Capítulo 18

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El silencio que cae después de la amenaza solo es interrumpido por el sonido del forcejeo de la puerta. Es en ese momento que algo dentro de mí se enciende: Una rabia contenida que no recordaba sentir hace mucho tiempo.

Soy un soldado experimentado, conozco mis límites y mis conductas. Suelo ser poco sociable y he aprendido a mantener mis emociones dentro del margen desde que sucedió el coma. Muy pocas cosas me afectan, sobre todo porque no hay mucho que recordar de mi vida. He crecido en el mundo militar, nada puede afectarme lo suficiente o por lo menos eso me digo siempre para no salirme de mis cabales. Soy un hombre de justicia, amo proteger y defender lo que es mío, así como a mis amistades. Pero no soy del todo correcto, porque cuando mi contador emocional llega a cero, solo necesito una chispa para enloquecer.

(T/n)_______ no me mira, se ha girado hacia la puerta con una primitiva preocupación surcando su rostro. Casi inconscientemente bajo la vista hasta su espalda, viendo más de cerca esas grandes manchas de sangre. No me controlo cuando mi mano acaricia la tela y presiono sin mucho cuidado una parte de la misma. La escucho soltar un quejido antes de verla girarse de nuevo, ganándome una mirada de dolor y extrañeza.

—¿Quién te hizo esto? —pregunto bajito y con exigencia.

Debo hablar con los dientes presionados para no gritar, para no levantarme del suelo y matar al imbecil tras la puerta. Si me entero que fue él, todo este desborde emocional va a ser soltado.

Ella niega, quizás adivinando mis pensamientos. Quiero obligarla a que me diga entonces quien fue en realidad, quiero tomarla por los hombros para que confiese quien le hace tanto daño. Pero sé muy bien que ella jamás me lo diría, o me perdonaría por obligarla a confesarlo. No la conozco lo suficiente, no tengo el derecho de exigirle algo y aún así aquí estoy, a punto de mandar mi buena ética a un lado solo para ayudarla.

—Abre la puerta. —le susurro.

No puedo obligarla a decirme la verdad, pero puedo descargar mi ira contra ese tipo.

—No König, ¿Enloqueciste?

Mi nombre en sus labios sale tembloroso, aunque eso no impide que me guste como suena. Me mira fijamente, decidida a hacerme cambiar de opinión. Es la primera vez que parece por fin darme cara, ya que casi siempre parece tenerme miedo.

—No te estoy preguntando.

Ambos nos miramos fijamente, ella intentando entenderme y yo acumulando tensión. Necesito hacer esto o voy a entrar en un maldito colapso. Nadie amenaza a mis compañeros y sale vivo para contarlo.

La tomo por sorpresa cuando me levanto de un salto. Ella me mira desde el suelo, asustada y preocupada pero no le doy tiempo a rechistar ya que la tomo por debajo de los brazos y la levanto. Cuando abre la boca para de seguro soltar un grito, la tapo con mi mano y le hago una seña de silencio. Debo inclinarme un poco para acercarme a su rostro y cuando lo hago, estoy casi seguro que una extraña emoción surca sus verdosos ojos.

Sin munición [König x Tu] (#3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora