15 ESTO SE LLAMA AMOR

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*nota* Agradezco su apoyo y mensajes, los leo todos con mucho cariño. Y quiero avisarles que tengo problemas con el teclado, y mientras llega el nuevo, la escritura se me dificulta y seguro, se me escapan algunas letras que olvido al revisar. Un disculpa por eso... este es el penúltimo capítulo. No lo termino porque, de verdad, el teclado me estorba más de lo que me ayuda... en fin, nos leemos pronto. Saludos!!! Sangre Samurai.

15 ESTO SE LLAMA AMOR.
-Dijiste que yo no era tu prisionero...- reclamó Heggert, alzando su brazo izquierdo para dejar ver el brazalete de restricción que ahora le impedía usar el resto de su magia, además de permanecer en una alcoba con ventanas resguardadas con fuertes rejas y dos guardias permanentes en la puerta- Pero veo que también tú sabes faltar a tu palabra.

-No, Padre... -respondió Rochi, caminando lentamente frente a su progenitor, pero mostrando el obvio recelo hacia él- Muy claramente escuchaste las condiciones, eres tú mismo quien no desea ser libre. Pero, en fin, eres mi Padre, solo dime dónde está mi hermano y si además, liberas el poder de papá Loki, te doy mi palabra, como Rey, pero principalmente como hijo, de que podrás marcharte, con tu nueva familia... sin resentimientos, y seré el primero en desear que vivas feliz y con paz.

-Y sin un gramo de uru ¿No es así? ¿Lo confiscaste todo? ¿Me quitarás los medios para rescatar a mi familia de la esclavitud? Ya que lo has descubierto, te diré esto: En un principio, intenté huir, regresar a Jötunheim o al menos hacerles saber que seguía con vida, pero no pude... siendo esclao de un gran guerrero Kronano, poco a poco me gané su confianza, conseguí un mejor trato y la conocí a ella... me enamoré, me casé... pero no tenía nada que ofrecerle sino una vida de servilidad, eso no me agradaba. Cuando me rescataste, juré regresar por mi esposa, por mis hijos... pero el costo de su liberación fue muy elevado...

-Por eso tu ambición por el uru.

-¿No lo hubieras hecho tú? Por supuesto, perdí un poco el control, me confundí al volver a ver a Loki... lo amé con locura, pero desde que me fué otorgado en matrimonio, él mismo me lo dijo... su corazón pertenecía y pertenecería eternamente a otro hombre. Con el tiempo, Loki pareció apreciarme, quererme, incluso amarme, como él dice... pero el recuerdo de otro, cuyo nombre no conocí hasta hace poco, lastimaba mi orgullo  por eso quise vengarme... Haz lo que quieras, Rochi, conmigo... porque sin uru, aunque ese asgardiano haya sacado a mi familia de Rya, no son libres... los Kronanos los reclamarán tarde o temprano... y eso me pone rabioso ¿Me entiendes? ¡Furioso! No te diré donde está el bastardito de Loki, y para mi buena suerte... yo no puse tampoco el sello sobre la restricción de su poder. Por lo tanto, no lo puedo quitar.

Rochi escuché con atención, en silencio, observando a detalle cada gesto, cada movimiento de su Padre, que decían tanto o más que sus palabras. Heggert guardaba muchos rencores en su alma, y también parecía genuinamente preocupado por su esposa y sus niños. Pero él no quería ayuda... y no la recibiría. Rochi ya no conmovió su corazón ante el desconsuelo de Heggert.

Abrió de nuevo la puerta de salida y antes de irse, se volvió con aire melancólico y dijo:

-Si me hubieses dicho: "Necesito el uru necesario para comprar la libertad de la mujer que amo y la de mis hijos, y es tanto como para comprar el río que no se congela" Yo te lo hubiese dado sin vacilar...

La puerta se cerró... y Heggert supo que en ese instante, también había perdido el respeto y el amor de su primogénito... el Rey Rochi.

***

Realmente no sentía frío, la noche de Jötunheim era especialmente hermosa, una luna argenta asomaba entre las oscuras nubes, provocando destellos de diamante en la nieve recién caída. El aire gélido le gustaba, enfriaba sus ideas revueltas y le daban cierta tranquilidad. Loki se concentraba en Torden, en buscarlo, en encontrar la más ligera pista que le ayudara a descifrar el escondite donde Heggert lo había puesto. Rabiaba contra el brazalete que apagaba su poder, lo halaba y sacudía con fuerza, reabriendo las heridas de su muñeca, tal era su desesperación.

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