PARTE XII

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Cuatro días después, Alice nos dijo que los Volturi vendrían

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Cuatro días después, Alice nos dijo que los Volturi vendrían. Nos reunimos en el punto señalado por Alice, un claro en medio del bosque. El silencio era abrumador, roto solo por el crujir ocasional de hojas bajo nuestros pies. Estábamos preparados, cada músculo tenso, cada sentido alerta.

- No te separes de mí, tesoro. - me miró con ternura, y amor, esos mismos sentimientos que vi en Kate al transformarme. 

- Jamás. - respondí seriamente, una promesa que nunca incumpliría. De repente, unas figuras con casacas rojas aparecieron en el claro, detrás de ellas más, hasta que apareció Aro, con su porte majestuoso, se adelantó, su mirada fija en nosotros.

- Vaya, vaya... - dijo Aro, su voz suave pero cargada de amenaza. - Parece que seguís sin rendiros... ¿Están seguros de que desean continuar por este camino? - Carlisle dio un paso adelante, su expresión firme.

- No es una cuestión de deseo, Aro. Es una cuestión de justicia. Has cruzado la línea y ahora enfrentarás las consecuencias.

La tensión en el aire era casi tangible. Cada segundo se sentía como una eternidad mientras los dos bandos se enfrentaban, miradas llenas de odio y determinación. Garrett apretó mi mano, dándome apoyo antes de que la batalla comenzara. Supe que pase lo que pase, lucharíamos hasta el final.

- No quiero una batalla sin sentido alguno, Carlisle. Quiero a la chica. - me miró directamente, haciendo que Garrett se colocará delante de mi. - Para ser sinceros, una guerra por un miembro caído de un clan, no tiene fundamento. En cambio, si es por protegerla o un delito, estaré encantado. 

- No se ha cometido delito alguno por nuestra parte, Aro. - declaró Edward dando un paso adelante. - Pero si por la vuestra. 

- No es sólo una vida, son varias que no han sido vengadas, y mucho menos, justas. - continuó Carlisle. 

- ¿Justas? ¿Ahora sois patrióticos? - sonrió con cinismo Marco, el rubio al lado de Aro.

- No han sido justas nunca. - completó Aro. A su lado, estaba lo que quedó de la guarida,  Marco, Cayo, Sulpicia la esposa de Aro, Athenodora la de Cayo, Chelsea, Felix y Demetri, además de los demás miembros detrás de ellos, entre todos eran veinticinco, nos superaban en número. 

- Aro. - hablé por primera vez. - ¿Qué quieres de mí exactamente? - Aro me miró con una mezcla de curiosidad y entretenimiento. Era evidente que se deleitaba con el juego del poder, saboreando cada palabra que se pronunciaba.

- Mi querida... Dayan, ¿verdad? - Su voz era casi seductora, cada sílaba enmarcada con precisión. - No es tanto lo que quiero de ti, sino lo que representas. Un potencial, una rareza... Un don que podría cambiar el curso de nuestra existencia. - Sus ojos brillaron con una intensidad peligrosa.

Garrett se mantuvo firme a mi lado, sus ojos fijos en Aro, listos para cualquier movimiento en falso. Sentí su mano apretando la mía, una señal de apoyo inquebrantable.

DAYAN DENALIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora