Tiene los días contados y ella deberá hacer todo lo posible para escapar.
La quieren muerta y quieren venganza.
Pero entre tanto odio, hay alguien que está dispuesto a salvarla de la muerte...
Y de si misma.
_______
•Fanfic - Call Of Duty.
•Tercer l...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
•👑•
Habló conmigo.
Pudo ignorarme, pudo simplemente ser él y no unirse a la conversación... Pero no lo hizo.
Mi corazón bombea a una velocidad anormal mientras lo veo alejarse y siento cada fibra de mi cuerpo temblar. La cercanía de König siempre me ha afectado a niveles incomprendidos. Cuando fue mi paciente el año pasado solo pude ser profesional porque tenía miedo de que esa herida no sanara como debería y corriera el riesgo de morir.
Tal y como sucedió hace algunos años.
Recuerdo cuando lo trajeron a la base y lo vi en la camilla, sangrando a mares e inconsciente. Por un momento la terrible sensación de déjà vu casi me hace retroceder, sobre todo porque la última vez que lo vi postrado en una camilla las cosas no terminaron muy bien para mi corazón. Sus amigos le habían tapado el rostro con un gran trapo y nos ordenaron a todo el personal que no se lo podíamos quitar. Cuando salí de mi estupor, me di cuenta que lo último que quería era verle el rostro... Solo quería salvarlo.
Nadie puede entender lo que es querer a alguien con quien nunca has tenido interacciones más allá de un saludo cordial. Muchas veces te dicen que solo tienes un enamoramiento idealizado, que es algo momentáneo o que nunca pasará. Los amores platónicos son difíciles de asimilar y la mayoría de veces, muy dolorosos; pero pese a todo eso, jamás cambiaría el querer a König como lo hago. No soy tonta, sé muy bien que no lo conozco lo suficiente actualmente, sé que pudo haber cambiado o que el hombre que alguna vez conocí jamás volverá a la superficie. El problema aquí es que nada de eso me importa, solo porque mi corazón y mi alma no olvidan lo que hizo por mi. Lo que fue para mi. Querer a alguien significa no pensar mucho en las consecuencias, solo en lo que sientes.
—¿(T/n)______? —Itzaya me llama y salgo de mis pensamientos.
—Lo siento, ¿Me decías algo? —pregunto con torpeza.
Mi querida amiga me mira con breve sospecha antes de suspirar y brindarme una cálida sonrisa:
—Te preguntaba si querías venir con nosotros, parece que ya terminaron por aquí.
Una de las cosas que aprecio de Vargas es que sabe que no siempre voy a querer unirme a sus planes, sobre todo cuando en esos planes están su novio y su amigo que no confían en mí. Ella sabe que mi rechazo no es a propósito y siempre estaré agradecida de sus intentos de hacerlos cambiar de opinión respecto a mi reputación.
—Paso por esta vez, estaré en la enfermería por si me necesitan.
Itzaya es abrazada por Soap para guiarla, quien les da el aviso a sus soldados de que ya pueden irse. Me despido con la mano cuando se gira a darme una última mirada y los veo alejarse poco a poco, al mismo tiempo que escucho a los cadetes agradecer en murmuros que se les acabó el entrenamiento. Me quedo un tiempo aquí de pie, solo observando la salida y escuchando como todos se marchan. El pequeño gimnasio queda en silencio y me permito disfrutar de eso, disfrutar de no estar en la casa familiar.
—Hola, pequeña perra.
Un escalofrío me hace estremecer a medida que el miedo también hace de las suyas. Mi cuerpo intenta alejarse pero su mano me sujeta la cintura para mantenerme quieta en donde estoy. Siento cada respiración que da cerca de mi oído y me maldigo por haberlo olvidado y no haberme escabullido rápido.
—Me hiciste mucha falta, ¿Qué te parece si vamos a divertirnos? —sus susurros son el leve recordatorio de que no puedo ni debo llamar la atención.
—Déjame en paz, Félix.
No me permite alejarme por más que quiero, así que no me queda de otra más que dejarlo manosear mi cintura. Félix Forrys es el espía de mi padre, sigue todas y cada una de sus horribles órdenes por dinero, las cuales siempre se basan en que me moleste o en que haga conmigo lo que le apetezca. Nunca he podido esconderme de él, siempre llega el punto en el que nos topamos. Justo como ahora.
—Parece que has vuelto más valiente que la última vez. —su mano asciende a mi espalda y maldigo.
Él sabe lo que tengo ahí, de seguro Henrry se lo dijo. No parecen haber nunca secretos entre ellos cuando se trata de mí. Intento no llorar del dolor cuando su mano presiona las heridas, al mismo tiempo que las rasca con demasiada fuerza mientras deposita un asqueroso beso en mi mejilla. Nunca he podido quitármelo de encima, nunca he podido defenderme porque en el fondo sé que eso me traerá consecuencias. Podrían quitarme mi labor como enfermera, podrían bajarme más de rango o peor aún, expulsarme. Mi amor por la medicina y mi profesión es lo único que me mantiene en este lugar, así como también me ayuda a soportar a Félix.
Una vez, una sola vez intenté irme a otra base. Me sentí horrible cuando decidí que tenía que dejar el lugar que me había acogido durante años. Lo intenté porque Hannah no dejaba de hacerme la vida imposible y tuve la vaga esperanza de que podía ser aceptada en otro lugar. Por un tiempo pude disfrutar de la tranquilidad de estar sola, sin nadie insultándome o menospreciando mi esfuerzo. Por desgracia, esa felicidad y calma no me duró mucho. Mi padre se encargó de que me expulsaran solo para que yo volvería a aquí; y como castigo por mi osadía, contrató a Forrys para que hiciera conmigo lo que quisiera. Estoy segura que no ha abusado de mí simplemente porque parece que se divierte más de esta forma. Tocando y asustándome.
—No te descuides, perrita. —su lengua roza mi cuello y me aparto de golpe cuando afloja su agarre—. Serás mía muy pronto.
Estoy temblando, llorando y con unas terribles ganas de vomitar cuando decide largarse. Mi espalda me lanza punzadas de dolor por el roce, lo cual agradezco porque me ayudan a volver a la realidad. Corro hasta los baños y me encierro en un cubículo. Tardo un poco en quitarme la camisa del uniforme de enfermería y tanteo mis heridas solo para notar que han empezado a sangrar de nuevo.
Me siento en el suelo con sumo cuidado, abrazo mis piernas a pesar de que la posición encorvada solo estira más la piel lastimada y me permito hacer lo que siempre he hecho, llorar. Es silencioso y va acompañado de temblores que hacen chocar mis dientes. También me sumerjo en la oscuridad que me brindan mis piernas mientras pienso en si las cosas serán así para siempre, en qué tal vez yo no vine a este mundo a ser feliz como lo es Itzaya, a tener buenos amigos como König o un amor tan lindo como el del Teniente Ghost.
Por un momento, me pregunto si esto es lo que me merezco por el resto de mi vida.