Capítulo 1: "Jane Kelly"
Mi vida era confusa y aburrida. No sabría muy bien cómo comenzar a contarla. Mi nombre es Jane Elisabeth Kelly, pero sólo me presento como Jane Kelly.
Residía en Londres. Estábamos en el año 1854. Vivía con mis tíos porque mis padres habían muerto, desconozco la causa, pues nunca me habían querido explicar cómo fallecieron. No los conocí, murieron cuando tenía un año y mi hermano Simon tres. Lo más extraño de todo es que a mi hermano lo habían dejado con mis tíos y a mí me habían entregado a un orfanato. Mis tíos tampoco me explicaron el porqué de esa acción, sólo sé que a los pocos meses de abandonarme murieron y mis tíos me sacaron del orfanato para llevarme con ellos.
Por aquel entonces tenía dieciséis años, y mi hermano dieciocho. Estábamos bien cuidados pues mis tíos eran ricos. De hecho y por lo que tengo entendido, mi familia siempre fue rica y de clase alta. Odiaba estudiar con todo mi ser. No soportaba estar sentada una hora entera escuchando las aburridas clases del profesor. Por suerte al año siguiente acababa los estudios, pero claro, era para entrar a algo peor. Mis tíos me presentarían como debutante en la gala de fin de año para conseguir un pretendiente, cosa que no me hacía gracia.
Lo único bueno que tenían los estudios es que a veces mis mejores amigos, Amélie y Roger, hijos de los socios de mis tíos, venían a casa para tomar las clases siempre que su profesor particular faltaba. Al ser de clase alta cada uno tenía un profesor y daban las clases en casa.
Mi vida seguía su curso normal. Cenas con amigos de mis tíos, salidas con Amélie a su casa y algún que otro encuentro con Roger, estudiar, ayudar en las tareas de la casa... todo giraba en torno a eso. Básicamente era educada e intentaba comportarme bien en casa, pero ciertamente era rebelde. Odiaba el tema de los pretendientes, no quería casarme con alguien si no había amor. Eso, claro está, mis tíos lo veían como una tontería de niña. Tampoco soportaba que las mujeres fueran las únicas que se encargaran de hacer las tareas. ¿Los hombres no tenían manos o qué? Por suerte, mi hermano Simon algunas veces ocupaba mi puesto a escondidas para darme libertad y leer, diciendo después que había sido yo la que había trabajado. Pero por encima de todo, lo que más detestaba, era el corset. A los doce años ya me habían obligado a ponérmelo. Decían que ya era una mujercita y tenía que vestir como tal. Obviamente, había rehusado a utilizarlo. Cada vez que podía no me lo ponía. Por desgracia, a mis dieciséis años de edad estaba más vigilada que antes respecto al tema de vestir. Un fastidio, la verdad. Y más cuando tenía que arreglarme para las cenas importantes de mis tíos. Siempre aprovechaban la ocasión de presentarme a los hijos de sus invitados, con la excusa de que era hermosa y sería una magnífica esposa.
No me consideraba nada hermosa. Mi cabello liso me llegaba hasta la mitad de la espalda (sólo cuando dormía, claro, usualmente lo llevaba recogido en un trenza), color castaño oscuro casi negro. Mis ojos eran de un azul grisáceo, no me desagradaban pero tampoco me gustaban. Mi piel pálida no era para nada bonita, y menos mi cuerpo. Delgada hasta no poder más. Era más baja que todas las chicas de mi edad. Detestaba mi nariz. Lo único que me gustaba de mi cuerpo eran mis pestañas y mis labios. Nada más. Y lo de magnífica esposa, era una mentira grandísima. Mis tíos sabían que era una niña rebelde a pesar de mis intentos fallidos de demostrarles lo contrario, pero qué querían que hiciera, era así.
Así era mi vida, confusa en ciertas ocasiones debido a no saber qué hacer, y sobre todo aburrida.
Había algo que me molestaba. Mis tíos no me dejaban salir nunca a la calle a no ser que fuera acompañada por uno de los mayordomos y sólo para pasar de largo y dirigirse a otra casa, como por ejemplo la de Amélie o Roger. Era frustrante no conocer a penas la ciudad. Las únicas veces que había salido a parte de con Albert, mi "guarda personal", era con mi tía a comprar telas para coser, y con mi tío para acompañarle a comidas con sus amigos. Obviamente siempre era una excusa para presentarme a sus hijos, cómo no.
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Estrella errante © [Pausada]
HistoryczneNos situamos en el siglo XIX, época Victoriana, en Londres (1854). Jane Kelly era una joven de dieciséis años de clase alta que vivía con sus tíos y su hermano. A Jane no le gustaba estudiar, ni llevar corset ni nada que tuviera que ver con la vida...