7 MARAVILLOSO MALENTENDIDO

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7 MARAVILLOSO MALENTENDIDO.
-¿Por qué no había sido informado de esto?- preguntó Loki, haciendo a un lado los anillos y los brazaletes que estorbaban en su mano al repasar los documentos enviados desde las minas de uru en la isla flotante- Cada gramo de uru negro es extremadamente valioso, y aquí dice que faltan exactamente 847 gramos en el último inventario... no solo equivale a una fortuna, al gasto de cuidados de nuestras mujeres gestantes en invierno, a los alimentos frescos de un año, sino que falta suficiente material para elaborar un arma...

-Lo sabía el Consorte Real, mi Señor, él ha estado supervisando los trabajos de la mina.

-¿Heggert lo sabía?- cuestionó Loki, mientras continuaba leyendo.

-Avisaremos a los enanos artesanos, Majestad, para que de inmediato reporten cualquier intento de forjar un arma con uru negro... es un alivio saber que solamente ellos pueden manipular el metal más valioso del universo y no venderán su trabajo a un ladrón.

-Es más importante encontrar la causa de estos faltantes- Loki cerró los pergaminos de golpe, alzando la ceja y mirando de reojo la entrada de su consorte. Cambió el tema de conversación y permitió que Heggert se sentara a su lado, admirando su nueva apariencia, ya que al fin, el Rey de Jötunheim dejaba atrás sus ropas negras, su cabello trenzado y el aire adusto para volver a vestir sus trajes en color esmeralda, en oro, luciendo joyas preciosas de pies a cabeza. Así se lo había solicitado.

Porque al final, según las costumbres de los Gigantes de hielo, la satisfacción de un esposo con su consorte lo reflejaba la riqueza con la que vestía. Entre más oro, sedas, perlas, entre más armas en sus cinturones, era que se sentían atendidos y felices. Loki no dudó un instante en obedecer su petición, no deseaba contradecirlo, al menos por el momento. Pero todos aquellos adornos le estorbaban, le pesaban y le fastidiaban, era más práctico no estar enjoyado en el trabajo, y dejar la vanidad para otros momentos más sociales.

-Te ves absolutamente arrebatador...- le dijo, besando su pequeña oreja sonrosada- Si ya te has desocupado, me encantaría que me invitaras a tu alcoba esta noche...

-Tengo mucho trabajo esta noche, planeaba quedarme hasta muy tarde.

-Es mi culpa que prefieras desvelarte trabajando que en mis brazos, he estado intolerante desde el problema de nuestro hijo, pero es tiempo de pasar la página, al menos entre tú y yo. Te pido perdón, Loki, por mi conducta, deseo que me recibas esta noche... a menos que, todavía tengas algún motivo de resentimiento contra mí...

-No, ningún resentimiento. Está bien, Heggert. Encontrarás mi puerta abierta esta noche...- respondió Loki, indicando con una sonrisa que ahora prefería terminar su trabajo sin más interrupciones. Gesto que Heggert, consciente de su lugar como consorte, aceptó también, sin disimular su expectativa porque al fin, más de dos meses después de su retorno a Gastropnir, retomaría su vida íntima al lado de su esposo.

Loki ya no se concentró en el asunto de la sustracción del uru, pensando en como eludir esa noche, la intimidad. En su interior sabía que ese momento llegaría, que Heggert reclamaría sus privilegios de alcoba tarde o temprano, y él no tendría argumentos para negarse... a menos que le confesara como sus sentimientos y su vida habían cambiado los meses pasados.

Heggert pasó semanas dando pretextos para dormir lejos de Loki... su cansancio, sus inquietudes, el recuerdo de su secuestro... después, los nervios de Loki, el procesar que de nuevo estaban juntos... y finalmente, el exagerar la molestia por la desobediencia de su hijo Rochi. El guerrero estaba realmente enojado y desilusionado, se negaba a aceptar la elección de su hijo, juró una y otra vez que jamás aprobaría su relación con el Aesir y hasta amenazó con llevar las cosas al extremo de una guerra, cosa que Loki frenó en seco, usando sus prerrogativas de Rey, evitando que su marido hiciera de un problema familiar, un conflicto que llevara a los Jötnar a una guerra insensata.

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