JUEGO DE PODER | Blair Parker es llamada de muchas formas menos por su nombre.
Ella es para la prensa y el resto del mundo "La abogada del diablo", conocida por ser la única defensora de todos los criminales que los héroes se esfuerzan por liquidar...
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Blair salió de la estación de policía con un paso acelerado, los expedientes de los delincuentes detenidos anoche firmemente apretados en su mano. El aire matutino de Blüdhaven estaba cargado con la humedad típica de la ciudad, pero eso no parecía molestarla.
Había vivido el tiempo suficiente en la misma ciudad como para rendirse ante su asqueroso clima y dejar de pelear contra el cabello inflado.
Además, todos los productos como cremas, sprays, alisados y tratamientos contra el frizz creados por la humedad no habían ayudado mucho y solo continuaban aumentando de precio.
Estafadores y mentirosos, eso son, ¿por qué no crean un producto que verdaderamente sirva?, continuó pensando la rubia.
Aunque rápidamente recordó el caso que tenía entre manos y en su reciente conversación con Dick Grayson. Una vaga memoria de la primera vez que se conocieron la golpeo de repente.
Ella iba apresurada por un caso que recientemente había ocurrido a la estación, debía tomar información de los acusados antes de que otra persona le robará el patrocinio de la causa. Lastima que con lo primero que se topo fue un detective con cara sería y brazos cruzados diciéndole que no le podía dar esa información a cualquiera que se presentase en el lugar.
Tuvo que sacar todas sus credenciales y acreditar su identidad a pesar de que todos, sin exagerar, la conocían. Excepto el, claro, porque era nuevo. Como tardo tanto tiempo, perdió la oportunidad de representar el caso y así, el comienzo de una tensa relación surgió.
Caminaba hacia su coche, un sedán negro y elegante que reflejaba su personalidad ordenada y profesional, pero seguía pensando en Grayson. Siempre tan seguro de su justicia vigilante, tan convencido de que su forma de proteger la ciudad era la única correcta. Blair sonrió irónicamente mientras arrancaba el motor.
Héroes. La palabra misma la hacía rodar los ojos. Para ella, eran solo hombres con complejo de superioridad, creyendo que podían arreglar el mundo con sus puños.
Condujo por las calles de Blüdhaven, pasando por barrios que cambiaban de la opulencia a la decadencia en cuestión de manzanas. La ciudad era una mezcla de luces y sombras, muy al estilo de su vida profesional. Llegó a su edificio, un rascacielos de vidrio y acero que destacaba en el horizonte. Aparcó en su lugar designado y tomó el ascensor hasta el piso que le correspondía.
Su apartamento era un reflejo de su personalidad: espacioso, elegante y meticulosamente ordenado. Los muebles eran modernos y minimalistas, con líneas limpias y colores neutros. Un gran ventanal ofrecía una vista panorámica de la ciudad, pero Blair rara vez se tomaba el tiempo para disfrutarla. Estaba demasiado ocupada asegurándose de que cada detalle de su vida profesional estuviera perfectamente controlado.
