Capítulo 25

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Nerys:

-¿Podemos hablar? -preguntó en tono serio, y me imaginé lo peor.

-Sí -respondí, con la voz un poco quebrada.

Salimos del aula dirigiéndonos al patio trasero del colegio, alejándonos del bullicio.

-Nerys -dijo, llamando mi atención mientras jugueteaba nerviosamente con mis dedos-. Lamento haber llegado tarde.

-No pasa nada, todo está bien -contesté sin atreverme a mirarle a los ojos, a pesar de que estábamos frente a frente.

-De verdad lo siento.

Él tomó mi barbilla, obligándome a mirarle a los ojos.

-¿Está todo bien? -preguntó, dejando una suave caricia en mi mejilla que me hizo cerrar los ojos por unos segundos.

-Sí -respondí, y en nuestros rostros se dibujó una sonrisa-. ¿De qué querías hablar?

-Yo... nada importante -dijo antes de tomar mi mano y darme una vuelta-. Estás hermosa -añadió, provocando que una sonrisa mucho más grande se formara en mi rostro y un ligero sonrojo adornara mis mejillas.

-Gracias, tú también estás muy guapo -respondí, sintiendo cómo el rubor se intensificaba.

-Me encanta cuando te sonrojas -susurró en mi oído, y mi corazón estalló en mi pecho al sentirlo tan cerca. Mis mejillas se tornaron aún más rojas.

-Quiero besarte. ¿Puedo? -preguntó, mirándome directo a los ojos.

-¿Por qué pides permiso para besarme? -inquirí, confundida.

-Porque a las damas se les respeta -respondió él, provocando que riera.

-Significa que aunque seas un caballero... ¿Yo tendría que pedir permiso para besarte?

-No, tú puedes besarme tantas veces como quieras, princesa Nerys -informó con una sonrisa traviesa.

-No me llames así -demandé, intentando ponerme seria.

-Tienes un carácter fuerte; creo que te queda mejor Tormenta.

-¿Tormenta? -le miré confundida.

-Sí.

-Por eso el dibujo que me regalaste llevaba una tormenta. ¿Desde cuándo pensabas llamarme así?

-Desde el día en que te vi por primera vez -confesó él, dejándome desconcertada mientras el calor comenzaba a subir desde mi cuello hacia mis mejillas.

-¿Te puedo besar o no? -preguntó serio, y mis mejillas ardieron aún más.

-Sí -respondí, nerviosa y ansiosa a la vez.

Él me tomó de la cintura, acercándome a él, y mi mirada se perdió en sus labios. En un instante, nuestros labios se encontraron, enviándome una oleada de sensaciones por todo el cuerpo. Mi corazón latía desbocado y sentí un ligero temblor recorrerme. Mis manos se deslizaron por su cuello, jugando con su cabello.

Acordes del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora