XXV

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"Awful Sound (Oh Eurydice)" by Arcade Fire

No pasa mucho más tiempo antes de que Chiara lleve a Violeta a casa después de la fiesta de lanzamiento de su padre.

Se sientan juntas en el camino de vuelta, escondidas en el centro del asiento e la limusina de Violeta, ella se deja caer ligeramente en el costado de Chiara a medida que los baches de la carretera las presionan cada vez más juntas.

Es extraño.

No han hablado desde que Violeta lloró-Violeta ni siquiera ha mirado a Chiara desde que dejó que las lágrimas se deslizaran de sus ojos. Más bien, sólo la siguió ciegamente, como un cachorro perdido y empapado bajo una tormenta, y Chiara la condujo por la cintura a través de la multitud de personas fumando en los alrededores del hotel, las cadenas de humo torciéndose y obstruyendo los pulmones de Chiara. Llevó a Violeta, segura y eficientemente, y ahora están a salvo en el interior del coche y de camino a casa y... es simplemente extraño. Chiara no está segura de si debería hablarle, tocarla, confortarla, o dejarla en paz. Todavía puede sentir donde las lágrimas de Violeta humedecieron su camisa, todavía puede oír su atormentada angustia primitiva y la forma en que su nombre había sido sollozado de la boca de Violeta, tan dolorosamente y sin poder hacer nada que agitó hasta los zarcillos relativamente más fríos que componen a Chiara. Y quiere estirarse, poner las frágiles manos de Violeta entre las suyas o colocar su nariz confortablemente en su cabello que está descansando tan cerca de su mejilla o, diablos, abrazarla por la cintura con manos firmes... pero más que todo esto, sólo quiere tratar la situación de la manera correcta. Quiere tratar bien a Violeta. No quiere sobrecargarla ni presionarla.

Así que, en lugar de eso, simplemente pone suavemente su cabeza encima de la de Violeta-que se ha deslizado con cansancio sobre su hombro-con el cuidado suave de una pluma, apenas descansando sobre las hebras sedosas de cabello que podrían inspirar al próximo Renacimiento.

Exhala con toda tranquilidad, su cuerpo se llena de alivio sencillo por el mero hecho de que Violeta está aquí, tan cerca y segura.

Se siente bien tenerla de vuelta.

En el resplandor fugaz de las farolas puede ver la caída de los párpados de Violeta en respuesta al movimiento de Chiara, pero no dice nada y nunca se mueve, sólo mira por la ventana, tranquila y cansada, una pequeña especie de serenidad supera su respiración mientras los resplandores anaranjados de las luces alargan sus pestañas y las sombras de su cara. Ha comenzado a llover o más bien, a caer aguanieve-y está salpicando contra las ventanas, helada y abrasiva, pero Chiara no puede lograr que le importe porque en este momento se siente cálida y seca y un montón de otras cosas que piensa que podría sentir por siempre de alguna manera caprichosa, intangible y maravillosa.

Y de repente el coche se detiene. Están fuera de los jardines-cerca de las habitaciones de Violeta. Están de vuelta.

Trata de no dejarse enredar en el destello de infelicidad que siente pasar rápidamente a través de su sistema cuando Violeta comienza a enderezarse, alejando su cuerpo por completo de Chiara y arrancando el calor que había comenzado a extenderse en sus huesos y en las esquinas de sus apretados zapatos pulidos. Violeta respira suavemente mientras se acomoda su chaqueta, y se queda mirando a la oscuridad. No hace ningún movimiento para hablar mientras parpadea, eternos, lentos y largos parpadeos. Está sombreada y cansada. Se ve como un poema. Uno de esos tristemente hermosos, que tienen palabras cortas y desconocidas que suenan etéreas cuando se las pronuncia y completamente sin sentido cuando se las piensa. Del tipo que se encuentra en la parte posterior de un libro y le doblas la esquina a la página porque quieres leerlo un poco más tarde, cuando tu cabeza esté un poco más clara. Escrito por un poeta romántico con un nombre que suena como una respiración suave y a reputación.

Young and Beautiful | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora