Capítulo 11: "Salta ya"
Desperté con el ruido de una puerta intentando abrirse. Me incorporé de la cama a la vez que me desperezaba. Después de haber llorado hasta casi quedar seca, en sentido metafórico, claro, me dormí. Miré por la ventana y observé que era de noche. Al parecer mi estancia aquí consistía en simplemente dormir de la noche a la mañana y de la mañana a la noche.
El ruido de una puerta intentando abrirse volvió a llegar a mis oídos. Giré mi cabeza y noté que era la de mi habitación la que intentaba ser abierta, y no con llave, a juzgar por cómo se zarandeaba con el fin de que cediera. Me levanté del colchón y a paso lento y cuidadoso me apresuré a la puerta. Bien sabía que no era nadie de esta casa, pues hubiera sido absurdo que intentara forzar la cerradura.
No sin miedo pegué mi oreja a la puerta cuando esta se dejó de mover para intentar escuchar algo de fuera.
―¿Eres tonto? Con eso no se abre una puerta idiota ―cuando alcancé a oír las voces que susurraban al otro extremo de la habitación, mi corazón dio un vuelco. Yo conocía esa voz.
―¿George? ―pregunté dudosa, lo suficientemente alto para que se me escuchara al otro lado.
El murmullo cesó para acto después escuchar como una voz me hablaba confirmando mis dudas.
―¡Jane! Sí, soy yo ―dijo, y un extraño alivio recorrió todo mi cuerpo―. ¿Ves como estaba aquí, idiota? ―siguió hablando dirigiéndose a su acompañante, el cuál aún no había hablado.
―Cállate ―contestó entonces el otro, y sentí como me quedaba sin aire. Era la voz de Will.
―Jane, apártate de la puerta ―escuché entonces que dijo George.
Obedecí y me eché hacia atrás. Oía cómo los tornillos eran desencajados de la madera y minutos después un golpe seco inundó el silencio que sumía a la mansión. Sospeché que era sólo cuestión de tiempo que se dieran cuenta del ruido y acudieran a ver. Confirmando mis sospechas una mano agarró mi brazo tirando de él hacia la puerta. Cuando vi al dueño del agarre, este me dedicó una fugaz mirada cargada de lo que me pareció ser felicidad para después ser sustituida por desesperación en cuanto escuchamos las voces de los Wellington desde el piso de abajo.
―¿Qué ha sido ese ruido? ―alcanzamos a oír.
Como si se hubieran puesto de acuerdo, George me cogió del brazo que estaba libre y ambos comenzaron a correr por el pasillo conmigo casi a rastras por mis torpes tropiezos con el vestido. Llegamos hasta una habitación en la que la ventana estaba abierta. George corrió hacia ella y saltó, percatándome de que había caído al jardín desde una altura considerable. Lo miraba anonadada cómo aterrizaba con suma perfección, cuando la voz de Will a mis espaldas y unos pasos subiendo las escaleras me alertaron.
―Vamos Jane, salta ―me apremió.
Lo miré como si estuviera loco, haciéndole entender con la mirada que no podría saltar por ahí. El bufó impaciente mientras miraba hacia atrás con ansiedad.
―Vamos, George te cogerá. Salta ya ―y dicho eso me empujó por la ventana, provocando que soltara un grito ahogado.
Cerré los ojos con fuerza preparada para hacer impacto contra el suelo, pero unos brazos me atraparon al vuelo frenando mi caída. Despegué mis párpados y miré la sonrisa que George me dedicaba. El rubor subió a mis mejillas cuando me fijé en la posición en la que me encontraba. El chico pareció darse cuenta pues apresuradamente me soltó. Como trayéndome de nuevo a la realidad, los gritos que oía desde dentro de la casa me pusieron en alerta y miré hacia el balcón para comprobar que William saltaba ya.
Con horror comprobé como este peleaba con uno de los hermanos Wellington, el cual lo agarraba del brazo impidiendo su huida. Escuché la voz de George a mis espaldas.
―Jane, vamos. Tenemos que irnos de aquí ―decía mientras me cogía de la mano tirando de mí, pero yo simplemente no me movía, contemplaba como Will intentaba librarse de las garras del terrible hombre.
Cada segundo que pasaba se hacía más angustioso que el anterior al ver como el señor Wellington iba venciendo poco a poco a la fuerza del joven. El horror se hizo presente en mi rostro con mayor intensidad cuando vi como el hermano del hombre que atacaba a Will apareció en la ventana llevándose con él a un demacrado muchacho, pues la cara de Will no tenía muy buena pinta. Solté un grito de desesperación cuando observé como aquel chico que me había salvado dos veces en el corto tiempo que le conocía desaparecía de mi vista. Esto produjo que uno de los hermanos mirara hacia abajo y se diera cuenta de nuestra presencia, y aunque mi impulso era correr hacia la casa para rescatar a William, la mano de George me sujetaba el brazo impidiéndomelo.
―Jane, no hay tiempo ―apremió el muchacho, y resignada le seguí corriendo como podía cuando oí las voces que salían desde dentro de la mansión, entre ellas una destacada que decía "atraparlos", y otra muy familiar que gritaba "huir". Esto último me oprimió el corazón y estuve a punto de volverme, pero con horror observé como dos enormes perros negros iban detrás de nosotros. Sin darme tiempo a nada más recogí mi vestido lo más que puedo y corrí detrás de George tanto como podía.
Segundos antes de llegar a la verja que indicaba la salida de la mansión y por ende mi libertad, sentí un dolor punzante en mi pierna que me obligó a detenerme. Cuando miré hacia abajo, uno de los horripilantes perros tenía sus dientes clavados en mi blanca piel, de la que ahora resbalaban hilillos de sangre, manchándola. Con los ojos aguados pero intentando contener las lágrimas miré hacia delante, percatándome de que George ya había cruzado la valla y me miraba horrorizado.
Cerré los ojos unos instantes aguantando el dolor y acto seguido sacudí mi pierna con rudeza para liberarla de la filosa dentadura de aquel animal. Lo conseguí justo cuando divisaba a lo lejos a los señores Wellington junto al otro perro y dos señores más a los que desconocía venir hacia mí con sus rostros rojos de la furia. Intentando ignorar el dolor tanto como pude me encaramé a la verja y con la ayuda que George me brindaba desde el otro lado conseguí salir.
Antes de seguir corriendo, miré hacia atrás. Implorando que Will lograra salir de allí. Implorando no volver nunca más allí.
Y con ese pensamiento me di la vuelta y seguí corriendo.
***
HOOOOOOOOOLA...
Sí, sí, siento no haber subido antes y haber tardado tanto. De nada sirve decir siempre lo mismo.
MUUUCHÍSIMAS GRACIAS por todos los leídos, votos, comentarios de apoyo y seguidos que me dais. Me brindáis un gran apoyo que me motiva a continuar escribiendo.
Vuelvo a dejar caer el pequeño spam de que si queréis os podéis pasar por mis otras historias, las encontraréis en mi perfil.
Creo que eso es todo por ahora. Se me rompió mi tablet donde siempre escribía y hasta ahora no había escrito. Intentaré subir antes que otras veces, no prometo nada.
Gracias por leer,
Senda.
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Estrella errante © [Pausada]
Fiksi SejarahNos situamos en el siglo XIX, época Victoriana, en Londres (1854). Jane Kelly era una joven de dieciséis años de clase alta que vivía con sus tíos y su hermano. A Jane no le gustaba estudiar, ni llevar corset ni nada que tuviera que ver con la vida...