Capítulo 25

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Sobre el cielo del derruido distrito de Shinjuku, Japón, se encontraba una enorme esfera oscura de energía maldita, indicativo de que alguien estaba haciendo uso de su "Expansión de Dominio" y que había quedado suspendido en el cielo, sobre el campo de batalla en el que estaban peleando los hechiceros y el Rey de las Maldiciones, siendo otra batalla a parte.

Dentro del domo de energía maldita, sobre lo que parecía ser una isla de concreto y hielo, se encontraban dos figuras. Una de ellas era el estudiante de tercer año expulsado de la Escuela de Hechicería de Tokio: Kinji Hakari, quien mostraba leves rasguños en su ropa y cuerpo, con algo de sangre manchando la tela de su ropa. La otra figura, vestida con una kasaya típica de monjes, consistiendo en una donka de color claro y un zen de color negro sobre este. Con su cabello blanco a media melena y una franja de cabello color sangre, la figura vestida con la ropa de monje no podía ser diferenciado entre chico o chica. Tenía el rostro suave, con la nariz levemente alzada y unos ojos rosados que destacaban sobre su piel albina y su cabello también blanco. El sirviente del Rey de las Maldiciones, no había sido declarado hombre o mujer, aunque Kinji y otros hechiceros declararon que era hombre.

Con este aspecto delicado, Uraume había sido el sirviente de Sukuna durante el último milenio, esperando a llevar el plan de su rey a buen puerto. Sin embargo, defendiendo los intereses de Kashimo, Kinji había tomado a Uraume encerrándolo en su dominio y manteniéndolo alejado de la batalla.

La "Ronda Moral" era el nombre del dominio de Kinji, creando un territorio mayormente vacío con algunos molinetes alrededor de la zona que creaban "la puesta en escena" que debe ser seleccionada por el mismo Kinji, pudiéndose ser usada para atacar a su enemigo, que en esta ocasión no era otro que el mismo Uraume, convirtiéndolo en el centro de los ataques del hechicero de tercer año.

Si todo salía bien, Kinji Hakari obtenía de su dominio unos 4 minutos y 11 segundos de energía maldita infinita, lo que le permitía usar la "Técnica Inversa" todas las veces que quisiera, regenerándose a sí mismo y convirtiéndose en un tanque inmortal que podía resistir un largo tiempo de batalla, obteniendo más tiradas en las que obtener nuevamente energía infinita. Como una máquina tragaperras, el dominio de Kinji dependía de su suerte; suerte que Uraume había señalado que en algún punto llegaría a su final y él obtendría la victoria haciendo uso de su técnica maldita.

Ambos hechiceros habían estado peleando durante una hora dentro del dominio del hechicero de tercer año, siendo la otra batalla que se estaba llevando en Shinjuku. Haciendo uso de su suerte y su dominio, Kinji había intentado derrotar a Uraume haciendo uso de su poder, pero no había logrado gran cosa. Mientras él debí acercarse a su enemigo, Uraume podía atacarlo a distancia con su manipulación sobre el hielo, manteniendo la distancia entre ambos con un inmenso campo de hielo que le impedía a Kinji Hakari moverse con libertad, pues en cualquier momento podía ser empalado por una estalactita de hielo o ser completamente destrozado por un tsunami de hielo.

Estaban en un empate técnico.

Uraume debía esperar a que la suerte de Kinji terminara, que cometiera un fallo y su dominio finalmente colapsara, lo que le daría la oportunidad perfecta para vencer al estudiante de tercer año y reunirse con su señor. Por otro lado, Kinji solo debía seguir manteniendo a Uraume dentro de su dominio, alejado de la pelea principal, evitando así que ayudara a Sukuna o a Kenjaku. Si uno de los dos recibía la ayuda de Uraume, los planes que trazaron caerían sobre su propio peso. Por eso, su interés no estaba en vencer a Uraume, si no en mantener al hechicero sirviente del Rey de las Maldiciones alejado de cualquier conflicto, completamente apartado de lo que ocurriera en el exterior.

Alargar aquel momento, era todo lo que pasaba por la mente del hechicero de tercer año. Con heridas que se curaban gracias a la "Técnica Inversa" y la energía maldita que corría dentro de él de manera constante, Kinji Hakari estaba siendo un muro difícil de superar a pesar de que era quien recibía más ataques y quien más daño estaba recibiendo, aunque no se viera a primera vista.

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