Capítulo 2

733 80 5
                                    

•👑•

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•👑•

Siempre hay algo que trato de ignorar desde que tengo a mis compañeros de regreso en la base. Al principio no lo quería aceptar, tal vez porque es obvio que eso me convertiría en un pésimo amigo, pero ahora cuando lo veo todo en primera fila es casi imposible pasar por alto mi incomodidad.

Justo como ahora.

Soap e Itzaya se miran entre ellos mientras no paran de reírse. No he pasado desapercibido las caricias sutiles y lo cerca que se sentaron uno del otro. Hay una obvia aura de amor que los rodea, esa que aviva estos sentimientos que aborrezco portar, sobre todo porque se supone que son mis amigos y yo no debería sentirme así. La gente a veces no entiende que no importa que tanto aprecies a alguien, si se encuentra viviendo algo que anhelas es muy difícil no sentir envidia y querer lo mismo que posee.

Al principio no me importaba porque todos estábamos solo dedicados al mundo militar y nadie tenía tiempo para un romance. Durante años las cosas se mantuvieron así hasta que Ghost se junto con Alya, se enamoró y formó su familia feliz. Luego, como si ya no me sintiera lo suficientemente culpable por sentir celos del Teniente, me enteré que MacTavish se había juntado con la hija de los mexicanos; incluso Gaz nos confesó que estaba saliendo con alguien y en vez de alegrarme por mis compañeros solo me dediqué a ser un amigo de mierda mientras me llenaba de impotencia por no tener lo mismo que ellos.

Soy un asco, lo sé, pero es complicado y hasta contradictorio para mi. No soy muy amante del contacto físico, evito cualquier conversación si puedo y en el fondo sé que si quiero lo que mis amigos disfrutan debo ser sincero tanto conmigo mismo como con mi pareja. Es ahí donde se encuentra el verdadero problema, ya que nunca ha llegado nadie que me inspire a eso. Sobre todo por las inseguridad que poseo, por esa marca que distorsiona mi rostro y mi problema de socialización.

—¿Tan emocionada estás? —le pregunta Jhon a su pareja.

La hija de los mexicanos ha cambiado un poco desde el año pasado. Me atrevo a decir que luce mejor, su asombroso cabello se ve más frondoso que la última vez y en sus grandes ojos marrones brilla una alegría significativa cada vez que observa a su novio, quien también comparte ese brillo siempre que ronda a su alrededor.

—Por supuesto. —le responde ella dandole la decima mirada del día a la entrada del comedor.

—Todavia no entiendo como es que eres amiga de Ottys. —comenta Soap con desdén—, ten cuidado.

La pequeña Vargas lo fulmina con la mirada y yo también lo hago pese a que no lo puede ver. Nunca he entendido ese rencor tan absurdo que siente mi amigo hacia la enfermera. Sé que no fue fácil para ninguno olvidar lo que nos hizo Hannah pero siento que ya no tiene sentido desconfiar de la rubia cuando ha pasado más de un año. Además, es muy buena en su trabajo, lástima que Price no ha vuelto a tenerla tan en cuenta.

—Ya hemos hablando de esto. —el tono de Itzaya es de reproche y sonrío un poco cuando le da un pequeño empujón a Soap.

Solo somos nosotros tres en la mesa y es inevitable no pensar en la falta que nos hacen los Riley. Entiendo que su ausencia es por la llegada de la nueva bebé, la cual espero poder conocer a finales de este año cuando decida darme de baja y cuando aprenda a luchar con mis patéticos celos.

—Ahí viene.

Vargas practicamente salta de su asiento para trotar hasta Ottys. Ambas se funden en un abrazo emocionado, aunque no me pasa desapercibida la mueca de dolor que la enfermera hace antes de apartarse y fingir una sonrisa. Su gesto me parece extraño y seguiría analizandola de no ser porque sus ojos verdosos se topan con los míos. Nunca me ha gustado llamar la atención, no porque sea tímido o algo así, simplemente prefiero evitar ser el payaso del circo.

—Al fin llegas, ven con nosotros, tenemos mucho de que hablar.

Itzaya intenta acercar a su amiga hasta la mesa del comedor pero esta se niega, hay una obvia tensión en el cuerpo de la mujer y su expresión casi de terror es otro indicativo de que lo último que quiere hacer es sentarse aquí.

Ottys no ha cambiado mucho desde el año pasado. Su corto cabello rubio se encuentra amarrado en una apretada coleta y las ropas militares se ajustan demasiado a las anchas piernas y caderas que resaltan debido a su baja estatura. Su piel sigue igual de pálida, aunque las oscuras ojeras que enmarcan sus ojos es lo más llamativo que porta su rostro. Intento ignorar la repentina atención que me causa, aunque fallo descaradamente. Por alguna razón el sentimiento de familiaridad cada vez que la veo de reojo me inunda. Es como si algo me dijera que la conozco más de lo que sé, aunque no hay nada en mi memoria que lo confirme.

Decido ignorar esa sensación mientras pienso en que puede tenerla tan asustada como para no querer sentarse con nosotros. Quizás sea el propio Jhon con su rechazo para nada disimulado o quizás son otras razones más personales. Sea cuál sea el motivo, me digo a mi mismo que no es de mi incumbencia y que debo dejarlo pasar o ella notará que no puedo quitarle la vista de encima.

—Gracias por la invitación pero lo mejor es que termine de instalarme y ver que tareas me asignaron. —Ottys le da un apretón cariñoso a su amiga antes de retroceder y no darle tiempo a la morena de convencerla.

Vargas suspira mientras la observa marcharse antes de sentarse junto a Soap de nuevo. Mi amigo no tarda en abrazarla para brindarle consuelo, gesto que ella acepta con gusto. Los veo acurrucarse, se susurran cosas y se miran con tanto amor que de nuevo y casi sin poder evitarlo la tan familiar sensación de anhelo me abunda. Aparto la mirada con el estómago revuelto y con la culpa burbujenado en mis entrañas. Debería estar feliz, debería poder verlos sin tanto drama pero no puedo. No puedo cuando cada vez parece volverse mas difícil.

—Debo irme. —anuncio mientras me pongo de pie—. Nos vemos.

No les doy mucho tiempo para que hagan preguntas y conociendo la reputación que tengo, sé que no intentarán detenerme.

No soy una persona tan aislada como muchos piensan. Puedo hablar un poco por aquí y por allá, pero la gente de este lugar sabe cuando no deben forzarme. No es un secreto para nadie que mi temperamento es como un hilo que puede romperse en cualquier momento. He tenido muchas peleas y he dado unos cuantos puñetazos cuando se quieren pasar de listos y sobrepasar mis límites. Tengo fama de tímido y cero sociable pero la realidad es que a veces simplemente no estoy de buenas y no pueden consegir nada de mi.

Camino hasta la sala de entrenamiento para buscar un saco libre donde pueda liberarme un poco. Con la llegada de la nueva pareja he estado viniendo a golpear este saco más veces de las que me gustaría en estos tres días. Justo por eso no me doy el tiempo de calentar, solo me dedico a golpear el objeto mientras me concentro en mi respiración y mis movimientos. Odio haber caído tan bajo. Odio tener que venir a este lugar simplemente porque no soporto ver a otros ser felices. Mi vida fue una completa misiera hasta que me gané un lugar en la 141, es por eso que a veces pienso si mi mal gestión de emociones se debe a eso; a los maltratos que sufrí, a la ira que acumulé durante años o al propio desprecio que parezco sentir hacia mi mismo.

Me pregunto si llegará el día donde pueda, por fin, no tener que seguir cargando con todo ese peso yo solo.

.

Sin munición [König x Tu] (#3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora