JUEGO DE PODER | Blair Parker es llamada de muchas formas menos por su nombre.
Ella es para la prensa y el resto del mundo "La abogada del diablo", conocida por ser la única defensora de todos los criminales que los héroes se esfuerzan por liquidar...
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Una semana había pasado desde que Grayson adoptó el papel de su “guardaespaldas” improvisado, y Blair no podía evitar encontrarlo, en el fondo, ridículamente dramático. Lo hacía con la mejor de las intenciones, pero ¿de verdad pensaba que ella era tan indefensa?
La escena de la plaza seguía fresca en su mente, pero ¿era necesario todo esto? Acompañarla a casa, revisar cada rincón, asegurarse de que no había “visitas inesperadas” como solía decir, cada noche la misma rutina. Ya era casi cómico, si no fuera porque sabía que Grayson realmente lo decía en serio.
—Sí a ti te pasa algo por no haberte acompañado justo ese día, después de haber soportado una semana haciendo esto, me tiraré a las vías del tren, Parker. —Esas habían sido sus palabras.
Había rodado los ojos tantas veces a lo largo de esa semana que temía que un día quedaran fijos en el cielo. Grayson estaba siendo dramático, como siempre. Aguantarla era su nuevo pasatiempo favorito. Lo que él no entendía es que Blair ya había aceptado su rol en todo esto. Ella no se hacía la tonta, sabía que, comparada con los tipos con los que estaban lidiando, era la parte más vulnerable del equipo.
Aunque, para ser justos, pensaba mientras masticaba su tostada, ¿no es un poco ofensivo que me vea tan... indefensa? Solo porque no estoy armada hasta los dientes o no tengo el entrenamiento militar de Grayson, no significa que sea una inútil. Aunque... tal vez debería conseguir un arma.
La idea la hizo detenerse. ¿Un arma? ¿Yo?. Una risa irónica escapó de sus labios. ¿Desde cuándo pensaba en estas cosas? Todo lo que quería era resolver este caso y volver a su vida normal, una que no incluyera disparos y persecuciones en la plaza.
Se servío más café, y su teléfono vibró en la mesa. Era un mensaje de Grayson, lo cual ya no era una sorpresa. Se había convertido en parte de su rutina diaria también. Blair desbloqueó el teléfono y leyó el mensaje:
"Te paso a buscar en 10."
Suspiró. Debería habérmelo esperado. Él ya estaba imponiendo ese control diario sin importar cuántas veces le dijera que podía manejarse sola. La realidad era que, por alguna razón, Grayson parecía no confiar en que estuviera segura por sí misma.
Diez minutos después, Grayson estaba estacionado frente a su edificio. Blair salió con su bolso al hombro, lanzándole una mirada de resignación mientras se subía al auto.
—Te pasas de paranoico, ¿lo sabías? —dijo Blair mientras se acomodaba en el asiento, sin molestarse en saludar primero.
—Lo tomaré como un cumplido. —Grayson no apartó la vista del volante, pero ella pudo notar la leve curva en sus labios.
—¿De verdad crees que alguien va a aparecer en plena luz del día y secuestrarme? ¿O crees que soy tan torpe que no podré defenderme de un carterista?
