Capitulo 6 "Jade"

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Ruby no sabía cuánto tiempo llevaba corriendo, pero lo hacía sin rumbo, alejándose de esa casa, de esos monstruos y de esa extraña realidad en la que se había visto envuelta.

Arrastraba los pies porque ni fuerzas tenía para levantar las rodillas. La gravedad tiraba de ella. En unas horas, el sol se pondría y ellos vendrían a buscarla, estaba segura. Eran vampiros. Los vampiros tenían colmillos y chupaban sangre. Ellos hacían eso.

No quería pensar mucho, le dolía la cabeza y se sentía débil. Sólo deseaba que todo aquello pasara.

Estaba en Inglaterra, en un lugar llamado Dudley, dentro de Birmingham. Eso sí que lo sabía. Había leído los carteles de las autopistas cuando la trajeron en los coches. Semidesnuda. Malditos bastardos.

Bajó la vista a sus pies. Llevaba zapatillas, téjanos y una camiseta de tirantes. ¿No pensarían que por pedirle perdón y darle ropa ella iba a olvidarlo todo, ¿no?

Resbaló y a punto estuvo de caer. La zona en la que se hallaba era un prado verde bastante extenso. Al horizonte, se erguía una zona industrial. Las chimeneas de las fábricas sacaban humo espeso y negro.

Ruby pensó que había demasiada polución allí. Por suerte, hacía sol, pero era consciente que Inglaterra tenía fama de ser la tierra de las nubes y las lluvias.

Si las fábricas soltaban esos humos tan espesos, seguramente, ayudarían a formar una capa oscura sobre toda la zona, al menos, en Dudley.

No conocía nada de aquella tierra. Sólo Londres, por un viaje de siete días que hizo con el instituto. Pero no visitaron ningún pueblo de los alrededores. Al menos, su inglés era perfecto y no tendría ningún problema para comunicarse. Menudo consuelo... Después de todo lo que le había pasado... Le entraron ganas de reír.

Miró al cielo. Bueno, no era un lugar feo. Sólo hacía falta conocer sus puntos fuertes, pensó.

Tarareaba canciones para ignorar el estado de nervios en el que se encontraba desde ayer. La habían secuestrado, habían matado a su padre delante de sus narices. Le habían arrancado la ropa, la habían pegado y tocado sin ningún respeto, insultado y, además, atado a una cama con un cinturón como si fuera una actriz porno a la que le gustara el sadomasoquismo. Dejó de cantar.

Lisa le había robado la virginidad como una hiena carroñera.

Porque ella no lo había consentido. Había sido ruda y una auténtica animal al principio, pero luego... Luego algo había cambiado, en el mismo momento en el que se había dado cuenta de que ella era virgen todavía.

Entonces la había tocado para excitarla, para que ella encontrara el placer y, además, empezó a moverse de un modo más suave. Profundo, pero suave. Y ella había encontrado placer, sin duda. Dos veces (sin contar la de la camioneta en Seúl) hasta que sintió la boca de Lisa en el cuello. Sabía que tenía que sentirse ofendida y humillada. Y una gran parte de ella se sentía así. Sin embargo, la intimidad con la vaniria le había dejado huella.

Se paró en seco y abrió los ojos. Puso su mano izquierda sobre la zona de su garganta que Lisa había mordido. La muy bruta... Le había clavado los colmillos, lamido y bebido como si ella fuera la solución a su sed.

Al recordarlo, el cuello y una zona que estaba mucho más abajo le empezó a palpitar y a ella se le erizó el bello de los brazos.

¿Acaso le había gustado? No, Ruby... ¿Cómo puedes siquiera pensarlo? Se enfado consigo misma.

Cuando Lisa la mordió, empezó a ver estrellitas blancas que le nublaban la vista. Sentía que flotaba, que volaba sobre la cama, con los brazos de Lisa como fortalezas de hierro candente, alrededor de su cintura, y con sus manos, apretadas y tensas sobre sus nalgas.

HEREDERA | JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora