No había sido difícil colarlo hasta su buhardilla.
Solo estaba Manuel en el salón leyendo un libro. Almudena iba a pasar todo el día en la casa de Álvaro y de Lily no tenía ni idea. Aún así, hasta que no cerró la puerta tras de sí no pudo respirar tranquilo.
Martin paseaba por la estancia ojeando cada objeto que había traído como decoración. Suponía que él ya conocía la habitación. Eran pocas cosas nuevas, unos cuantos marcos de fotos, un póster de una película de Almodóvar y varios libros que dudaba que terminase leyendo. Dejó la tira de fotos sobre la cómoda, ya algo arrugada por estar en su bolsillo.
- Me voy a duchar. - Avisó. Desabotonó la camisa hasta quitársela al completo para dejarla en el perchero. El chico se sentó en la cama, reclinado hacia atrás sobre sus brazos.
- Lo de la ducha conjunta para otro día, ¿no?
Sinvergüenza de mierda. No sabía lo alterado que estaba solo de tenerlo en su habitación.
- Te dejo que te duches después. - Bufó dramatizando y se dejó caer del todo en la cama de matrimonio.
- Me conformaré.
- No te queda otra. - Cerró la puerta del baño.
La ducha fue lo más tranquila y rápida teniendo en cuenta el factor de que Martin lo esperaba fuera y que aquello no le generaba más que impaciencia. Peinó su pelo, se perfumó y enrolló la toalla a su cintura antes de salir.
Martin, aún sobre su cama, apartó la mirada del móvil para fijarla en él, que fingía no tener todo los sentidos fijados en sus movimientos mientras buscaba un calzoncillo en el cajón. El calor y el olor que desprendía el cuerpo del chico llegó hasta su espalda. Apoyó uno de los brazos sobre la cómoda, muy cerca de él.
- ¿Me dejas unos?
- ¿Me lo vas a devolver? - Se giró en su dirección a la vez que sacaba otro calzoncillo doblado a la perfección. Sus brazos se rozaban sobre el mueble.
- Si prefieres no dármelo, yo me quedo sin. No te preocupes. - Sugirió con falso desinterés.
Lo iba a matar. Si las palabras del chico afectaban a todo su organismo sin piedad, los ojos de este no tenían explicación. Sacaba su lado más primario.
- Yo por eso no tengo problema. - Martin asintió, pendiente a cada palabra que salía de su boca. Parecía masticarlas para después encontrar justo la reacción que buscaba de su parte.
- ¿Seguro? - Desabrochó el botón de su pantalón. Juanjo asintió vacilón, esperando la siguiente acción del pequeño. La diferencia de altura y los ojos demandantes le hacía sentir que recuperaba la autoridad que tantas veces perdía.
- Venga. - Le animó.
Seguía inmóvil y aún así, tenía cada vez a Martin más cerca. Le dificultó la tarea de demostrar ser impasible la toalla resbalándose de su cintura. A la segunda vez que la agarró, Martin posó la mano sobre la suya.
- ¿Venga qué?
Necesitó respirar hondo por la nariz. Martin mordió la sonrisa que se estaba formando en sus labios. Era tan consciente de lo que provocaba. No soltó el agarre de la toalla cuando Juanjo lo hizo. El poder volvía a estar al completo de su mano. Dio el único paso hacia delante, el único posible dentro de la distancia que se formaba entre ellos.
- A la ducha. - Martin negó sin borrar la sonrisa. Tomó más tela entre sus dedos.
- ¿Me la puedo llevar?
- Puedes hacer con ella lo que quieras.
- ¿Lo que yo quiera? - Miró sus labios y Juanjo hizo lo mismo con los suyos. Asintió sin apartar los ojos de aquel punto, cuando los colmillos del chico volvieron a barrer su labio inferior supo que no había vuelta atrás. Ni la quería.
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café lily
Fiksi PenggemarJuanjo se instala un verano en un pueblo costero para trabajar en la cafetería de su tía. Martin está enfadado porque el sobrino de su jefa le ha provocado una bajada de sueldo. O donde Juanjo y Martin se conocen entre cafés, arena, amigas y olas.