Capítulo 14

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NARRA LISA CON 17 AÑOS

Había pasado ya dos semanas desde que me dieron el alta y pude salir del hospital. Durante este tiempo, me tomaron un molde del muñón para poder hacer la prótesis a medida y no tuviera problemas en un futuro. También me dijeron que me harían otra prótesis exclusiva para correr y que no perdiera esa rutina que llevaba ya tiempo haciendo.

Era lunes y me desperté debido al sonido del despertador del móvil. Lo cogí, lo apagué y miré la hora. Suspiré, me levanté y fui dando saltitos en dirección al armario. cogí lo más cómodo que encontré, me senté en la cama para ponerme los pantalones, me puse la mochila en la espalda y bajé a la cocina con ayuda de las muletas.

—Buenos días, Lili. —dijo Jennie con una sonrisa, sentada en una de las sillas situadas en la cocina.

—Vaya. —dije riendo. —No te esperaba aquí desde tan temprano. Pensé que nos veríamos fuera. —solté la mochila en el suelo y me senté en la silla que había al lado de la coreana.

—Lo sé, pero quizás necesitabas ayuda con la mochila, por eso vine antes. Además, tu madre me invitó a desayunar. —rió, se levantó y puso mi desayuno en la mesa.

—Y, ¿dónde está?

—Está en la ducha. Me dijo que esperara aquí mientras tú te preparabas y, de paso, le he ayudado en hacer el desayuno. —dijo con una sonrisa en la boca de satisfacción.

Reí y negué con la cabeza. —Te llevas demasiado bien con ella, ¿verdad? —cogí los cubiertos y empecé a comer. —Esto está muy bueno.

—Que puedo decir, nadie se resiste a una Kim. —rió y me agradeció por el cumplido hacia la comida.

—Tienes razón, ninguno se resiste. —noté como sus mejillas se volvían de color cereza y seguí comiendo para disimular la sonrisa.

—Anda, ya estás despierta. —dijo mamá entrando por la cocina. —Buenos días, hija. ¿Cómo te encuentras hoy? —se preparó un café.

—Bien, aunque creo que voy a sufrir hoy en el colegio con las muletas. Me voy a cansar de momento —reí un poco.

—Si quieres, cuando lleguemos, podemos ir a la enfermería y pedir una silla de ruedas. —dijo Jennie poniendo la mano sobre mi hombro.

—Jennie tiene razón, Lisa. Utiliza las muletas solo cuando sea necesario y, para moverte, utiliza la silla mejor.  —suspiré y asentí.

Después de quince minutos, llegamos al instituto. Jennie aparcó su coche en el parking y se bajó corriendo para abrirme la puerta. La miré y reí.

—Sabes que yo puedo abrir la puerta sola, ¿verdad?

Rió y se puso el dedo índice delante de sus labios para que me callara. —Cállate y déjame ser tu príncipe azul hasta que puedas caminar con la prótesis.

—¿Te hace ilusión? —reí, agarré las muletas y me bajé del coche.

—Muchísima. —rió, cogió ambas mochilas y cerró el coche.

—Está bien, pero acércate un momento que creo que tienes algo en la mejilla.

—¿Qué tengo?

—Un beso mío. —le di un beso en la comisura de los labios y me dirijo hacia la entrada del instituto con una sonrisa, dejando a Jennie atrás del todo. Después de un cuarto de hora esperándola en la puerta, la vi venir con la silla de ruedas, por lo que me senté en cuanto ella llegó a mí.

—Muchas gracias, príncipe azul. —dije riendo mientras ponía nuestras mochilas encima de mi regazo. Escuché a Jennie soltar una carcajada y comenzó a moverse hacia el interior del centro escolar.

Cómo conocí a vuestra madre | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora