pregunté, sabiendo la respuesta.

—Sé cocinar lo básico, no necesito saber el proceso de unas galletas.— Asentí mientras seguía preparando nuestro "almuerzo" ya que eran aproximadamente las una de la tarde, no podíamos desayunar, aparte, Sae ya lo debe de haber hecho.

Le di 5 galletas a Sae y me deje 5 para mi, las galletas eran grandes así que llegarían mi apetito, quien sabe si el de Sae también.—¿Como me quedaron?—

—Ewww..horrible, voy a vomitar—Exclamó, devorándose una galleta. Me reí ante el gesto altanero, el nunca admitiría algo tan cursi, estamos hablando del mismo Sae Itoshi.

—Puedo preparar otras para que te lleves a casa.—

—Está bien, con preferencia a las de glaseado de vainilla.—

—¿Si? ¿Cómo se dice?—Pregunté, poniendo los ojos grandes tal cual perrito callejero buscando comida.

—Ugh..por favor, Psyche.—Le regalé una última sonrisa brillante antes de seguir horneando más galletas para el.

La tarde fue buena, Sae era el hombre perfecto. El sabía que iba a estar deprimida todo el día por aquel vídeo y por eso vino a mi departamento a hacerme compañía, y logró su cometido, que era mantenerme distraída y estar concentrada solo en el. Realmente este era el tipo más deseado de las chicas: guapo, alto y caballeroso. Cuántas matarian por estar en mi lugar.

Pero al más mínimo descuido, me quedaba mirando en un punto fijo, mi respiración se aceleraba ligeramente y mis ojos temblaban.

¿De verdad las rupturas duelen tanto?

Cuando amas tanto a alguien, le entregas tu confianza y alma para que este solo la tenga como adorno por ahí en su bolsillo. Ver cómo las acciones de aquel amor te incomodaban, cómo otras chicas tenían más de su atención, como seguían tratándose de amigos.

Pero el verde de sus iris nunca lo podrá olvidar aunque tenga mis ochenta años. Nunca. Los buenos momentos que viví con mi amor, con mi compañero y mi tesoro más preciado.

Pero ahora solo vivía de recuerdos, mi amada persona ya no era la misma de antes, cambio abruptamente en tan solo unos meses. El no era el mismo chico que conocí, entonces, ¿Por qué lo sigo amando?

¿Por qué sigo amando a una persona que ya no existe?

Unos cálidos brazos me envolvieron por detrás, sacándome de mis pensamientos. Me derretí en el abrazo, dejando que el chico descansará su barbilla en mi cabeza.—No pienses mucho, fea.—podía sentir su respiración contra mi cabeza.

—¡Guerra de almohadas!—Grité, como una luchadora

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Guerra de almohadas!—Grité, como una luchadora. Agarré mi almohada más preciada y arremetí contra Sae, haciéndolo perder el equilibrio (no era por mi fuerza, el se tropezó por un zapato detrás de su pie).

Rápidamente, me senté en su abdomen a horcajadas y empecé a golpearlo con la almohada en su cara, no tan fuerte, obvio, pero no alcancé ni a darle tres golpes y el ya me detuvo, agarrando mis muñecas.

—Alguien aquí es muy competitiva.—Definitivamente no entendía para nada a los hombres.¿Por qué este estaba sonrojado ahora?

Antes de poder analizarlo muy bien, el me quitó de encima, haciéndome caer al lado de el. Se puso una almohada en el regazo mientras se sentaba en el suelo.

—Entonces gané la guerra de almohadas,¿No?—Escuché su bufido estresado mientras se agarraba la cara con una mano.

—¿Para cuándo maduras, idiota? Ni siquiera te diste cuenta de lo que hiciste..

—¿Que? ¿Pero que hice ahora?—fruncí el ceño, está vez no había hecho nada estúpido para merecerme esa frase tan despiadada.

—¿Sabes que? Mejor, vayamos a dormir de una vez—El sugirió antes de arrastrarme a la cama consigo.

Me acurruque debajo de las cobijas, tapándome hasta la cabeza mientras rodeaba el torso fornido de Sae.—Quítate de ahí, pulga. No despiertes al monstruo. —

Levanté una ceja. No entendía el lenguaje de Sae, pero el si y me pregunto cómo es que lo hace. No le hice caso, pasando una pierna por encima de la suya, quedando mi piernita entre ambas piernas de Sae. Sentía un bulto entre duro y suave contra mi rodilla.



HOLAAAA

perdón si algunas partes están de la geta, esq escribí esto estando medio dormidita.

Si terminé con mi nv y volvimos dos días después, ¿Eso se cuenta como un tiempo, no? Ashh

Dos Chicos, Un Problema ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora