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Astrid despertó sintiendo el cuerpo frío, palpo el sofá en busca de la piel cálida de Hiccup pero no sentía nada y cuando se movió al lado donde se encontraba el príncipe, él ya no estaba. Sujeto las mantas con fuerza y cerró instantáneamente los ojos por los rayos de sol que le molestaban en la cara.

Gruño para sus adentros y se sentó en el sofá con pereza. Estiró las extremidades para desperezarse y se destapó. Se miró el cuerpo y ahogó una risa que le amenazó por salir de sus labios. Mientras, acariciaba su bajo vientre y suspiraba satisfecha por el acontecimiento que había ocurrido esa noche. Simplemente no se lo podía creer.

Entonces se percató de un objeto brillante que estaba colocado esmeradamente en la mesilla y lo cogió cuidadosamente entre sus suaves manos. Era un anillo de oro con un diminuto diamante en el centro. Lo observó detenidamente y reparó en el grabado que estaba diseñado. Fue consciente de que se trataba del anillo de compromiso de la reina Valka al leer su nombre en ella.

Astrid se lo puso en el dedo índice aún sin creer que aquel anillo de mucha valía fuese suyo ahora. Sabía que tenía que cuidar muy bien de él y prometió hacerlo como si fuera su mejor obsequio.

Alguien movió el picaporte de la puerta, ella inmediatamente se tapó con la manta expectante de conocer al dueño del ruido y se abrió despacio la puerta de madera. Dejando ver a la mujer que organizaba los eventos que la miraba con sorpresa. Alternaba la vista del suelo donde estaba desperdigada su ropa con su figura tapada únicamente con la manta.

— Miss Hofferson, ¿Qué hace usted aquí? — preguntó con la voz entrecortada.

Ella no sabía qué excusa poner, por lo que permaneció en silencio y procuro maquinar una idea creíble. Podría decirle muchas cosas, pero ninguna que se le pasaba por la cabeza era lo suficientemente fiable. Por lo que se limitó a encogerse de hombros y levantarse con la manta rodeando su cuerpo.

Se dirigió a recoger la ropa del suelo y le dio la espalda para poder vestirse. Dejó que la manta cayera al suelo y procedió a ponerse la ropa con rapidez, pues su familia empezaría a preguntar por ella.

— Me he quedado a dormir. — fingió desinterés — Ahora si me disculpas, debo ir a mi casa.

La mujer asintió y se apartó de su camino para dejarle pasar a lo que le agradeció con un asentimiento de cabeza. Se marchó a gran velocidad dejando aún más confundida a la mujer. Pero Astrid no tenía tiempo para contestar a sus preguntas y siguió su camino mirando de vez en cuando hacía atrás.

Era consciente de que su pelo despeinado se encontraba pegado a su piel y que estaba sudada y acalorada. Por lo que se peinó el pelo con las manos y con su vestido trató de quitarse el sudor, mientras dejaba atrás el teatro.

Cuando sintió el viento helador de la mañana, cerró los ojos momentáneamente y al abrirlos otra vez se percató de que ya había gente saliendo a la calle. Toda su energía se había esfumado de golpe y se tapó el cuerpo sintiéndose repentinamente avergonzada. Pues en ella se posaron miradas curiosas como si supiesen lo que había hecho y se percibió desnuda ante ellos.

Empezó a entrarle la duda de si lo que había sentido anoche era lo correcto o no y le pesaba la culpabilidad. Los cotilleos se esparcían tan rápido como la velocidad de la luz en aquel barrio y ser el protagonista de ella podría ser la peor pesadilla.

Corrió lo más rápido que pudo en dirección a su casa y aunque algunas personas la saludaban, ella solo los ignoraba y proseguía su camino. Su alrededor la miraba mal por ello, no obstante, ella solo pensaba en aparecer por su casa sin manchar el apellido de su familia.

Llegó a la puerta de su casa sin aliento y tuvo que sujetarse de la puerta para recuperar el aliento. Una vez que empezó a sentir que el aire entraba en los pulmones con normalidad y que su pulso se calmaba, abrió la puerta de su casa. Encontrándose con la sorpresa de la presencia de su tercera hermana mayor, a quien adoraba un montón y que se encontraba saludando al resto de su familia con su hija pequeña en brazos.

My LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora