Astrid se despertó sudorosa y con la respiración acelerada producto de un sueño. Se sacudió las mantas para airear su cuerpo acalorado y apoyó la palma de la mano en su frente como si tuviera fiebre. Suspiro alterada y se frotó la cara con sus dos manos.
Llevaba días teniendo sueños comprometidos con el príncipe, en los que no solo había besos sino también caricias y más tacto. Aquello le provocaba angustia cada vez que se despertaba de uno y su hermana preguntaba siempre que se sobresaltaba al despertar. Ella decía que era una pesadilla, pero el calor en las mejillas le delataba.
Miro a los dos lados de la cama para comprobar si seguía en la cama y no había rastro de ella. Se levantó, estiró las extremidades y abrió la puerta de la habitación cansada. Cuando cerró la puerta tras de sí, se encontró con su hermana que de brazos cruzados la esperaba para bajar. Astrid sabía lo que le iba a replicar, pero, estaba demasiado cansada para escucharla.
— Estas muy rara — la recrimino — parece que estás embobada. ¿Es por ese hombre del teatro?
— ¿Qué tiene que ver él en esta estúpida conversación? — le contestó a la defensiva.
— Pues sospecho que te has enamorado de él, por eso — confesó.
— No digas estupideces — bufo ella.
Astrid cortó la conversación, pues no quería seguir hablando de ello. Bajó las escaleras despacio para no tropezarse y su hermana la siguió por detrás no muy convencida de lo que le había contestado, ella seguía pensando que se había enamorado. Pero Astrid intentaba negarlo con todas sus fuerzas.
Cuando bajaron a la planta baja, su madre ya había empezado a preparar la mesa, por lo que habían tardado demasiado otra vez. La rubia se apresuró a alcanzar a su madre para ayudarla. Nunca antes le había pasado aquello, pero aquella semana había dormido más de lo que debería.
Su madre le miró con advertencia y ella no pudo más que agachar la cabeza sintiéndose culpable. Sabía que aunque fuese complaciente con su madre no se le iba a quitar la expresión de enfado. Pues tras el incidente de la cena no le dirigía la palabra y hacía como si su hija no existiera.
Pusieron la mesa y se sentaron a desayunar. Permanecieron en un silencio incómodo y tenso. Su padre intercambiaba miradas con su mujer y se mantuvo con una expresión entristecida. Su hermana pequeña por otro lado, hacía señas a su hermana mayor para que hablara. Pero está no reaccionaba al mensaje que le mandaba, estaba pensando en un castaño con ojos verdes. Ni siquiera se percató de que su madre había abierto la boca para hablar.
— ¿Ahora vas a ignorar también lo que te digo? — preguntó su madre con decepción.
— ¿Qué has dicho mama? — ensimismada contestó.
— Esto es increíble. — bufo dolida.
Jugueteo con su comida antes de probar un bocado, tenía la garganta cerrada y no tenía apetito. Pero hizo el esfuerzo de comer algo mientras su madre protestaba por el comportamiento que estaba teniendo. Sobre todo porque no quería lidiar con el dolor que sentía su progenitora. Porque sabía lo que iba a pasar si lo hacía.
Suspiro fuerte cuando su madre se limpió una lágrima rebelde que se le resbalaba por la mejilla. Sigrid la miraba con pesar y aunque no decía nada con palabras, su mirada decía todo lo que ella tenía que saber. Estaba molesta con ella. A veces parecía que se intercambiaban los roles y ella hacía de hermana mayor.
— Teníamos un trato — le recrimino — Pensé que te ibas a casar con él. Por eso su madre y yo hablamos para organizar esa cena. Pero parece que no te conformas con ninguno. Bien. Eres un caso perdido.
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My Lady
Fanfiction- " Nuestro amor es nuestra perdición" - Hiccup Haddock III Dos jóvenes enamorados, una pobre y el otro heredero al trono de Isla Mema. Hiccup sabe el riesgo que corre enamorándose de una mujer de clase baja. El reino ardería en llamas, las persona...