capítulo 8.

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¡Percances!

Draco tomó a Chester de los hombros, emocionado y sacudiéndolo repetidamente mientras exclamaba: "¡¿LO VISTE, LO VISTE?!". Chester, sorprendido por la acción, intentó calmarlo, separándose con un gesto exasperado.

— ¡Sí lo hice, cálmate hombre! — dijo Chester, frunciendo el ceño.

— Lo siento, bro, es que si tan solo lo miraras... — Draco, aún entusiasmado, se rió nerviosamente.

— Qué cliché, iu... — Chester bromeó, sacudiendo su ropa como si se quitara algo desagradable.

Draco lo miró con los ojos entrecerrados, pero luego volvió su atención a Poco, que se alejaba hacia sus amigos, recordando que tenía su propia compañía.

— Bien, Malfoy, ¿quieres que nos quedemos o qué? — preguntó Chester, alzando una ceja.

— Oh, no lo sé, ¿tu mamá te dijo a qué hora debes ir a tu casa? — respondió Draco con una sonrisa burlona.

— Jajaja, no juegues conmigo, Draquito — Chester se sentó a su lado, riendo.

— Claro, el bromista no aguanta las bromas, ¿eh? — dijo Draco, dándole un sonrisa.

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Poco se acercó a sus amigos, preocupado por el estado en el que los encontraría. Al verlos dormidos en unas sillas, a pesar de que había sillones cómodos alrededor, suspiró aliviado pero exasperado.

— ¡Chicos! Me preocupé, pensé que uno de ustedes estaba peleando. Ya saben, efectos del alcohol — dijo Poco, acercándose más, tratando de no hacer demasiado ruido.

Amber y el primo dormían profundamente, completamente ajenos al mundo.

— Sí que son pesados... — comentó Crow, apareciendo por detrás de Poco con una sonrisa irónica.

— Oh, hey Crow. Perdón por tener que dejarte con... este cargamento — dijo Poco, mirando a sus amigos dormidos con una mezcla de enojo y diversión.

— No te preocupes. ¿Pagamos ya la cuenta? — sugirió Crow, sacando su billetera.

— Claro, ya estoy teniendo sueño — Poco se frotó la nuca, sintiendo el cansancio acumulado del día.

Crow y Poco se acercaron al mostrador, donde Crow insistió en dividir la cuenta. Poco, aunque reacio al principio, agradeció el gesto con una sonrisa.

Poco y Crow caminaban juntos, con el peso de la cuenta aún en la mente de Poco.

— Muchas gracias, no me imagino cuánto dinero me dará la cuenta — dijo Poco, frustrado, mirando su billetera con resignación.

— Te entiendo. Bull y Bibi también hacen lo mismo. Es bastante odioso, la verdad — respondió Crow, recordando sus propias experiencias similares.

Poco rió, encontrando alivio en la empatía de su amigo. Llegaron a la mesa de atención, donde Barley les entregó una lista con la suma total de los insumos que habían comprado sus acompañantes.

— Ptm... — murmuró Poco, lo suficientemente alto para que Crow lo escuchara y soltara una risa suave, enternecido por la actitud de su amigo.

— Bien, toma, Barley — dijo Crow, entregando la mitad del dinero, seguido por Poco.

— Gracias, buena noche, caballeros — respondió Barley amablemente.

Con el trabajo hecho, Crow ayudó a Poco con el primo y Amber. Poco podía con su amiga, pero no con el grandote; temía que lo aplastara si intentaba cargarlo solo.

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