Capítulo 17

411 48 14
                                    

•👑•

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•👑•

Me hubiera gustado quedarme en la camilla intentando recordar de donde conocía a aquellas voces de mis recuerdos pero me asignaron mis labores en la enfermería que debía cumplir con rapidez o la anciana loca de la recepción me agarraría como muñeco para probar sus inyecciones.

Han pasado cinco días de cumplir tareas, llevar suministros y de charlar con Zara. Me gustaría decir que he socializado bastante con los demás enfermeros pero la relidad es que me he mantenido distante. No porque sean malas personas sino porque me he dado cuenta que los chismes y secretos se transmiten con mucha rapidez. Su sistema de cotilleo es tan bueno que ya me enteré que (T/n)_______ no tuvo inconvenientes con el Coronel Jones. Parece ser que el sujeto decidió perdonarla ya que solo trataba de proteger mi identidad como su paciente.

Hablando sobre la linda enfermera, no la he vuelto a ver en estos días. Es extraño teniendo en cuenta que siempre la veía en la enfermería cumpliendo sus labores, aunque he tratado de no pensar mucho en eso. Se supone que debo mantener mis distancias, es obvio que entre ambos nos hemos metido en problemas así que prefiero su ausencia que volver a meterla en un lío. Por otro lado, me sorprendí cuando Zara me confesó que ambas habían sido amigas, aunque no profundizó mucho en ello; incluso puedo jurar que vi un gramo de dolor en su rostro.

Siguiendo con ella, justo ahora acaba de dejarme solo en una habitación ya que tengo que organizar un montón de suministros en los altos muebles que reposan en la pared. Admito que esta tarea me parece exageradamente aburrida, pero me pongo en marcha antes de que me encuentren de pie en medio de la sala como un tonto.

No cuento el tiempo pero me mantengo ocupado. Intento organizar todo lo mejor posible ya que la última vez que no lo hice bien la anciana me hizo repetir mi tarea dos veces seguidas.

Es solo cuando ya estoy a punto de terminar que la puerta es abierta de golpe. Me sobresalto en mi lugar y me preparo para cualquier ataque o intruso hasta que veo ese familiar cabello rubio. Ottys no parece haberse dado cuenta de mi presencia ya que se encuentra muy ocupada cerrando las puertas conjuntas de la habitación. Escucho como tintinean algunas llaves y como coloca los seguros con mucha rapidez. Su respiración es terriblemente agitada y nerviosa, al igual que el leve temblor de su cuerpo. Pese a mi sorpresa por su repentina aparición, hay algo que captura casi de inmediato mi atención...

Sangre.

(T/n)_______ va vestida con un pantalón negro de jean junto con una sencilla camisa blanca, la cual se tiñe de rojo en algunas partes de su espalda. No tardo en enderezarme por la preocupación y acercarme a su posición, listo para ayudarla, hasta que ella parece estar tan asustada que ni siquiera escucha mis pasos y me toma desprevenido cuando retrocede con demasiada velocidad.

Su pequeño cuerpo impacta con el mío sin una pizca de suavidad. La escucho soltar una queja de dolor antes de un jadeo de sorpresa cuando ambos tropezamos y caemos al suelo. Solo me da tiempo de sujetarla para que caiga encima de mi y no de cabeza contra el suelo. El sonido de nuestros cuerpos y respiraciones es lo único que se escucha por unos breves segundos antes de que alguno se mueva. Me incorporo con cuidado, sobre todo porque mi pobre codo ha recibido casi todo el impacto. Ayudo a (T/n)______ a deslizarse para que quede sentada en el piso, justo entre mis piernas flexionadas.

—¿Estás bien? —pregunto cuando de nuevo su respiración parece descontrolarse más de lo que debería.

Aparto mi brazo izquierdo, el cual se encontraba aún sujeto a su cintura para posarlo en su brazo en un débil intento de brindarle calma. Su cabeza se mueve brevemente y me observa sobre su hombro, con sus ojos llenos de lágrimas silenciosas y unas ojeras oscuras que jamás había visto. Es en ese momento que algo dentro de mi se sacude. Al principio no entiendo que sucede, pero no estoy preparado cuando el recuerdo me embiste con brutalidad.

Al principio es una imagen lejana, una que no logro enfocar ya que pasa con mucha rapidez. Luego, siguiéndola, un terrible dolor de cabeza decide golpearme. Suelto un gruñido de dolor sin quererlo y debo cerrar los ojos para intentar calmar la repentina migraña. Es solo cuando la oscuridad ocasionada por mis párpados me abunda por completo, que un nuevo recuerdo aparece: Es fugaz, quizás demasiado, pero solo me muestra una mano femenina sujetando la mía con fuerza, como si no quisiera soltarme; cómo si yo fuera lo único que tiene para aferrarse.

—¡König!

El recuerdo se desvanece y abro los ojos para toparme con unos cargados de preocupación. Ahora es (T/n)_______ quien se encuentra preocupada por mi, arrodillada en mi dirección y con una de sus manos en mi hombro.

—¿Estás bien?, ¿Qué sucedió? —su voz es firme pero sus ojos no dejan de analizarme, quizás buscando algún síntoma.

—El dolor de cabeza volvió. —le explico cuando siento que el dolor mengua—. Tranquila, ya pasará.

—¿Qué haces aquí? —su pregunta suena más a la de un médico regañando a su pobre paciente. Ella aparta la vista un momento y frunce el ceño al ver algo detrás de nosotros—. ¿Te pusieron tareas pese a tu condición?

Es extraño verla enojada, tal vez porque arruga la nariz como un conejo o porque prefiero verla así que tan asustada como hace un momento.

—En realidad nadie sabe que sufro de migraña, así que debo cumplir con lo que me asignan quiera o no.

Sonrío cuando abre y cierra la boca como un pez, es obvio que quiere decir algo al respecto pero en el fondo sabe que no tiene ningún argumento para luchar.

—Debes tener cuidado, si alguien más te ve...

El sonido de la puerta intentando ser abierta nos roba la atención. No parece un intento normal sino uno lleno de agresividad. Las puertas se sacuden y rechinan con brusquedad, sea quien sea que esté intentando entrar no parece muy contento. Es ahí cuando recuerdo la forma en la que Ottys entró. Parecía tan aterrada, y ahora pienso en qué tal vez era así porque alguien la estaba persiguiendo.

—¿Qué está pasando? —le susurro, sabiendo que lo mejor es que nadie sepa que estoy aquí.

—Yo...

—No podrás esconderte por siempre. —la voz del hombre es baja pero debido al silencio del lugar podemos escucharlo muy bien—. Tarde o temprano, morirás.

.

Sin munición [König x Tu] (#3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora