Dedicado a mi taponcillo de balsa.
***
Capítulo 4: "Llena de barro"
Todo había pasado rápido. Demasiado rápido. Mi visita a la ciudad, el inesperado asalto de los chicos, la llegada a la casa, el intento de huida, la nueva vestimenta y el que decía ser el patrón de los muchachos no perdió el tiempo en venderme a unos hombres que desconocía y no me inspiraban nada más que miedo.
En cuanto dejaron de hablar de precios, los tres que habían entrado hacía unos minutos, salieron de la habitación, dejándome de nuevo sola rodeada de cinco chicos que me traspasaban con sus miradas como cuchillos afilados. Simplemente me quedé quieta, con la mirada fija en el suelo, en medio del círculo que formaban alrededor de mí. Permanecí así como unos cinco minutos hasta que uno de los muchachos rompió el silencio.
―Por favor, esto es muy aburrido ―habló el mayor.
―Estoy de acuerdo, ¿y si hacemos algo? ―Era Benjamin.
―Podríamos informarnos un poco sobre ella, ¿no creen? Ni siquiera sé cómo se llama ―soltó Everett señalándome, hablando como si no estuviera presente.
Los demás asintieron y se acercaron, sentándose a pocos centímetros de mí.
―¿Y bien? ¿Cuál es tu nombre? ―comenzó Edward.
No contesté.
―¿No me oyes?
Seguí sin hablar. No solía ser una persona que tuviera miedo a nada, pero en ésa situación no podía reaccionar, y no hacía más que temblar.
Perdiendo la paciencia, el líder del grupo se levantó furioso y fue hacia mí, agarrándome con fuerza del brazo y provocando que soltara un grito ahogado.
―Escúchame bien, niña. No estás en posición de desobedecer, así que si te pregunto algo me contestas, ¿entendido? ―cerré los ojos mientras unas lágrimas de impotencia se derramaban por mi rostro―. ¿¡Entendido!?
Asentí apresuradamente con la cabeza deseando que me soltara. Edward me miró y relajó los músculos a la vez que retiraba su mano de mi brazo magullado.
―Te lo pregunto una vez más, ¿cuál es tu nombre?
―Jane ―susurré bajo debido al miedo que corría por mis venas.
―¿Cómo? No te he oído ―dijo burlón.
―¡Jane, me llamo Jane! ―grité al borde de la desesperación. No quería queme volvieran a tocar, y si eso significaba tener que hablar, lo haría.
―Muy bien ―sonrió, al igual que sus compañeros―. Años ya nos dijiste que tienes dieciséis, así que... ¿dónde vives?
―E-en Kensington.
Los chicos abrieron los ojos como platos. Se quedaron callados durante unos segundos, hasta que el que rompió el silencio, fue George.
―No sabía que vinieras de uno de los barrios más ricos de la ciudad.
―Nadie lo sabía, George ―replicó Everett con un sarcasmo notable en su voz.
George, como respuesta, puso los ojos en blanco, pero siguió hablando.
―Razón de más para que se vaya.
―¿Qué quieres decir? ―Edward le fulminó con la mirada.
―Quiere decir ―intervino Will, que hasta ahora se había quedado callado―, que como descubran que hemos sido nosotros quienes la han secuestrado, no dudarán en llevarnos directos a la horca.
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Estrella errante © [Pausada]
Ficção HistóricaNos situamos en el siglo XIX, época Victoriana, en Londres (1854). Jane Kelly era una joven de dieciséis años de clase alta que vivía con sus tíos y su hermano. A Jane no le gustaba estudiar, ni llevar corset ni nada que tuviera que ver con la vida...