— Es el primer hombre que ha exigido verme, eres muy astuto. — comentó Astrid cuando el hombre entró por el umbral de la puerta.
— Gracias — respondió el encapuchado con una voz no muy grave — no soy partidario de utilizar la exigencia, pero cuando lo hago, me funciona.
— Por como vistes, te creo. — dijo burlona, sorprendiendo al hombre — si deseas pasar desapercibido, la próxima vez utiliza ropa más humilde. Y por favor no te quedes ahí de pie.
El hombre obedeció a la petición de la rubia y se sentó en la silla más próxima a la de ella, también aceptó la copa de vino que le había dejado en la mesa. Permanecieron varios minutos en silencio en el que se dedicaron a analizarse el uno al otro y a beber de la copa.
Al hombre le asombró la manera en la que se conversaba allí, nadie hablaba con total formalidad y se trataban con bastante cercanía a la que él estaba acostumbrado, al ser el príncipe heredero todos se dirigían a él con un "su alteza" en cada frase que decían. Era la primera vez que nadie le hablaba de tal forma, lo que le hacía sentir un poco incómodo.
— ¿Qué hace un hombre adinerado como tú solicitando la presencia de una pobre dama? — pregunto sin rodeos.
— ¿Como? — tartamudeo incrédulo.
— ¿Para qué ha solicitado hablar conmigo? — repitió.
El individuo quedó impresionado por lo directa que estaba siendo con él, nunca había conocido a una mujer así. Todas las mujeres que había visto eran delicadas y serviciales, cuidaban lo que decían y siempre obedecían a lo que se le pedía, pero bien se percató de que no eran naturales. Por ello le había gustado la naturalidad con la que hablaba ella, como si no pretendiese conseguir la aprobación de nadie.
Sin embargo, Astrid tenía una opinión muy distinta a la de él. Ella al ver su cara vestimenta, interpretó enseguida que era un total engreído que solo iba a restregar el dinero que tenía. De lo contrario a lo que ella creía, él no tenía esas intenciones.
— Puede que piense que sea atrevido— le advirtió — pero me gustaría preguntarle algunas cosas. Aunque permíteme primero felicitarle por su impresionante actuación.
— Gracias.
Volvieron a refugiarse en el silencio, como si sin utilizar las palabras se dejarán entender. El hombre no sabía cómo expresar lo que deseaba realmente y es por eso que evitaba mirarla más de la cuenta, a lo que se dedicó a esquivar su mirada. Por otro lado, Astrid no sentía ningún reparo en observarle más de la cuenta con el deseo de ver su rostro.
Se preguntaba porque llevaría esa capucha puesta, si por su apariencia parecía ser igual de joven que ella. Tampoco quería sacar conclusiones precipitadas, puesto que era indecente e infantil.
— ¿Por qué llevas puesto una capucha? — preguntó atrevida.
El joven tocó instintivamente la capucha, como si el simple hecho de haberlo mencionado se percatase de que llevase una.
— Es seguro que si viese mi rostro supiese quién soy. — confesó — No tengo permitido venir hasta aquí.
— Es bueno saber que estás cometiendo un acto ilegal solo para ver a una dama como yo — comentó la rubia sarcástica.
El castaño sonrió para sí.
— Es todo un honor.
Su padre le había prohibido alejarse del castillo de Isla Mema, porque estaba más protegido allí, solo porque se habían levantado unas murallas que separaban las tierras y protegían únicamente a los más importantes. Y él cansado de eso, decidió escabullirse por la noche para ver lo que había fuera de esas inmensas murallas.
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My Lady
Fanfiction- " Nuestro amor es nuestra perdición" - Hiccup Haddock III Dos jóvenes enamorados, una pobre y el otro heredero al trono de Isla Mema. Hiccup sabe el riesgo que corre enamorándose de una mujer de clase baja. El reino ardería en llamas, las persona...