Capítulo 28

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Hacía mil años atrás, en la era Heian, Ryomen Sukuna fue derrotado por diez hechiceros y sellado en diez partes distintas, en lo que se dieron a conocer como los "Diez Dedos de Sukuna", objetos malditos que fueron protegidos y ocultados por los hechiceros durante diez mil años. Pero aquello, ahora, parecía una completa ridiculez. Sukuna había vencido a Satoru Gojo y derrotó a muchos hechiceros después del último miembro del clan Gojo, demostrando que no le importaba usar cualquier herramienta a su alcance para vencer y, ahora, unos adolescentes estaban frente a él dispuestos a dar sus vidas.

Sukuna reconoció que los chicos tenían valor, incluyendo a Yuji Itadori, su anterior contenedor. Había esperado mil años para poder disfrutar de alguien que pudiera pelear contra él, de alguien que lo hiciera sentir miedo...y, sin embargo, aquellos resquicios del oscuro sentimiento no estaban presentes en su mente por más que seguía luchando. Mató a Satoru y, a partir de ese momento, solo peleó contra meros títeres de la Sociedad de Hechiceros, herramientas desechables. No quedaba nadie (vivo al menos) que pudiera pelear hasta hacerle sentir como los pelos de la nuca se le ponían como escarpias. Lo más cercano después de Satoru, fueron los dos estudiantes de Tokio: Yuta Okkotsu y Yuji Itadori (con la técnica maldita de Satoru Gojo asimilada); pero ambos chicos no podían igualar lo que Satoru había hecho. Y eso, ponía final a las pretensiones del Rey de las Maldiciones de obtener su anhelado sueño de un combate que le hiciera sentir alguna emoción.

Pero se había cansado.

Los cuatro ojos del Rey de las Maldiciones se clavaron en los estudiantes de Tokio. Aoi Todo había aparecido, llevando un extraño objeto maldito en su mano izquierda, reemplazando su miembro y pareciendo una antena de metal. Al lado de Yuta, protegiéndolo, la Reina de las Maldiciones permanecía con su atención fija en Sukuna. Y, por último, Yuji se mantenía de pie, con su ojo cerúleo fijo en su enemigo, sin parpadear, sin mostrar un sentimiento.

Los cuatro (incluyendo a Rika), permanecieron distanciados de Sukuna, con un espacio de varios metros como un terreno completamente neutral entre los dos bandos. Entonces, la mano de carne del estudiante de tercer año, golpeó la antena que tenía en su otro brazo de manera inconsciente...

—¡¿?!

Yuji disparó un rodillazo contra el estómago de Sukuna. Su rodilla golpeó las manos inferiores de su enemigo, causando una honda de choque que hizo retroceder al demonio, el cual miró con cierta sorpresa al adolescente de cabello rosado.

Otro tintineo metálico distrajo al rey. Yuji había desaparecido y se vio obligado a saltar hacia atrás cuando la katana intentó cortar su cuello como si fuera mantequilla. Un leve corte le hizo apretar los labios. La sangre escurría, la sentía serpenteando.

Otro tintineo metálico.

El brazo del adolescente de cabello rosado acortó la distancia. Sintió como su estómago se contraía, como el segundo golpe proveniente del "Puño Divergente" lo alcanzaba y como salía disparado hacia atrás. Giró en el aire y plantó los pies en el suelo, notando como el pavimento se rompía con su deslizamiento.

"Estos mocosos"

Yuji y Yuta estaban ahora cayendo contra Sukuna. Movió los brazos y bloqueó los golpes de los dos chicos, primero bloqueando el tajo descendente del espadachín y después atrapando el puño del chico de primer año. Torció el torso y los lanzó hacia las dos direcciones opuestas.

Ese momento fue provechado por Rika Orimoto. El shikigami que representaba a la maldición de la mejor amiga de Yuta Okkotsu, se lanzó hacia el Rey de las Maldiciones y lo tomó con sus gruesas manos. Antes de que Sukuna pudiera hacer algo, Rika lo estrelló contra el suelo con fuerza, destrozando el cuerpo de su objetivo sin miramiento alguno, sin mostrar preocupación alguna.

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