Capítulo 13

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La belleza que nos ofrece el mundo, es marchitada por el ser que fue creado a imagen de Dios: El ser humano.

El humano es como una plaga.

Así como las músicas cuentan historias y deseos, el mundo es como una música que cuenta una triste historia.

Amaba la música.

Y la Juvenile correctional: Dark Crimson, era una música de emociones fuertes, emociones alteradas, emociones desenfrenadas.

Muchos lo describían así, al mundo.
Lo describían de una manera hermosa, pero no compartían su opinión con nadie más porque el miedo a ser juzgados era más fuerte, en especial cuando se encontraban en un lugar que tenía una música tan ensordecedora.

Queriamos escapar de esta horrible música.



Crista

Con cada minuto que pasaba, sentía que una parte de mi se desgarraba.

— Esto me está matando — Dije rompiéndome una vez más, no se cuantas veces he llorado desconsoladamente en el día, este día...

Este día...

Hoy 27 de octubre, me he roto en mil pedazos, dejando de lado mis recuerdos, la mierda de persona que soy, dejando todo lo que yo: Crista Albazan represento, yo... Me he roto en pedazos sin forma que jamás se volverán a reconstruir.

El miedo me está destruyendo.

Creo que ahora puedo entender a Emma, a Dayana, a Hye, incluso a Royce.

Las ganas de morir me invaden, dejándome sin aire, el nudo en la garganta me deja sin palabras, las lágrimas me nublan la vista y todo lo que estoy sintiendo hace que mi cerebro deje de trabajar y se sienta en un estado de... En un estado donde no estoy muerta, pero tampoco me siento viva, escucho mis latidos, y mi sangre correr por mis venas, pero me siento muerta, siento que todo en mi esta marchito.

— Si no nos dices que sucede, no podremos ayudarte — Colley me regañó, yo alce la vista hacia donde se encontraba, estaba en su cama, sentado al otro extremo de esta enorme celda, donde no tenemos privacidad, ni tampoco libertad, hago una mueca y miro a todos los demás que me miran con preocupación.

— Crista... Ten, no fue fácil conseguirlo, pero se que cuando estamos así, es bueno comer algo dulce, eso te ayuda a sentir en cierta forma, un poco mejor. — Dayana se acerca a mi, abre mis manos y pone en medio de ellas un chocolate envuelto en un papel rosa formando un lazo con el chocolate dentro de este, Dayana cierra mis manos apretandolas con las suyas, la miro a los ojos, ella me sonríe pero lo único que yo puedo hacer es soltar todo el aire que tenia en mis pulmones y sentir como las lágrimas siguen cayendo por mis mejillas de manera desesperada. — El dolor... Lo entiendo — Dayana me sonrió sin mostrar sus dientes.

Y no pude soportar más, salí corriendo sin mirar a nadie, quería ir al baño, a pesar de que los guardias quisieron detenerme por ir corriendo, los esquive sin problemas, y a algunos los hice caer de una patada y a otros de un empujón, cuando llegue al baño, abrí el chocolate y lo devore como si no hubiera un mañana, lo devore mirándome al espejo, y sin más, llore, saque todo ese dolor, grite, pataleé mientras me sentaba en el suelo, pataleé cuán niña pequeña, jadeé sin poder aguantar más este dolor.

Escuché como otros guardias decían que me dejarán sola, órdenes de quién sabe quién.

Golpeé mi pecho, quería que dejara de doler.

No se cuanto tiempo paso, pero me sentía seca, las lágrimas sentía que se habían acabado, pero seguía sollozando, sentía el lento latir de mi corazón, y quise que...

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