Cogí el celular, muy seguramente Jani estaría pensando que estaría por suicidarme (a veces), así que entré rápido a WhatsApp y vi dos chat.
Jani-24 Mensajes no vistos.
Chico Miel- 23 Mensajes no vistos.
No sé por qué entré al de Liam primero, y nunca lo sabré. Decían cosas preguntándome qué estaría haciendo, cuál era mi tipo de música y otras diez preguntas más.
-Vainilla y fresas- Respondí.
-Sólo me dirás eso?- Chico Miel.
-Sí- Yo.
-Bien- Chico Miel.
Seguidamente le respondí a Jani que estaba muy preocupada por mi desaparición, y no la juzgo, ella tiene sus bajones e intento animarla con lo que pueda, aunque a veces cueste. Ella es mi alma gemela, mi otra yo, parte de mi, y si no la hubiera encontrado, no sé que hubiese sido de mi. Ella me ha estabilizado, ha estado para mí, años, muchos años.
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La mañana pasó volando, o al menos así la sentí, la tarde pasaba tan deprisa diciendo a gritos "¡Que ya sea Lunes!" y no, terrible. Adelanté mis deberes y lavé los platos, mi papá había salido a visitar a mi abuela en compañía de Oliver, Katie y yo estábamos solas en la casa, y no dudamos en romperle la bocina a los parlantes. Ella amaba a Adele y Rihanna, y yo a Doja y Lana, por lo que cada tanto nos turnábamos para cambiar las playlists de Spotify.
Al reposarme, me dirigí al baño, odiaba sudar y estar con la piel pegajosa.
Las gotas caían por mi cara, mojando mis pestañas y recorriendo mi pequeño cuerpo sentía el calor de mi cuerpo, en ese momento me pregunté: ¿Por qué Liam me habrá contado todo eso si recién me conocía?" Lo ignoré y seguí mi ducha.
Al rato llamaron a la puerta principal, llamé a Katie y le dije que abriera.
-Te buscan- Dijo detrás de la puerta (sala).
-¿Qué?- me coloqué la toalla y abrí la puerta.
Era Liam.
-¿Qué haces aquí otra vez?- Pregunté.
-¿Acaso no puedo visitarte?- Me miró directamente.
-O sea sí, pero ¿Qué necesitas?
-Nada- alzó la bolsa que llevaba en su mano izquierda. Eran helados.
Lo miré confundida pero emocionada a la vez.
-Es un mini regalo- dijo.
Salí corriendo al cuarto, cerré la puerta y me cambié rápidamente. Salí del cuarto como si nada, con el cabello goteando y una sonrisa desbordante. Me tendió la bolsa y no dudé en recibirla. Olía espectacular. Que hombre más detallista, si es así con uno siendo amigos ¿Cómo sería como novio? Le regalé una sonrisa y lo invité a sentarse en la sala.
Busqué tres cucharas para devorar el helado de vainilla, pero cuando estaba por darle su cuchara me la negó.
-No me gusta ese sabor- Dijo.
Hice un puchero y volví a tendérsela. Me la aceptó con media sonrisa. Abrí la tapa del helado y el olor se escabulló por mi nariz, sonreí y Katie prefirió bajar a hacer un mandado. Sólo estábamos él y yo, en compañía de mis dos gatas. Sumergí la cuchara y se la llevé a la boca. Liam quedó algo confundido, y yo también, hice eso maquinalmente.
-¿Qué?- le dije en tono agresivo.
-Nada- comió.
Saboreó el helado unos segundos, segundos en los que no le faltó muecas estrambóticas y que no pude evitar reírme.
-Es raro- comí un poco más.
-¿Qué cosa?- preguntó.
-Como terminaste en mi casa, y comprándome helado- dije y lo miré.
-Pensé que eras más aburrida y menos chismosa- Sonrió.
-Lo dije porque, o sea fue muy rápido, no?
-No sé, sientes que estoy siendo muy...?
-NO!- casi tumbo el helado.
-Es que no estoy acostumbrada a... a tantas muestras de afecto tan rápidamente ¿haces esto muy seguido?- pregunté.
-En serio?- arqueó la ceja, y yo también.
-No, no siempre defiendo a chicas espías de mi novia lunática- Bromeó.
Solté tremenda carcajada, y de la emoción le pegué en la rodilla.
-Eso fue un encuentro algo cómico, no te parece?- pregunté.
-¿Tu crees?- preguntó mientras yo asentía.
-Pues, para mi fue raro verte bañada en jugo de naranja, tirada en el piso con una toalla en la mano- Me dejó ver sus bellos dientes.
Carajo! Ese hombre era simplemente bello, comenzaba a amar cada conversación que tenía con él, seria o estúpida, para mí era como el comienzo de una bonita amistad, alguna como las anteriores que había tenido, aquellas que me habían dejado con ganas de arrancarme las venas por su ausencia; sí fue horrible, pero era un tipo de maldición que tenía, lo bueno no me dura ni cinco, destinada a estrellarme desde la cima y caer en seco. Recordé aquello y me sentí mal, me estaba encariñando otra vez, y no sabría si él seguiría allí para mí mucho más adelante.
Así pasamos toda la tarde, hablando y riendo, una que otra mirada con un silencio flotante, pero normal. Al bajar al primer piso me detuve para despedirlo, y se me hizo singular, toda la tarde me la pasé tan cómoda con él, pero la despedida me hizo pensar en que me haría algo de falta que ya no estuviera comiendo helado de vainilla conmigo. Por eso odiaba encariñarme. Me acostumbro tanto a esa persona que me duele el mínimo tiempo que pase lejos de mí, como si me torturaran. No quería que se fuera, por mí que durmiera toda las noches en el piso de mi cuarto, pero reflexioné. Él sabía, me miró y nos entendimos, me acerqué a su pecho y entrelacé mis manos en su espalda. Tampoco es que se fuera del país, pero sabría que ahora que subiera las escaleras comenzaría a recordar la charla y lo iba a extrañar. Me besó la cabeza, sacó un cigarrillo del bolsillo y lo prendió. Se iba perdiendo fuera del edificio con la mano en alto, mientras yo hacía lo mismo.
Si seguía así, hasta podría enamorarme de él, de su sonrisa, de sus ojos y de sus labios encenizados por el cigarrillo, porque si era así, su cabello rubio sería testigo de mi trauma, aunque no debía y no podía, tendría que evitarlo. Era el amor o la vida, y me faltaba mucho por hacer, comer y conocer.
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Until We Are Together
RomancePor ahí dicen "donde hubo fuego cenizas quedan" ¿Tendrán razón? ¿Podrá resurgir de las cenizas aquel fuego? ¿Podrá el calor amparar a los corazones sin chispa? Espero lo disfruten.