JUEGO DE PODER | Blair Parker es llamada de muchas formas menos por su nombre.
Ella es para la prensa y el resto del mundo "La abogada del diablo", conocida por ser la única defensora de todos los criminales que los héroes se esfuerzan por liquidar...
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—¡No lo puedo creer! —Blair se soltó bruscamente de su abrazo y lo miró con los ojos llenos de furia—. ¿Quién te crees que eres para venir aquí a hacerte el héroe después de todo lo que me has mentido?
Dick frunció el ceño, intentando mantener la calma.
—Blair, por favor, no es el momento para esto. Acabo de noquear a dos tipos que intentaron matarte. ¿Lo entiendes? Te salve la vida.
—¿Qué si lo entiendo?—le gritó ella, furiosa, empujándolo con fuerza—. ¡No carajo, no lo entiendo! ¡Y menos después de haberme ocultado que eras Nightwing todo este tiempo! ¿Cuánto más pensabas mentirme?
Dick apretó los labios, sosteniéndola de los hombros para que lo mirara.
—No estoy aquí para pelear contigo, Parker. ¡Estoy aquí porque estás en peligro! No me importa si me odias por esto, pero voy a llamar a unos amigos para que se encarguen de esos tipos.
Blair lo miró con sarcasmo y una sonrisa de incredulidad.
—¿Qué, vas a meter a los Titans en mi casa ahora?
Dick la miró seriamente y asintió.
—Sí. Y será mejor que empieces a hacer tus valijas.
Blair lo miró, descolocada.
—Por favor, no estés insinuando lo que creo que estás insinuando…
Dick se acercó más a ella, su expresión completamente seria.
—Sí. No vas a pasar ni un segundo más en riesgo. Hoy mismo te mudas a San Francisco.
Blair se plantó frente a Dick, acercándose tanto que sus rostros casi se tocaban. Su respiración era irregular.
—Ni en tus más jodidos sueños vas a obtener una sola pizca de colaboración de mi parte —le espetó, con la voz cargada de veneno—. Si piensas que voy a dejar todo para irme a San Francisco contigo, entonces tendrás que llevarme o noqueada o atada, Grayson. Elige.
Dick no retrocedió. En lugar de eso, empezó a avanzar hacia ella, lentamente, paso a paso. Su mirada no la dejaba ni por un segundo, pero su voz, cuando habló, fue baja y calmada.
—¿Quieres jugar a ser la niña caprichosa? Está bien, —dijo, acercándose más—. Pero en este maldito momento necesito que colabores.
Blair no se movió, manteniéndose firme frente a él. Los nervios en su estómago empezaban a revolverse, pero no iba a dejar que él lo notara.
—¿Colaborar? —siseó ella, con una risa amarga—. ¿Como si tú hubieras sido transparente conmigo todo este tiempo?
Dick se detuvo cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella, su rostro apenas a centímetros del suyo.
