Me gusta que me llames Bec

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POV Rebecca

Estaba recostada en las almohadas, sobre las sábanas limpias que Freen había colocado en mi cama con rapidez. Me sentía mucho mejor tras la ducha de agua fría, y podía notar como la fiebre había remitido considerablemente. Ella se había encargado de ducharme tras unos minutos, regulando un poco la temperatura del agua. El recuerdo de sus manos enjabonándome con cuidado me tenía aturdida. Yo no había podido abrir la boca desde que me di cuenta de que aquello no era una fantasía provocada por la fiebre. Desde que me di cuenta de que Freen estaba realmente allí, en mi casa, conmigo. Sin embargo, ella parecía no darse cuenta de mi aturdimiento, o por lo menos no había dado señal alguna de que le importase.

Tras lavarme el pelo, me había ayudado a salir de la bañera y me había envuelto en el albornoz que colgaba detrás de la puerta. Ella se había enrollado en una toalla. Me secó el pelo con cuidado, como si fuese una niña, y yo en cierto punto me sentía así cuando estaba con ella. Después había desaparecido un segundo en mi habitación, y había regresado con una muda de ropa cómoda para mí. Con la misma paciencia, me había ayudado a vestirme, quitándome primero la ropa interior mojada con la que me había bañado. Sus ojos no habían mirado mi cuerpo ni un segundo. Mantenía sus ojos en los míos. Y yo se lo agradecí, porque en el estado en el que me encontraba no habría podido soportar otra cosa.

Cuando nos dirigimos a mi cuarto me di cuenta de que había cambiado las sábanas para que yo me sintiese más cómoda. Me ayudó a tumbarme en la cama, y tomando algo de mi armario se había excusado saliendo del cuarto, asegurándome que no iba a tardar en volver.

Yo estaba allí tumbada con la incertidumbre apoderándose de mi cuerpo. Recordaba que hacía minutos le había suplicado que no se fuese. Ella me había prometido que no iba a hacerlo. Pero tratándose de Freen tampoco tenía muchas esperanzas. Cerré los ojos con fuerza recordando la escena que acababa de protagonizar. Cómo le había pedido que se quedase conmigo entre lágrimas, cómo había rozado su cuerpo sin permiso...

Dios, Rebecca, aún con la excusa de la fiebre, has vuelto a ser patética.

Entonces escuché el sonido de la puerta principal. Cerré los ojos mientras dejaba escapar un suspiro. Había vuelto a hacerlo. Se había ido. Tampoco comprendía el por qué de mi sorpresa, ya que esa era su especialidad. Siempre se iba. Siempre me dejaba sola.

Sin embargo casi al momento, entró a mi cuarto. Yo me quedé tan sorprendida que estaba segura de que mi cara lo reflejaba en ese momento. No se había ido, se había quedado. Me lo había prometido y había cumplido.

Se acercaba hacia mi cama con una bandeja en las manos. Cuando llegó hasta mí, la apoyó en mi mesita de noche y ella se sentó en el filo de la cama a mi lado.

-Te he tomado prestado algo de ropa, espero que no te importe.- A mi no me importaba en absoluto. De hecho, el placer que me había provocado verla entrar vestida con mi ropa era preocupante. Llevaba una camiseta mía, de color negro, con letras grandes en la espalda y unos leggins, del mismo color, que le quedaban evidentemente largos. Me había robado hasta unos calcetines, que llevaba por encima de los pantalones.

Yo no pude evitar sonreír. Jamás me habría imaginado a Freen con algo así puesto. Sin sus tacones, sin la ropa terriblemente elegante que siempre la acompañaba. Estaba en calcetines, sentada en mi cama, conmigo.

-No me importa. Puedes tomar lo que necesites.- Ella esbozó lo que me pareció una sonrisa tímida y a mi me pareció que no la conocía. No sabía qué demonios estaba pasando. ¿Desde cuándo Freen era tímida?

Apartó su mirada de la mía, y alargó los brazos hasta coger un cuenco de la bandeja. Cuando lo acercó a mí comprobé que olía delicioso. Ni siquiera me había dado cuenta hasta ahora, porque cuando miraba a Freen no podía notar nada más de lo que pasase a mi alrededor.

Mírame | FreenBecky (adap)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora