Capítulo 3: "Vestir a las muñecas"

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Capítulo 3: "Vestir a las muñecas"



Me quedé quieta, sin hablar. William me había prometido sacarme de allí. Me miraba con sus ojos verdes, en los que se reflejaba pena y nerviosismo. Yo bajé la vista, intimidada.

—Lo... lo prometo —murmuré.

Asintió con una sonrisa forzada y sin previo aviso se inclinó hacia mí y me agarró de los antebrazos levantándome. Me empecé a asustar de nuevo mientras iba tirando de mí sin siquiera mirarme hacia la puerta. Me soltó un brazo pero me seguía cogida por el otro a la vez que abría la puerta y miraba con ojos cautelosos a izquierda y derecha. Al parecer estaba todo despejado, pues con algo de repentina brusquedad tiró de nuevo de mí, llevándome por el oscuro pasillo hasta que llegamos a la puerta de entrada. Justo cuando alargaba la mano para abrirla, una voz que me dejó helada se oyó a nuestras espaldas, provocando que Will retirara lentamente su mano.

—¡William Wilkinson! ¿Qué crees que haces?

Will se dio la vuelta despacio, haciendo que yo también me la diera. Un hombre de mediana edad se encontraba ante nosotros. Era apuesto pero sus años ya se hacían visibles en los mechones blancos que oscilaban encima de su frente. Llevaba el pelo alborotado y la ropa, raramente elegante, estaba llena de barro.

—Patrón... —susurró Will bajando la cabeza—. Yo sólo...

—¿No pensarías irte tan pronto, verdad? —dijo acercándose a nosotros con una sonrisa burlona en la cara que hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo.

Sentí la mano de Will presionándome el brazo cuando el hombre llegó hasta nosotros. Sin borrar la sonrisa de la cara me cogió de la barbilla y sin una pizca de suavidad elevó mi cara hasta que quedé mirándole directamente a los ojos. Eran de un color azul cielo, tan claros y a la vez tan profundos que intimidaban. Bajé la mirada provocando una risa gutural por su parte. Me soltó y se dirigió a Will.

—¿Qué intentabas hacer, William? —preguntó ahora serio.

Will levantó la cabeza y le miró a los ojos. Durante unos segundos hubo una guerra de miradas entre los dos, hasta que el hombre se cansó y le dio una bofetada a Will en la mejilla, haciendo que éste último girara su rostro a causa de la fuerza del golpe.

—No quiero que vuelvas a intentar nada parecido, ¿me has entendido? —dijo el hombre cerrando los puños.

—Sí, patrón ―contestó forzadamente Will.

El hombre relajó los músculos y deshizo los puños. Luego se volvió a centrar en mí. Esbozó de nuevo la sonrisa burlona y comencé a temblar.

—Bueno, bueno... ¿qué tenemos aquí? Los muchachos me han contado que te han encontrado en la calle. ¿Es eso verdad?

Bajé la vista y dejé de sostenerle la mirada, pues en un principio me había dedicado de nuevo a quedar mirándole a los ojos. No contesté, simplemente me quedé quieta. Pasados unos segundos sentí como el agarre de Will se iba de mi brazo y lo reemplazaba el del hombre, el cuál me arrastraba de nuevo hacia dentro de la casa. En un intento desesperado de escapar tiré de mí hacia atrás para hacer que me soltara, pero sólo conseguí caerme al suelo.

Indiferente, el hombre me volvió a agarrar y me arrastró hasta llegar a una puerta que daba a una habitación situada en frente de la que estuve hace unos minutos. Prácticamente me tiró al suelo y caí de boca. Me incorporé torpemente con las manos apoyadas en la fría piedra que componía el suelo y a duras penas me senté. Ante mí se encontraban los cuatro chicos, de pie, mirándome de brazos cruzados con expresión de seria. Volvía a oír la voz del hombre detrás mía.

Estrella errante © [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora