Capítulo 11: El galpón.
<Domingo 01:00>
Corrimos hasta el galpón, tratando de escapar. Benicio iba adelante, liderando al grupo. Lorena y Nacha detrás de él y Héctor ayudaba a Jacob a poder caminar. Yo iba al fondo, atrás. Controlaba que nadie apareciera de la nada ni nos estuvieran persiguiendo.
-¿Le robaron su bastón?- le preguntó Héctor a Jacob.
-Sí- suspiró y dudó por un momento-...No, simplemente olvidé dónde lo dejé.
-Que cagada y, ¿cómo se siente no ver nada?
-No sé, nunca experimenté el ver así que yo creo que ¿normal?
-Claro y, ¿usted vive solo?
-No, vivo con mi secretaria.
-¿La mujer que lo acompañaba?
-Sí, ella.
-¿Y dónde está ahora?
-Dijo que se ducharía y después pasó todo esto.
-¿No salió de la ducha?
-No sé, escapé antes de la habitación dónde nos estamos quedando aquí.
-Ahhh.
-¿Vos a quién tenés esperándote en casa, Héctor?
-Yo tengo a...En realidad es raro. Los fines de semana es ir a casa y estar solo. O al menos así se siente.
-¿Cómo?
-Papá y mamá viven en casas distintas. Uno en cada punta de la ciudad y, aunque visite a ambos en un día, lo cual debería ser emocionante, es solo sentarme a su lado mientras trabajan. Mamá es editora de libros y papá trabaja desde casa vendiendo cosas por llamada. Aún así, le pagan bastante bien.
-¿Y les decís eso?
-No, intento no arruinar esos pocos momentos. Cambiando de tema- pensó-, uhmm- miró a la luna brillante y a las hojas cayendo de los árboles por el viento-, ¿Cuál es tu color favorito?
-No tengo ninguno.
-¿Por qué?
-¿Será porque no puedo ver?- dijo irónico.
-¡Perdón!- gritó suavemente Héctor, avergonzado por lo que había preguntado.
-Cállense- susurró Benicio dándose vuelta para mirarlos-. ¿Quieren que los llamemos y les digamos donde estamos también?
Yo, en silencio, miré al cielo. Estaba pensativo, dudoso. Todo se veía falso desde mis ojos en estos momentos. Los búhos cantaban y el chirrido del viento nos ponía alerta, preguntándonos si verdaderamente fue el viento.
Llegamos al galpón y todo estaba desordenado, como la noche de la fiesta. Había vino en caja todavía y algunas hamburguesas en el piso. Pero, guarda, todavía tenían pinta de ricas.
Héctor ayudó a Jacob para que se sentase en una silla y se sentó en la mesa a su lado. A la vez, le pasaba la mano por enfrente de los ojos para confirmar si no veía.
Nacha y Lorena se sentaron con ellos.
-Héctor, basta- lo frenó la última pero él siguió.
-Basta- Jacob agarró su mano, frenandola.
Benicio y yo caminamos juntos hasta la cocina o asador del lugar, luego de escuchar unos murmullos. Habían dos personas, vivas, hablando.
-¿Estás seguro que vienen para acá? Con esta mascara no escucho nada- era Oliver.
-Sí, Oli. Además, mientras más temprano, mejor- era la profesora de carpintería.
Escuchamos eso y nos acercamos rápidamente para taparles la boca. Ambos tenían máscaras, las mascaras del fantasma. Las mismas que tenía el asesino de Antonio.
-Sácasela- me ordenó Benicio para desenmascarar a la profesora y él al otro. Era solo para corroborar si en serio eran ellos.
-Nosotros no queremos esto, chicos- se comenzó a defender el profesor en susurros.
-¿Por qué están disfrazados así?- pregunté.
-Gregorio nos obligó, nos está comprando para matar a algunos chicos.
-¿Gregorio?
-Sí, dice que nos va a pagar una gran cantidad de dinero si lo hacemos y nos quedamos callados. Pero yo no puedo más.
-¿Y por qué simplemente no lo dejás de hacer?- preguntó Benicio, expectante por la respuesta.
-Porque nos dijo que nos va a hacer desaparecer si no lo hacemos.
-Pará, no entiendo. ¿Quién es Gregorio?- volví a preguntar.
-Perdón, ustedes lo conocen con otro nombre. Es...
-Yo- interrumpió Jacob.
-Jacob- terminó ella, sacándome la mascara de las manos y poniéndosela en la cara. Benicio agarró ambas pistolas y las escondió detrás de su espalda.
Inesperadamente, muchas personas disfrazadas comenzaron a llegar a la escena. Dejándonos con la boca abierta. No eran dos, no eran tres. Eran siete. Las chicas se asustaron y quisieron acercarse a nosotros, cosa que no resultó ya que Jacob las frenó.
Gregorio las frenó.
-¡Dejanos ir con los chicos!- le rogó Héctor a gritos.
-¿Por qué lo haría? Ahora tengo a la presa acá. Ustedes no importan.
-¿Ah? Pensé que nos habíamos hecho amigos.
-Sí, princesa, somos amiguis- se volteó para decirle esto y lo empujó para atrás. Otras de las personas enmascaradas lo agarraron.
-¿No eras ciego?
-Discapacitado visual, y, no.
-¿Cómo?
-Nunca lo fui, ¿cómo crees que llegué a la habitación de Benicio y Lorena?
-Buen punto, pero, vos me dijiste...- seguía hablando. Lo que nos favoreció a Benicio y a mí para escapar por la puerta trasera del galpón.
-¡Ciérrenle la boca!- ordenó Gregorio, de espaldas a los profesores que descubrimos. Ellos taparon nuestra salida, ayudándonos.
Pudimos escapar e este momento pero es un peligro más haber dejado a los chicos al "denuedo". Sin armas, sin protección.
Puede que nos hayamos equivocado.
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Orquídeas
Mystery / ThrillerEl viernes, último día de clases antes de vacaciones. En una universidad en un pueblo pequeño de Argentina, ocurre algo que jamás nadie habría sospechado: un alumno es encontrado muerto. Javier, el chico más tranquilo e intelectual de segundo año, s...