***
Nerys:-¿Podemos hablar? -preguntó en tono serio, y me imaginé lo peor.
-Sí -respondí, con la voz un poco quebrada.
Salimos del aula dirigiéndonos al patio trasero del colegio, alejándonos del bullicio.
-Nerys -dijo, llamando mi atención mientras jugueteaba nerviosamente con mis dedos-. Lamento haber llegado tarde.
-No pasa nada, todo está bien -contesté sin atreverme a mirarle a los ojos, a pesar de que estábamos frente a frente.
-De verdad lo siento.
Él tomó mi barbilla, obligándome a mirarle a los ojos.
-¿Está todo bien? -preguntó, dejando una suave caricia en mi mejilla que me hizo cerrar los ojos por unos segundos.
-Sí -respondí, y en nuestros rostros se dibujó una sonrisa-. ¿De qué querías hablar?
-Yo... nada importante -dijo antes de tomar mi mano y darme una vuelta-. Estás hermosa -añadió, provocando que una sonrisa mucho más grande se formara en mi rostro y un ligero sonrojo adornara mis mejillas.
-Gracias, tú también estás muy guapo -respondí, sintiendo cómo el rubor se intensificaba.
-Me encanta cuando te sonrojas -susurró en mi oído, y mi corazón estalló en mi pecho al sentirlo tan cerca. Mis mejillas se tornaron aún más rojas.
-Quiero besarte. ¿Puedo? -preguntó, mirándome directo a los ojos.
-¿Por qué pides permiso para besarme? -inquirí, confundida.
-Porque a las damas se les respeta -respondió él, provocando que riera.
-Significa que aunque seas un caballero... ¿Yo tendría que pedir permiso para besarte?
-No, tú puedes besarme tantas veces como quieras, princesa Nerys -informó con una sonrisa traviesa.
-No me llames así -demandé, intentando ponerme seria.
-Tienes un carácter fuerte; creo que te queda mejor Tormenta.
-¿Tormenta? -le miré confundida.
-Sí.
-Por eso el dibujo que me regalaste llevaba una tormenta. ¿Desde cuándo pensabas llamarme así?
-Desde el día en que te vi por primera vez -confesó él, dejándome desconcertada mientras el calor comenzaba a subir desde mi cuello hacia mis mejillas.
-¿Te puedo besar o no? -preguntó serio, y mis mejillas ardieron aún más.
-Sí -respondí, nerviosa y ansiosa a la vez.
Él me tomó de la cintura, acercándome a él, y mi mirada se perdió en sus labios. En un instante, nuestros labios se encontraron, enviándome una oleada de sensaciones por todo el cuerpo. Mi corazón latía desbocado y sentí un ligero temblor recorrerme. Mis manos se deslizaron por su cuello, jugando con su cabello.
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Acordes del destino.
RomanceElla oculta la tristeza que la ha sumido en el silencio. Él guarda un secreto doloroso de su pasado. Dos almas heridas, con cicatrices, que buscan la fuerza para sanar y la valentía para creer en sí mismas, desafiando sus miedos. ¿Podrán estos dos...