Cap 15. secuestrada

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Amaris:

Abro mis ojos adaptándome a la tenue luz roja, quito mi cabello de la cara, es verdad que Imre me durmió, estoy sentada en la cama dispuesta a bajarme hasta que escucho el sonido metálico.

— No puede ser cierto. — Miro mis pies uno tiene una gruesa cadena, ando en un corto vestido amarillo, niego desesperada trato de respirar profundo y controlarme.

— Despertaste cariño. — Lo escucho pero no lo veo, hasta que está frente a mí.

— Porque lo haces Amias?. — Digo dando un paso a tras al sentir sus manos en mis caderas. — No me toques. — Quito sus manos de mi.

— Odio. — Dice serio, arruga sus cejas y me escanea. — Dicen que del odio al amor ahí un solo paso preciosa, vas a cambiar de idea pronto. — Se aleja y continúa. — El reino será nuestro, tú serás mi reina, gobernaré y te amaré siempre.

Sus palabras me dan náuseas el no siente amor por mi, es más bien una obsesión, bajo la mirada a mis pies y luego lo miro, es verdad que ha pasado por mucho,pero reclamar lo que no le pertenece no está bien.

— Te quitaré eso quédate quieta. — Hago caso desconfiada y me quita la cadena con cuidado. — Vamos tienes que comer. — La luz roja me hace sentir mareada, abre la puerta y salimos es una casa normal bonita, pero no quiero estar acá.

— No quiero, no tengo hambre Amias. — Miro todo con desconfianza, busco una salida pero sin éxito, hay ventanas pero con vigilantes en todos lados, miro la comida en la mesa y niego queriéndome ir, bufa molesto, pero no me inmuto.

— Come. — Me hace sentar de mala gana en el comedor, si tengo hambre pero y si tiene algo?.

Solo come Amaris así estarás mejor, mi voz interior me dice y doy en primer bocado, lo miro sonríe y me besa la cabeza para sentarse mientras como, es verdad que tengo miedo pero el vendrá por mí sé que está bien, el no podría morir.

— Te tengo noticias. — Se acomoda serio. — Está muerto así que no pienses que vendrán por ti, tú a nadie de ellos le importas.

— No. — Me levanto con ganas de llorar negando que él esté muerto, si estaba muy mal pero no no no, evito llorar frente a él.

Me levanto y camino hacia la puerta que veo, los vigilantes me toman de los brazos bruscamente impidiendo el paso.

— Está bien Amaris, no comas si no quieres. — Dice molesto mientras se me acerca. — Sueltenla ya mismo!. — Grita golpeando una mesa de vidrio haciéndola añicos. — Nadie les dio permiso de tocarla. — Me sueltan los brazos pidiendo perdón.

Amias me agarra de la mano y me lleva con el a la habitación, la luz roja me hace sentir mal, me tira a la cama molesto no lo había visto así.

— Y dónde quedó el chico educado?. — Digo expectante a su reacción.

— Tu te lo ganas, me ignoras, me evitas, me odias, porque solo no puedes amarme?. — Dice en tono nostálgico, me levanto y me acerco a él dudosa. — No me tengas lástima. — Tragó saliva y tocó su mejilla tratando de que sienta compasión y me deje ir.

— Tu no eres malo Amias, déjame ir por favor. — Suplicó agachando la mirada.

— No. — Agarra mi mano fuerte. — Te amo y te necesito que no entiendes?.

Siempre Te AmaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora