Capitulo 5 "Athair"

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Ruby estaba en un lugar que creía no haber visto nunca aunque la sensación de familiaridad la contrariaba

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Ruby estaba en un lugar que creía no haber visto nunca aunque la sensación de familiaridad la contrariaba. A su alrededor, todo eran luces y sombras que se entremezclaban como pintura amarilla y gris. La luz del sol poniéndose entre las montañas, invitando a la noche a que cayera sobre la tierra. Ella dando vueltas sobre sí misma con los brazos extendidos en un bosque misterioso, esperando a que alguien saliera entre las sombras que creaba la luna con su luminosidad. Alguien querido, alguien amado, alguien anhelado y olvidado durante mucho, mucho tiempo... Una silueta apareció entre la vegetación. Era un hombre alto y corpulento, tanto que mientras se le acercaba, ella tenía que echar la cabeza totalmente hacia atrás. No podía verle la cara... La imagen era muy borrosa.

ꟷBuenas noches, mi bella Nini ꟷle decía mientras se agachaba y la cogía en brazos.

El calor humano y el afecto, eran tan reconfortantes cuando se sentían tan sinceros... ¿Quién era ese hombre?

ꟷHa estado todo el día preguntando por ti ꟷdecía una voz melodiosa y femenina tras ella. ꟷ¿Y mi athair? Preguntaba. Sabe pocas palabras, pero ésa fue la primera que aprendió. Te adora.

ꟷY yo a ella ꟷrespondía el hombre. ꟷ¿Y tú?

ꟷ¿Y yo qué? ꟷle preguntaba la mujer de un modo divertido y coqueto. ꟷ¿Me adoras, mi amor? ꟷparecía que la había tomado de la cintura y ahora las abrazaba a ambas.

ꟷDe un modo que hasta me duele.

ꟷDímelo. Dímelo en mi lengua ꟷle rogó.

La mujer soltó una dulce carcajada.

ꟷIs caohm lium thu a, mo ghraid.

La mujer se acercó a besarlo. ¿Por qué demonios no podía verles la cara?

Aquella imagen se convirtió en una espiral vertiginosa que no dejaba de dar vueltas a toda velocidad. La espiral se paró y apareció otra imagen.

 La espiral se paró y apareció otra imagen

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La misma mujer estaba con ella. No la veía claramente, pero la percibía, la sentía. Era un día soleado, se acercaba el crepúsculo.

La mujer la abrazaba con fuerza y le susurraba una canción al oído. ¿De qué le sonaba aquella melodia? Su voz la relajaba e incluso podía llegar a percibir su olor. Olía a fresas y a melocotón.

HEREDERA | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora