capítulo 10.

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Manejo.

De regreso a casa, la caminata fue silenciosa. Poco estaba un poco inquieto, mientras que Draco estaba muy avergonzado y nervioso. Draco indicó a Poco el camino con palabras cortas. Al llegar, le dio su llave a Poco, quien abrió la puerta y fue recibido por Escupe- fuego que saltó animado hacia su dueño. Poco, sorprendido, miró por unos segundos a la extraña criatura antes de seguir con su labor de llevar a Draco a su habitación.

Una vez allí, ayudó a Draco a sentarse en la cama y se ofreció a traerle un vaso de agua, pensando que un poco de líquido le aliviaría.

— Toma — dijo Poco, ofreciéndole el vaso —. Es mejor que tomes, no debes dormir borracho — agregó con una sonrisa ladeada.

Draco siguió sin comentar nada, dejó el vaso en la mesa cercana y se quitó su casco. Poco, preocupado, insistió:

— Draco... créeme, te aliviará un poco.

Draco, terco, movió la cabeza para ambos lados, acercándose al cuerpo de Poco. El moreno frunció el ceño, confundido, pero mantuvo una sonrisa, pensando que Draco simplemente no tenía el control de su propio cuerpo.

— Bueno, si no tienes sed, entonces deberías dormir. Por la mañana ya estarás mejor. Si eso es todo, ya me voy — dijo Poco, preparándose para salir. Sin embargo, Draco lo detuvo con un fuerte abrazo.

Sorprendido, Poco correspondió el abrazo, pensando que Draco solo le estaba agradeciendo. Pero luego sintió las manos de Draco en sus hombros, levantó la mirada y vio cómo Draco se acercaba a su rostro y lo besaba.

Poco se exaltó, su corazón latía rápidamente. Instintivamente, lo empujó hacia atrás, haciendo que Draco cayera en la cama.

— ¡Draco, qué demonios! — exclamó Poco, con los ojos muy abiertos y la respiración acelerada. — Los efectos del alcohol te están pegando fuerte.

Draco, al ser empujado, rió un poco, disfrutando de la expresión nerviosa y enojada de Poco.

— No es gracioso... buenas noches — dijo Poco, tratando de mantener la compostura.

— Perdóname — replicó Draco.

— Discutiremos eso mañana — Poco intentó finalizar la conversación.

— Perdóname por hacer esto — dijo Draco, y antes de que Poco pudiera reaccionar, Draco se abalanzó sobre él, besándolo apasionadamente y empujándolo hacia la cama. Poco, sorprendido, se sonrojó de enojo y trató de alejarlo con uno de sus pies.

Draco, fascinado por la actitud de resistencia de Poco, se quitó apresuradamente los zapatos y subió completamente a la cama, agarrando los brazos del mariachi y sujetándolos firmemente sobre su cabeza.

— ¡Carajo, Draco, qué demonios te pasa! — exclamó Poco, con el ceño fruncido y la cara teñida de rojo.

Draco sonrió, llevando su rodilla hacia la entrepierna de Poco. Al sentir el toque, Poco se asustó, preocupado de que Draco fuera a hacer algo más extremo.

— Te estoy advirtiendo, Draco, si no me dejas en 5 segundos, te romperé esa cara linda que llevas.

— Alguien más ya lo hizo, y déjame decirte que no es muy bonito — dijo Draco, riendo.

— Hueles a alcohol.

— Quizás sí, pero mi actitud no esta siendo provocada por ella, quiero hacer esto contigo, poco.

Poco resopló enojado, apartándolo y liberando sus brazos al sentir que Draco suavizaba su agarre.

Curiosamente, miró a Draco, levantando una ceja en señal de respuesta mientras se sobaba la muñeca.

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