Katie

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Estaba esperándome con unas maletas. Con lágrimas en los ojos, se quedó perpleja al ver a Liam, seguramente ya estaba pensando cosas erróneas.

-Katiee!- corrí hacía donde ella y la abracé.

Ella soltó las maletas y me abrazó.

Liam estaba parado detrás de nosotras, ni atención le presté. Sólo disfruté de la compañía de mi prima.

-Yo creo que ya tengo que irme- Dijo él.

-Sí, bye- le toqué el hombro para luego perderse entre la lluvia.

Pensé que se bañaría en la lluvia, pero no era así, había traído su carro y lo parqueó enfrente del edificio. Miré a mi prima y le dije que tenía que comprar tostadas. La ayudé con las maletas mientras nos dirigimos a la tienda de la señora del primer piso.

Compramos y comenzamos a subir las escaleras. Su visita me tomó desprevenida, no eran vacaciones, entonces ¿Qué hacía aquí? La inundé de preguntas, por un momento me sentí mal cuando me miró con carita de perro regañado, que maquinalmente solo pude abrazarla.

-Dime, sabes que sea cual sea la causa estaré para ti- abrí un paquete de tostada, le brindé una y nos sentamos en las escaleras del segundo piso.

-Mi papá, está delicado de salud. Hace cinco días lo operaron, las piernas tuvieron que ser intervenidas, él... no puede caminar- Sollozó.

-Mi mamá...dijo que se quedaría allá, atenta de su recuperación, mientras yo...no puedo quedarme en casa, Caroline no pasa mucho tiempo con nosotros, y yo sé que puedo mantener la casa, puedo limpiar, cocinar y hacer todo, pero ella no lo vio así. Me mandó acá con mi tío, dijo que serían unas semanas, mientras mi papá se recupera- Me miró.

-Sabes que esta también es tu casa- Le di otro abrazo.

-Pero no quiero estorbar.

-¿Tú eres boba?- Le di un leve manotón en el hombro y la levanté.

-Tú nunca me estorbarías, eres como la hermana que no pude tener- le dije mientras le agarraba los cachetes y ella sonreía entre lágrimas apenada por lo que dije.

-Así que vamos, mi tía seguramente quiere que no te preocupes tanto, solo que te enfoques en los estudios- Levanté su maleta y comencé a subir.

Mi tío sufría de parálisis periódica, sus síntomas aparecieron por primera vez hace como un año. Como conductor público siempre estaba expuesto al estrés, como muchas personas, pero era diferente. Yo podía notarlo, todos podíamos. Levantarte a las 4 o incluso, 3 de la mañana para llegar temprano a la cochera era duro, su esfuerzo era muy duro. Su cara era resultado de ese estrés y pocas horas de sueño. Era costumbre, desde hace 35 años trabajaba de lo mismo, tal vez era su pasión, pero al parecer, también su maldición.

Pasar una noche de primas, sin importar la situación, siempre era divertida, compartir momentos con Katie me llenaba de felicidad. Nos hacíamos Skin Care, Manicure, Pedicure, chismetime y hasta maquillados extravagantes. Recuerdo una vez que nos echamos una mascarilla (de las que se adhieren) con la que casi pierdo una ceja. O cuando utilizábamos cera, los gritos eran de lo más graciosos. Por suerte ella era parte de mi familia, siempre tendría el apoyo de mi prima-hermana.

Mi papá abrazó a Katie mientras yo colocaba las tostadas, la mermelada y la gaseosa en la mesa. Luego me dirigí al cuarto con las maletas de Katie, ordené como pude el tapete y coloqué un edredón. Tal vez en la mañana me tocaría poner el colchón en el balcón. Encendí el aire y comencé a hacer espacio en mi armario. Un olor peculiar permaneció dentro de mi ropa al abrir las puertas.

Until We Are TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora