Cap. 16 Caotico

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Amaris:

— Han pasado varios días ya come. — Dice Amias mientras me limpia las heridas.

— No te quiero ver. — Le digo molesta, porque me golpea cuando su padre le ordena sin rechistar, por poco y creía que era alguien bueno pero todos son iguales. — Aléjate.

Siempre viene en las noches todo el día me golpean en esta sala fría, no volví a salir de aquí para nada, ni una ventana hay asi que no se como salir de aquí, solo sé que el viene tarde, miro mis manos en sangradas mientras aprieto mis labios rechazando su comida.

— Lo siento, así como estás me eres inútil, según ya no te necesito para reinar pero en serio quería que fueras tú. — Dice serio y se va dejándome en la oscuridad. — Muérete si quieres. — Dice escupiendo, cierra la puerta dejándome sola, abrazo mis piernas con frío, el abdomen me duele por los golpes, nunca olvidaré sus caras, abren la puerta.

— Ya me cansé de torturarte así. — Enciende la luz y veo un látigo en sus manos, sus hombre entran y me levantan, forcejeo pero me es imposible, pataleo y mando puños pero nada, me encadenan de ambos lados quedando colgada.

— Amias es tuya lo sabes. — Vuelve a entrar sin expresión alguna.

— No basta déjame. —Lloro gritando, sus sucias manos pasan por mi cuerpo.

— Eres una obra de arte, estás herida y eso me excita más. — Me muevo en vano, pasa un cuchillo por el vestido dejándome en ropa interior.

— Solo habla. — Cierro los ojos gritando tras el primer latigazo. — Acepta que te lleve al altar.

Dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, treinta, cincuenta, pierdo la cuenta, el tiempo sigue pasando en mi contra.

— Mátame de una ves Amias pero ya basta. — Ruego retorciéndome del dolor.

Se detiene, sus pasos se acercan y queda frente a mi.

— Aún no termino. — Su expresión desalmada me hace sentir escalofríos mientras sonríe. — Ahora que estamos solos. — Deja caer el látigo y saca el cuchillo, lo sube desde mis panties pasando el filo por mi abdomen hasta los senos. — Me desare de esto preciosa. — Rasga los brasiel y se lambe los labios, no no no. — Y ahora?. — Pregunta tocándome con el cuchillo.

— Amias no por favor, no me mires. — Lloro del dolor débilmente me muevo tratando de que no me toque.

— Serás mía hoy. — Se aleja y sale dejando las luces encendidas.

— Ya no puedo seguir luchando. — Cuelgo de las cadenas miro a mis lados por milésimas ves pero nada.

— Regrese, en que íbamos. — Me suelta las cadenas y me levanta casi a rastras por todo el pasillo, veo oscuro mientras me jala.

— No, por favor Amias. — Las luces rojas me marean, me empuja a la cama, siento sus manos pasar por todos lados, me siento asqueada.

— Tus heridas, alzate mmm. — Choca sus labios en los míos bruscamente apretándome a él, forcejeo y pataleo pidiendo ayuda.

— Ayuda! Amias estás loco, eres un demente suéltame. — ando muy débil para luchar. — No mmm. — No me deja hablar, comienza a besarme por todos lados dejo de hacer tanta fuerza, siento que quedo sin aliento.

Siempre Te AmaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora