¿te gusta hablar de ella...?
— Y bueno, descubrí que la razón por la que usa esas vendas en su cabeza es porque sufrió un accidente con su plancha del cabello — dijo riendo, recordando la anécdota.
Poco había acompañado a Draco en su camino a casa. Draco se ofreció a seguir caminando juntos para continuar la conversación, pero por alguna razón, al de armadura no le gustaba que hablaran de esa tal "Emz".
Aun no la había visto de cerca, pero tampoco es que quisiera conocerla o algo así.
— Poco, perdona por interrumpir nuestra "interesante" conversación, pero debería estar pensando en una nueva canción para mi álbum — dijo Draco, sin querer incomodarlo.
— ¡Oh, lo siento! Te estoy distrayendo. Descuida, no hay problema — respondió Poco, sonriendo avergonzado al darse cuenta de que había molestado a Draco.
— ¿Qué? ¡No, para nada! Sigue, solo que necesito alguna idea... — dijo Draco, tratando de tranquilizarlo.
— Bueno, la verdad, yo también estoy vacío de ideas, pero si tu estilo es de caballeros y princesas, deberías pensar en algo adecuado a ese ámbito — sugirió Poco.
— Quizás sí... — Draco asintió, pensativo.
De repente, Draco se detuvo, seguido de Poco.
— ¿Llegamos? — preguntó el más bajo, Poco, mirando a su alrededor.
— Sí, fue una linda charla. Espero que nos volvamos a ver pronto — dijo Draco, con una sonrisa sincera.
De verdad lo esperaba, pero esta vez deseaba que solo hablasen de ellos.
— Bueno, hasta luego, Drac — dijo Poco, despidiéndose con una sonrisa mientras se alejaba.
Draco se quedó pensando en el apodo que Poco le había dado. Melody también lo llamaba así a veces, y de igual manera, le resultaba lindo. Sonrió mientras lo veía alejarse.
Caminó unos kilómetros más hasta llegar a un lugar un poco más alejado. Allí se encontraba un castillo imponente, rodeado de charcos enormes de lava ardiente que brillaban e iluminaban la noche.
Además, había algunos visos y carros que parecían de una montaña rusa, añadiendo un aire misterioso y mágico al lugar.
Draco entró al lugar un poco cansado, sintiéndose algo destrozado. ¿Cómo podía sentirse tan... ¡curzi! junto a ese mariachi?
Poco le hacía sentir cosas extrañas.
Quizás era admiración. Sabía que Poco era mayor que él, aunque él le ganaba en altura y era más tranquilo.
Pero había algo extraño en el atractivo de ese chico.
Notaba que tenía rasgos masculinos, pero también una cierta delicadeza que le intrigaba.
No le importaba el físico o esas cosas, pero sin importar qué o cómo, no sabía por qué le atraía.
Dejando de lado ese tema, tenía otra preocupación. Le había prometido a Melody una nueva canción.
Quizás usar un nuevo tema le ayudaría a variar.
Entró a su cuarto, cuyos interiores estaban adornados con objetos algo afilados.
Las paredes estaban decoradas con flamas, y había una cama bastante amplia, un ropero, una mesa de noche, y al lado, un cuarto dedicado solo para componer nuevos temas.
Acarició tranquilamente a su dragón, que dormía plácidamente en una esquina de su cama.
Se acercó a su guitarra y afinó algunas cuerdas mientras tarareaba una que otra canción.
