Capítulo 4:

5 3 0
                                    

Capítulo 4: La entrevista.

<Sábado 12:35>

Me cambié de ropa y, acercándome a la ventana, vi como llegó un hombre alto de aspecto nórdico. Tenía sus ojos tapados por lentes de color negro y llevaba una galera baja. Tenía un maletín de chapa con cierre por contraseña y un bastón. 

Noté que no iba solo, sino que lo acompañaba una señora. Más joven y más pequeña, lo llevaba del brazo. 

-Me parece que es ciego- dijo una voz atrás mío.

-¡Ay, tarado!, ¿cómo haces para transportarte de un lugar al otro?- exclamé sorprendido. 

Me senté en la silla del escritorio y saqué una hoja y colores. Mientras, mi amigo se ponía ropa. Segundo año ha sido complicado, en especial el estrés que conlleva no tener amigos en el curso. 

Comencé a dibujar reflexionando sobre cada trazo. 

Para empezar, estoy yo. Quien es un ejemplo que nadie parece seguir.

Están los chicos del fondo, los que se portan mal pero no les dicen nada. Hacen tareas de vez en cuando y sino meten alguna excusa tonta como "No tuve tiempo, los deportes de acá llevan demasiado entrenamiento físico y mental". 

Están los chicos raros (Adrián y Juan Pablo), que miran solamente anime o dibujos animados y comen solo la comida cuando es la hora de esta en el país asiático: Japón. 

Están los músicos (Milo y Nicolás), que vienen a esta escuela obligados por sus padres porque dicen que como músicos se van a morir de hambre. Están en su pieza tocando la guitarra y cantando a todo dar durante sus tiempos libres. No es que yo los haya escuchado, sino que corre un rumor de que con sus cantos atraen malas vibras al colegio. 

Por último, están quienes inventaron este rumor: los hippies (Cristiano y su primo, Agustín). Ellos se hospedan junto a uno de los ventanales más grandes de la institución, un punto a favor ya que se la pasan todo el día fumando. Y, cuando no los ven, una que otra hierba es ingerida. 

Terminé el dibujo y lo pegué en la pared junto a mi cama con un poco de cinta que aún estaba sosteniendo un moño en la bolsa del ultimo regalo que le dieron a Héctor por "Buen hijo". Eso, si es que el significado de buen hijo es portarse mal, no hacer los deberes y desaprovechar cada relación que pudiste haber tenido. Por cierto, Ignacia dijo que no quería nada más con él por su olor. 

No quiero decir "se lo dije" pero, se lo dije.

-¿Y eso? Que buen dibujo- me preguntó mi amigo halagándome. 

-Un retrato del curso.

-Pero, me dijiste que la pasas mal en el curso, ¿por qué querés tener eso ahí?

-Para verlo y pensar.

-¿En?

-En que soy mejor que todos ellos, aunque no lo quieran aceptar.

-Já- rió y me pegó una palmada en la espalda-. ¿Ese es Enzo?- me lo señaló en el dibujo. 

-Sí, lo puse atrás de los demás chicos a propósito. 

-¿Por?

-Porque, siento que algo esconden sobre él- comencé a pensar de que tal vez me había excedido con mis palabras. 

-¿Te referís al asesinato?- me miró a los ojos.

-No, no necesariamente. 

-No te entiendo. 

OrquídeasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora