capítulo 14. - olas en calma

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lily:
Que ganas de que volváis!!! Os echo de menos en la cafetería y en casa mis niños 😩❤️❤️

- Dile que yo me quedo aquí.

Juanjo se sobresaltó y llevó una mano a su pecho en consecuencia del susto.

Era el último día del viaje, al menos el último que contaba. Al día siguiente se irían temprano por la mañana ya que por la tarde tenían que trabajar. Lily le había enviado otro mensaje a Juanjo diciéndole algo como que Francisco ya no aguantaba más y que los necesitaba con urgencia.

- Avisa de que estás aquí niñato. - Martin rio y se dejó caer sobre la cama de Álvaro. Se incorporó apoyándose en sus codos sobre el colchón. - Y no me mires el móvil.

- Pues quítale brillo que me lo has puesto a huevo.

Aún llevaba solo los calzoncillos de ayer. Hacía a penas media hora que se había despertado y porque Violeta había subido hasta la habitación y le había gritado algo cómo "¿Tú ves normal esto? Son las dos de la tarde", por lo contrario, dudaría estar despierto aún.

Y todavía con esas, agradecía que fuera ella, cualquiera de los restantes hubiesen añadido más agresividad a la hora de despertarle. Bueno, menos Juanjo, que tenía la firme creencia de que lo hubiese despertado de una forma más dulce.

Aunque ahora, mirándolo desde abajo y vistiendo también únicamente los mismos calzoncillos negros de ayer, no sabía si dulce era la palabra que asignaría a cómo quería su despertar. Por su cabeza pasaban mil esculturas a las que se asemejaba pero ninguna terminaba de hacerle justicia.

Estaba buscando en su bolsa entre al menos cinco bañadores cuál ponerse. Había algunos que ya conocía, como el azul marino que se puso el día anterior y que llevaba puesto el día que comieron en la piscina de Alvaro, ese día en el que no pudo ni leer tres páginas de su libro porque no podía parar de mirarle. También había visto el rojo, el del primer día que Juanjo fue a la playa con ellos. Recordaba estar tan enrabietado que hasta le enfadó lo bien que le quedaba. Pero había otros, como uno amarillo, que no lo había visto nunca. Y quería ese. El amarillo.

- Ponte ese. - Señalizó con la cabeza el bañador que sujetaba en la mano derecha.

- ¿Este? - Echó dentro de la bolsa el azul marino y se quedó con el amarillo en la mano. - No sé, no me lo suelo poner... ¿no te parece feo el amarillo? Me lo regaló el amigo este que te digo que me enseña música, no sé qué le pasó por la cabeza.

- Ese chaval me cae bien, tiene buen gusto.

Si lo pensaba bien gracias a él Juanjo había descubierto a los motorizados, por lo que gracias a él aceptó la salida en la que se besaron por primera vez. Aún con esas, si su imaginación del bañador sobre su piel morena rozaba la realidad, no tenía claro por cual se sentía más agradecido con el chico desconocido.

- Yo creo que lo odiarías si lo conocieras. Es más pesado... - Juanjo rio. Dejó sobre la cama el bañador amarillo. - Entonces este.

- Seguro que me cae mejor que tú, que también eres bastante pesado. Y si, hoy creo que es el día perfecto para estrenarlo.

- Eso es fácil... Ah ¿y eso por qué? - Martin se encogió de hombros y se dejó caer algo más en la cama. La sonrisa de suficiencia le empezaba a poner nervioso al mayor.

- No sé... lo siento aquí. - Acarició su barriga en círculos. Juanjo dejó salir una risa suave mientras barrió con la lengua su labio inferior. Tuvo el impulso de levantarse para morderlos pero se conformó con canalizarlo en un apretón discreto a las sábanas de debajo suya.

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