La carta

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-. Ay Katia, me da tanta pena pedirte esto.

-. No te preocupes Victoria, yo hago lo que sea con tal de que Fernando este bien.

-. Muchas gracias Katia, no tengo como agradecerte esto.

-. Solo haz feliz a mi hermano, por favor.

-. Eso es lo que más quiero.

-. ¿Necesitas que te ayude con algo?

-. No es necesario, yo me encargo de todo.

-. ¿Segura que sabes cocinar?

-. Si Katia, no voy a incendiar la casa.

-. Esta bien, entonces me voy, regreso mañana en la mañana, no, mejor en la tarde, por si las dudas.

-. Katia. A manera de regaño.

-. Ya los conozco Victoria, mejor regreso hasta la noche, adiós. Dándole un beso de despedida para después irse.

Victoria comenzó a preparar todo llena de ilusión, hizo la cena, puso la mesa más bonita adornanda con velas y pétalos de rosas, tal vez demasiado cursi, pero merecía la pena.
Después de cambiarse el traje con el que había salido de su casa por un vestido corto color negro, sacó de su bolso una pequeña caja negra aterciopelada, la apretó contra su pecho.

-. Es el momento, el mejor momento.

Volvio a guardar la pequeña caja en su bolso, bajo la intensidad de las luces y se sentó en el sofá a esperar, pasaron 20 minutos y el sonido de una llave entrando a la puerta la hizo ponerse en alerta, se puso de pie colocándose detrás del sofá que quedaba frente a la puerta.

-. Victoria. Dijo Fernando sorprendido al entrar.

-. Hola. Dijo con dulzura.

-. ¿Qué haces aquí?

-. Necesitaba. Fue caminando lentamente hacia él.
Pedirte perdón.

-. ¿Tu a mí?

-. Si, fui una tonta, no debí permitir...

-. Victoria. Interrumpiendola.
El que tiene que pedir perdón soy yo, he sido un imbesil, debí confiar en ti, Miguel...

-. Sssh. Poniéndole el dedo en los labios.
Lo sé todo.

-. ¿Cómo lo sabes?

-. Los escuché, sé que todo fue un plan de Miguel paga separarnos, el puso la foto en mi cuadernos, perdóname mi amor, debí ser más valiente y luchar por nuestro amor.

-. Perdóname tu a mí, no debí ponerme así por una estúpida fotografía, no debí hablarte como lo hice.

-. ¿Entonces no has dejado de amarme?

-. Jamás podría, te amo, te amaré siempre.

-. Y yo te amo a ti, estos días sin ti sentía que me moría.

-. Yo también mi amor, te has vuelto indispensable para vivir, ¿entonces estamos bien, decididos a estar juntos?

-. Claro que sí, para siempre.
Entonces, ¿por qué no me besas? Ambos rieron.

Se miraron a los ojos por unos segundos, pero sus labios se llamaban, se fueron acercando lentamente hasta quedar unidos en un beso, era un beso de esos que comienzan lentos y van subiendo de intensidad, sus lenguas luchaban una contra otra, llevaron sus manos al cuerpo del otro para darse leves caricias, era el momento mágico donde el amor era lo único que importaba, se separaron cuando el aire comenzó a faltarles.

Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora