10. Feel the vibe

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Así que así son las fiestas por aquí.

Diez, quince personas repartidas por todo el salón, simplemente charlando y bebiendo. Y un mayor número bastante abrumador de personas alrededor o dentro de la piscina, bailando, riendo y pasándoselo bien.

Bien, se supone que así tiene que ser una fiesta ¿verdad?

No tiene por qué tener ese nudo tan extraño en su estómago. Pero aún así, sus ojos se pasean por cada esquina del salón, por cada persona desconocida, buscando algo que le haga echarse atrás y volver a la soledad y seguridad de su cuarto.

—¿Estás segura de que quieres quedarte? — pregunta Chiara a su lado, apretando su muñeca para llamar su atención, lo cual calma un poco ese malestar en su estómago.

Porque como dijo Denna, al menos tiene una buena compañía y eso la hace sentir un poco más segura y confiada de lo que normalmente estaría.

—Chiara — dice Violeta en un suspiro —No he arriesgado mi vida en el viaje de coche contigo de conductora para nada.

—No le digas a mi padre que casi me cargo el espejo retrovisor, porfi.

—Ni que fuera una chivata. — Violeta pone los ojos en blanco. —Anda, mira, ahí está la lámpara de lava — se da cuenta, mirando las manchas rojas flotando en una mesa auxiliar al lado de los sofás.

—No dejes que te hipnotice hasta que hayas tomado al menos dos copas— advierte Chiara. —¿Quieres buscar a Martin? Probablemente esté en la cocina.

Violeta asiente, con los ojos todavía hipnotizados por la lámpara y Chiara resopla divertida, empujándola hacia la cocina.

Algunas personas en el salón saludan brevemente a la morena, lo que realmente no debería sorprender a la pelirroja, porque por supuesto que Chiara conoce a cada persona en ese pequeño pueblo.

—Martin, ¡mira a quién traje! — grita Chiara, empujándola hacia adelante nada más entrar en la cocina.

—¡Anda, hola!

La sonrisa de Martin se amplía cuando la ve junto a la morena. —¡Violeta! ¿Has convencido a Kiki para que te traiga a la fiesta en vez de al bar roñoso ese?

—La convenciste tu a ella con la piruleta esa de melón que le diste. — Chiara pone los ojos en blanco.

Martin suelta una pequeña risa. —Esa que no quisiste. —se burla, bajándose de la encimera de la cocina y acercándose a la isla donde están todas las bebidas. —Apuesto a que esto no me lo vas a rechazar.

—Sabes que no. Pero solo una que luego tengo que conducir. — advierte. Mientras Martin prepara una bebida para ella, la morena se gira a mirar a la pelirroja. —¿Tu quieres algo?

—Lo mismo que tú —se anima Violeta, siendo escuchada por el castaño, quien prepara otro vaso.

Quizás con una copa logré dejar de sentirse tan cohibida ante el ambiente.

—¡Martin!

Un chico alto, con un polo blanco de manga corta y unos vaqueros estrechos se acerca hasta ellos con una sonrisa amigable y la intención de pasar su brazo por los hombros del chico más bajo, sin embargo, se detiene al chocar con la mirada de ambas.

—Juanjo, mira ellas son Chiara y Violeta. —les presenta el castaño, mirando entre la gran cantidad de botellas de alcohol, buscando la indicada. —Te he hablado de Chiara varias veces, de hecho.

El chico más alto mira a la morena tratando de identificarla, hasta que alza ambas cejas y junta las manos a la vez que suelta un gritillo. —¡Tú eres la guiri! Te imaginaba rubia y de ojos azules la verdad... —dice, la pelirroja tiene que contener la risa ante el tono de decepción del chico, quien trata de corregirse al ver la confusión en la cara de la morena. —Que de todas formas no estás nada mal, eh. Que eres guapísima. —Juanjo hace contacto visual con Violeta y la pequeña sonrisa tímida que tira de sus labios y se corrige de nuevo. —Sois guapísimas.

Cuando sale la luna | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora