Sorpresas Imprevistas

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No, no necesito que pelees mis batallas. No es que no puedas ayudarme, solo que no lo necesito. He enfrentado cosas peores y he salido adelante, aunque a veces dudo si ha sido más suerte que habilidad.

Antes de irse, el Vigilante nos regaló algunas escuetas respuestas, pero respuestas al fin y al cabo.

—El Devorador ha estado cazando a los sobrevivientes de la Traición de los Dioses en su intento de alimentarse de nuestro poder y su principal obstáculo es que no puede entrar a las cuevas porque no se lo permiten. Es un monstruo único en su especie, una mutación que ha corrompido y consumido a sus pares. Incluso las criaturas de la noche le temen.

—¿Es capaz de matarte? —pregunté asombrada.

—La muerte no significa nada para nosotros. Cuando el cuerpo antiguo cae, uno nuevo se levanta en algún otro lugar del mundo. Si logra atraparme solo conseguirá retrasar mi misión. Lo que él no entiende es que no podrá consumir mi poder.

—¿Qué haremos con él? —preguntó Sam.

—No debería ser un problema mientras se mantengan en las cuevas. No les hará daño, ha venido solo por mí. Más deben tener cuidado porque podrá entrar si alguno de ustedes le da permiso, aquello romperá la restricción que le han impuesto los Dioses.

—¿Conoceremos a los otros dos vigilantes? —volvió a preguntar ella.

—El Señor de los Reptaros del Cielo aún está creciendo y le falta descubrirse a sí mismo. El Señor de los Reptaros del Mar debería estar en camino, aunque no puedo comunicarme con él. Si ha caído en manos del Devorador tendré que esperar a que nazca de nuevo. Aun así no deben preocuparse de ellos. Deben hacer las paces con el elegido faltante para lograr avanzar en su misión.

—¡¿Después de lo que hizo?! —no había visto a Arlonna tan enfurecida.

—Debo marcharme, pero volveré.

—¡Qué conveniente! —agregó Matt.

—Prepárense, olviden el pasado y vean hacia el futuro. Tienen tiempo suficiente, pero no se confíen.

Sam quedó con la pregunta en la boca porque el Vigilante desapareció detrás de unos árboles.

—¿Qué haremos ahora? —el grandote tampoco estaba de buen humor.

—Pretendo dormir un poco luego de revisar las heridas de mis amigos —yo no podía más, necesitaba descansar y el pecho me dolía muchísimo. El Vigilante la había reducido considerablemente, pero seguía siendo una herida abierta que debía sanar—. Me duele la cabeza de solo recordar cómo quedó lo que construí con tanto esfuerzo. Ese maldito de Lodrik me lo pagará.

—Yo me quedo contigo, tengo que asegurarme que descanses —en ese momento me di cuenta que Arlonna no me había soltado la mano desde que corrimos del Devorador. Era una pesada a veces pero mi cuerpo aún temblaba por la batalla contra el domador traidor y agradecí enormemente su apoyo.

—Te ayudaremos, Dinna. Creo que podemos quedarnos un tiempo hasta que te recuperes y Matt es bueno con las manos. Krag dijo que no teníamos apuro —Sam se acercó a revisar mi herida—. Es increíble su poder, estamos muy lejos de alcanzar siquiera a soñar con hacer algo así.

—Y aun así tiene miedo de esa sombra. Siempre hay un cazador más grande —el morenazo se encaminó hacia su Alarión—. Tengo que ir por algunas cosas si pretendo quedarme una temporada por estos lugares y de paso veré hacia dónde se fue Lodrik.

—Ten cuidado, Matt —Sam puso una mano sobre su hombro y éste se la acarició.

—Descuida, Sammy, me mantendré alejado —luego se giró hacia mí—. Eres la primera persona que se atreve a enfrentar a ese maniaco y salir con vida. Eres muy valiente, pequeña. Te traeré un regalo para ti y tus reptiles —me guiñó un ojo. Antes que la otra domadora pudiera decir algo, la interrumpió:—. No te preocupes por mí, enana. Cuida bien a nuestra guerrera.

La Madre de los OlvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora